/ domingo 24 de febrero de 2019

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[Enrique González Martínez, Obras Completas, 1971 Centenario de su Nacimiento, Homenaje de El Colegio Nacional, México, Edición, Prólogo y notas de Antonio Castro Leal, Primera edición 1971, La edición consta de 3000 ejemplares numerados más sobrantes para reposición (ejemplar #1062), Número de páginas: 864.]


En contra de la retórica pomposa del romanticismo y del modernismo, Enrique González Martínez (EGM) propone interpretar "el misterioso libro del silencio nocturno". Paradójicamente, es posible que esta expresión sea también retórica y pomposa; pero supongamos que no los es, porque de lo contrario nuestra vida de lectores sería rotundamente infeliz. Leamos otra vez, para refrescar la memoria y estimular nuestra imaginación, su célebre soneto llamado "La muerte del cisne", con la idea de que en estos versos está cifrado el programa de la poesía sapiencial de EGM: "Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje / que da su nota blanca al azul de la fuente; / él pasea su gracia no más, pero no siente / el alma de las cosas ni la voz del paisaje. / Huye de toda forma y de todo lenguaje / que no vayan acordes con el ritmo latente / de la vida profunda... y adora intensamente / la vida, y que la vida comprenda tu homenaje. / Mira al sapiente búho como tiende las alas / desde el Olimpo, deja el regazo de Palas / y posa en aquel árbol el vuelo taciturno... / Él no tiene la gracia del cisne, más su inquieta / pupila, que se clava en la sombra, interpreta / el misterioso libro del silencio nocturno."


Dice EGM que el poeta retórico y pomposo no "siente el alma de las cosas" ni escucha "la voz del paisaje". Después de una larga meditación y de ocho decadas de experiencia vital, el poeta concluye en el segundo libro de sus memorias, aquel titulado con enigmática sensibilidad como "La apacible locura", que el ser de las cosas y de los hombres es la fugacidad insignificante y el canto de la creación es la melodía sublime de la belleza en sí. Sobre el "ritmo latente de la vida profunda", debemos anotar la siguiente coincidencia significativa que se explica por la conocida melomanía de EGM: en "La Traviata", de Verdi y Piave, en el primer acto, canta Violeta: "El amor es rápido y fugitivo: El amor es una flor vertiginosa, nace y muere. (...) El amor es la energía del universo; el amor es misterioso y noble; el amor es cruz y delicia para el corazón". Ritmo, pulso, energía: élan. El amor anima el cosmos. Torna legible el mundo. El amor convierte la vida en un bosque de signos que descifra la mirada del Búho.


La poética de EGM se transforma en un manual de pragmática trascendente, en una lección de prudencia, en un salmo de sabiduría. Contra los peligros espirituales de la estridencia y del tumulto, el Búho se erige en emblema de la nocturnidad anti-dionisíaca. Sobriedad y abstinencia por encima de la torpe ebriedad y la porcina lujuria. Y contra la espiral de la danza extática, la "sabiduría suprema de la inmovilidad."


EGM es un poeta ascético, es el primer estoico de la poesía mexicana. La elocuencia de las entrañas enamoradas le repele.

El espectáculo de los líricos corazones ensangrentados no es lo suyo, sin embargo en "Las señales furtivas" podemos leer estos versos: "Frescura en el alma...Frescura / en la canción... / Y una apacible locura / guardada en la cárcel oscura / del embrujado corazón."


La poética de Enrique González Martínez es agnóstica, el poeta sabe que no es posible conocer el significado, no obstante rinde culto a la vida feraz y misteriosa. Leamos: "Si un ave canta / en el misterio vesperal, me encanta / no conocer la clave de su trino."


Como yo ahora. No conozco la clave, no tengo ni tendré nunca la llave, sin embargo canto y vivo agradecido.


[Enrique González Martínez, Obras Completas, 1971 Centenario de su Nacimiento, Homenaje de El Colegio Nacional, México, Edición, Prólogo y notas de Antonio Castro Leal, Primera edición 1971, La edición consta de 3000 ejemplares numerados más sobrantes para reposición (ejemplar #1062), Número de páginas: 864.]


En contra de la retórica pomposa del romanticismo y del modernismo, Enrique González Martínez (EGM) propone interpretar "el misterioso libro del silencio nocturno". Paradójicamente, es posible que esta expresión sea también retórica y pomposa; pero supongamos que no los es, porque de lo contrario nuestra vida de lectores sería rotundamente infeliz. Leamos otra vez, para refrescar la memoria y estimular nuestra imaginación, su célebre soneto llamado "La muerte del cisne", con la idea de que en estos versos está cifrado el programa de la poesía sapiencial de EGM: "Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje / que da su nota blanca al azul de la fuente; / él pasea su gracia no más, pero no siente / el alma de las cosas ni la voz del paisaje. / Huye de toda forma y de todo lenguaje / que no vayan acordes con el ritmo latente / de la vida profunda... y adora intensamente / la vida, y que la vida comprenda tu homenaje. / Mira al sapiente búho como tiende las alas / desde el Olimpo, deja el regazo de Palas / y posa en aquel árbol el vuelo taciturno... / Él no tiene la gracia del cisne, más su inquieta / pupila, que se clava en la sombra, interpreta / el misterioso libro del silencio nocturno."


Dice EGM que el poeta retórico y pomposo no "siente el alma de las cosas" ni escucha "la voz del paisaje". Después de una larga meditación y de ocho decadas de experiencia vital, el poeta concluye en el segundo libro de sus memorias, aquel titulado con enigmática sensibilidad como "La apacible locura", que el ser de las cosas y de los hombres es la fugacidad insignificante y el canto de la creación es la melodía sublime de la belleza en sí. Sobre el "ritmo latente de la vida profunda", debemos anotar la siguiente coincidencia significativa que se explica por la conocida melomanía de EGM: en "La Traviata", de Verdi y Piave, en el primer acto, canta Violeta: "El amor es rápido y fugitivo: El amor es una flor vertiginosa, nace y muere. (...) El amor es la energía del universo; el amor es misterioso y noble; el amor es cruz y delicia para el corazón". Ritmo, pulso, energía: élan. El amor anima el cosmos. Torna legible el mundo. El amor convierte la vida en un bosque de signos que descifra la mirada del Búho.


La poética de EGM se transforma en un manual de pragmática trascendente, en una lección de prudencia, en un salmo de sabiduría. Contra los peligros espirituales de la estridencia y del tumulto, el Búho se erige en emblema de la nocturnidad anti-dionisíaca. Sobriedad y abstinencia por encima de la torpe ebriedad y la porcina lujuria. Y contra la espiral de la danza extática, la "sabiduría suprema de la inmovilidad."


EGM es un poeta ascético, es el primer estoico de la poesía mexicana. La elocuencia de las entrañas enamoradas le repele.

El espectáculo de los líricos corazones ensangrentados no es lo suyo, sin embargo en "Las señales furtivas" podemos leer estos versos: "Frescura en el alma...Frescura / en la canción... / Y una apacible locura / guardada en la cárcel oscura / del embrujado corazón."


La poética de Enrique González Martínez es agnóstica, el poeta sabe que no es posible conocer el significado, no obstante rinde culto a la vida feraz y misteriosa. Leamos: "Si un ave canta / en el misterio vesperal, me encanta / no conocer la clave de su trino."


Como yo ahora. No conozco la clave, no tengo ni tendré nunca la llave, sin embargo canto y vivo agradecido.