/ viernes 20 de agosto de 2021

A Puerta Cerrada | Dirigentes perfilados

Que Ana Teresa Aranda Orozco no podrá participar en la elección de presidente del Comité Directivo Estatal del PAN, aunque quisiera, por culpa de uno de los candados que ese partido ha impuesto para los procesos de renovación de dirigencias.

Según esta especie, que proviene del órgano de gobierno de ese partido, los reglamentos del blanquiazul exigen una militancia ininterrumpida de al menos cinco años a todos aquellos personajes que aspiren a un cargo de dirigencia en el instituto político.

De ser cierto, la diputada federal electa no podrá contender contra Genoveva Huerta por la presidencia estatal del panismo debido al hueco que existe en su historial de militancia entre los años 2015 y 2019.

Aranda Orozco dio a conocer se renuncia al PAN en octubre de 2015, mediante un estridente reclamo que reprobaba el control unilateral y autoritario de Rafael Moreno Valle sobre el partido.

Después trascendió que la renuncia había sido presentada meses atrás, en abril.

Casi cuatro años después, en febrero de 2019, con Moreno Valle desaparecido del plano terrenal, la legisladora electa anunció su reincorporación al partido, aprobado entonces por el Comité Ejecutivo Nacional de Marko Cortés.

Hasta antes de su salida, Ana Teresa sumaba 26 años de militancia, pero hoy no tiene los cinco años ininterrumpidos que demandan las reglas internas para competir por el CDE.

Eso, aseguran al seno del partido, la imposibilita en automático.

Quizá, si en verdad está interesada, si el grupo de Eduardo Rivera Pérez la apoya y si Marko Cortés no da marcha atrás en la definición de género, recurra a un grupo de abogados para defender la trayectoria previa a su salida de 2015.

***

Que Néstor Camarillo parece tener una misión menos complicada que su homóloga del PAN para reelegirse al frente del Comité Directivo Estatal del PRI, con todo y las acusaciones que han comenzado a pesar en su contra y que, se sabe, crecerán en los días y las semanas por venir.

Sin una oposición de peso al interior del priismo, el ahijado político de Javier Casique Zárate no tendrá problemas en volver a recibir el visto bueno del Comité Ejecutivo Nacional para permanecer cuatro años al frente de ese partido.

La de Camarillo ha sido una presidencia irrelevante, ni buena ni mala, pero beneficiada en términos políticos gracias a la coalición que ese instituto concretó con el PAN y el PRD en el pasado proceso electoral.

Que vendió candidaturas, es posible; que tiene adeudos con proveedores e integrantes de la estructura electoral, también, pero nada de eso trascenderá como desean sus oponentes mientras no haya evidencia contundente que lo exhiba como un dirigente al que le guste hacerse de recursos económicos de manera, por decirlo suave, irregular.

El punto más importante para pensar en su eventual reelección tiene que ver con los rivales.

Hasta este momento no hay quién o quiénes tengan los tamaños y las alianzas tanto locales como nacionales para arrebatarle la dirigencia en el contexto de la protección de la que goza por parte del llamado grupo Oaxaca, donde se encuentra Casique Zárate, lo que le otorga confianza para conseguir su objetivo.

Por ahora se sabe solo de Juan Carlos Lastiri como eventual contrincante de Camarillo.

Eso es prácticamente nada, si se toma en cuenta que al expresidente del PRI y exfuncionario federal le fue negada la diputación federal que fue a pedir hasta el CEN.

Twitter: @jorgerdzc

Que Ana Teresa Aranda Orozco no podrá participar en la elección de presidente del Comité Directivo Estatal del PAN, aunque quisiera, por culpa de uno de los candados que ese partido ha impuesto para los procesos de renovación de dirigencias.

Según esta especie, que proviene del órgano de gobierno de ese partido, los reglamentos del blanquiazul exigen una militancia ininterrumpida de al menos cinco años a todos aquellos personajes que aspiren a un cargo de dirigencia en el instituto político.

De ser cierto, la diputada federal electa no podrá contender contra Genoveva Huerta por la presidencia estatal del panismo debido al hueco que existe en su historial de militancia entre los años 2015 y 2019.

Aranda Orozco dio a conocer se renuncia al PAN en octubre de 2015, mediante un estridente reclamo que reprobaba el control unilateral y autoritario de Rafael Moreno Valle sobre el partido.

Después trascendió que la renuncia había sido presentada meses atrás, en abril.

Casi cuatro años después, en febrero de 2019, con Moreno Valle desaparecido del plano terrenal, la legisladora electa anunció su reincorporación al partido, aprobado entonces por el Comité Ejecutivo Nacional de Marko Cortés.

Hasta antes de su salida, Ana Teresa sumaba 26 años de militancia, pero hoy no tiene los cinco años ininterrumpidos que demandan las reglas internas para competir por el CDE.

Eso, aseguran al seno del partido, la imposibilita en automático.

Quizá, si en verdad está interesada, si el grupo de Eduardo Rivera Pérez la apoya y si Marko Cortés no da marcha atrás en la definición de género, recurra a un grupo de abogados para defender la trayectoria previa a su salida de 2015.

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Que Néstor Camarillo parece tener una misión menos complicada que su homóloga del PAN para reelegirse al frente del Comité Directivo Estatal del PRI, con todo y las acusaciones que han comenzado a pesar en su contra y que, se sabe, crecerán en los días y las semanas por venir.

Sin una oposición de peso al interior del priismo, el ahijado político de Javier Casique Zárate no tendrá problemas en volver a recibir el visto bueno del Comité Ejecutivo Nacional para permanecer cuatro años al frente de ese partido.

La de Camarillo ha sido una presidencia irrelevante, ni buena ni mala, pero beneficiada en términos políticos gracias a la coalición que ese instituto concretó con el PAN y el PRD en el pasado proceso electoral.

Que vendió candidaturas, es posible; que tiene adeudos con proveedores e integrantes de la estructura electoral, también, pero nada de eso trascenderá como desean sus oponentes mientras no haya evidencia contundente que lo exhiba como un dirigente al que le guste hacerse de recursos económicos de manera, por decirlo suave, irregular.

El punto más importante para pensar en su eventual reelección tiene que ver con los rivales.

Hasta este momento no hay quién o quiénes tengan los tamaños y las alianzas tanto locales como nacionales para arrebatarle la dirigencia en el contexto de la protección de la que goza por parte del llamado grupo Oaxaca, donde se encuentra Casique Zárate, lo que le otorga confianza para conseguir su objetivo.

Por ahora se sabe solo de Juan Carlos Lastiri como eventual contrincante de Camarillo.

Eso es prácticamente nada, si se toma en cuenta que al expresidente del PRI y exfuncionario federal le fue negada la diputación federal que fue a pedir hasta el CEN.

Twitter: @jorgerdzc