/ lunes 30 de agosto de 2021

A Puerta Cerrada | Eduardo Rivera pide piso parejo al CEN

La “cantada” reelección de Genoveva Huerta Villegas al frente del Comité Directivo Estatal del PAN podría truncarse, posibilidad que se infiere a partir de la revisión de los acontecimientos ocurridos la semana pasada en ese partido político.

Como trascendió el jueves en tiempo real a través de Twitter, el Comité Ejecutivo Nacional del blanquiazul anuló la sesión del consejo estatal mediante la que se habían designado los integrantes de la Comisión Organizadora Electoral que servirá de árbitro para el cambio de dirigencia.

Esa misma tarde, Huerta Villegas convocó a una nueva sesión para reponer el proceso, apresurada por tratar de cumplir con los plazos que le permitieran mantener la concurrencia de la renovación de presidente estatal con la del nacional.

El CDE de Genoveva Huerta tenía un límite para presentar ante las instancias correspondientes del partido la Comisión Organizadora Electoral fiel y legalmente constituida.

Según la dirigente, ese plazo vencía el jueves a la media noche, por lo que todavía se encontraba en tiempo para reponer el proceso y caminar hacia su reelección, en paralelo a la de Marko Cortés; según sus opositores, había concluido el miércoles, por lo que ya no tenía manera legal de evitar el aplazamiento, un punto que para este grupo es crucial en el cumplimiento de sus fines.

Este detalle técnico podría convertirse en el punto de quiebre del proyecto reeleccionista de la líder estatal.

Definir a los cinco miembros de esa comisión debió ser un asunto político de mero trámite, aseado, cuidado hasta la pulcritud, pero no fue así, y se volvió un episodio de exhibicionismo partidista, que ratificó las fracturas entre grupos y evidenció todo aquello que una dirigente es capaz de hacer, como llamar a los suyos y excluir a los rivales, frente a los ojos de todos los actores involucrados, para retener el poder.

Genoveva Huerta espera el visto bueno del CEN a la repuesta sesión del jueves, que, se asegura, contó con la asistencia de 56 consejeros estatales acreditados por la notaria público número 4 de la ciudad de Puebla, para cerrar este capítulo.

Con el aval de Marko Cortés echará por tierra las críticas de sus opositores y enfilará hacia la contienda electoral del 24 de octubre.

Aquí entra, sin embargo, el segundo acontecimiento por analizar: la prevista intervención de Eduardo Rivera Pérez en el conflicto.

Marko Cortés y el presidente municipal electo de Puebla, harto interesado en evitar la reelección de su adversaria, usaron Twitter para informar de un encuentro sostenido en la sede del partido en la capital del país.

Ambos personajes hicieron las publicaciones en esa red social el viernes, pero preste atención, la charla no se realizó ese día, sino el miércoles, 24 horas antes de que fuera anulado el consejo estatal del domingo 22 de agosto.

¿Casualidad?

No lo parece.

Fuentes del panismo le confiaron al autor de esta columna que Rivera Pérez aprovechó esa plática para protestar por lo que ocurre en Puebla en torno a la renovación de la dirigencia.

Cortés, en respuesta, le habría ofrecido poner más atención en los movimientos de la líder poblana y le habría garantizado piso y equidad para todos aquellos (aquellas) interesados en competir por la presidencia del CDE.

La queja del edil electo se habría sumado así a las de Rafael Micalco, Francisco Fraile, Blanca Jiménez, José Sánchez, Mario Riestra, Jesús Zaldívar, Marcos Castro y Roberto Grajales, entre otros, que de una u otra manera ya habían hecho llegar sus lamentos hasta el CEN.

Por eso es que la “cantada” reelección de Huerta podría ya no serlo.


***

El miércoles 18 de agosto se anticipó en esta columna que Eduardo Rivera podría convertirse en el aliado que el gobernador Miguel Barbosa necesita para llevar ante la justicia a Claudia Rivera Vivanco y algunos de sus colaboradores:

“Para que el presidente municipal electo pueda contribuir a los deseos del mandatario estatal, quien tiene la certeza de que Rivera Vivanco ha incurrido en excesos y desaseo en el manejo de los recursos públicos, tendrían que suceder dos cosas.

Una, que el panista encuentre no solo indicios, sino evidencia de que la administración de la edil emanada de Morena haya cometido desvío de recursos o desfalco al erario durante su paso por el ayuntamiento, y dos, que tenga la suficiente disposición política para colaborar con Miguel Barbosa en una tarea de esa naturaleza en contra de su antecesora.”

Una semana después, el jueves 26, a raíz de la cuarta reunión que Barbosa y Rivera sostuvieron en Casa Aguayo tras la elección del 6 de junio, el gobernador dijo de manera pública que el nuevo encuentro había servido para dialogar sobre el proceso de transición en el ayuntamiento de Puebla, y fue claro en sus palabras y en el tono:

“Primero vamos a ver qué encuentra; eso también se lo dejé muy clarito (Miguel Barbosa a Eduardo Rivera), vamos a ver qué encuentra; espero que encuentre todo bien, es lo que esperamos todos.”

La columna del 18 adquiere forma.


Twitter: @jorgerdzc

La “cantada” reelección de Genoveva Huerta Villegas al frente del Comité Directivo Estatal del PAN podría truncarse, posibilidad que se infiere a partir de la revisión de los acontecimientos ocurridos la semana pasada en ese partido político.

Como trascendió el jueves en tiempo real a través de Twitter, el Comité Ejecutivo Nacional del blanquiazul anuló la sesión del consejo estatal mediante la que se habían designado los integrantes de la Comisión Organizadora Electoral que servirá de árbitro para el cambio de dirigencia.

Esa misma tarde, Huerta Villegas convocó a una nueva sesión para reponer el proceso, apresurada por tratar de cumplir con los plazos que le permitieran mantener la concurrencia de la renovación de presidente estatal con la del nacional.

El CDE de Genoveva Huerta tenía un límite para presentar ante las instancias correspondientes del partido la Comisión Organizadora Electoral fiel y legalmente constituida.

Según la dirigente, ese plazo vencía el jueves a la media noche, por lo que todavía se encontraba en tiempo para reponer el proceso y caminar hacia su reelección, en paralelo a la de Marko Cortés; según sus opositores, había concluido el miércoles, por lo que ya no tenía manera legal de evitar el aplazamiento, un punto que para este grupo es crucial en el cumplimiento de sus fines.

Este detalle técnico podría convertirse en el punto de quiebre del proyecto reeleccionista de la líder estatal.

Definir a los cinco miembros de esa comisión debió ser un asunto político de mero trámite, aseado, cuidado hasta la pulcritud, pero no fue así, y se volvió un episodio de exhibicionismo partidista, que ratificó las fracturas entre grupos y evidenció todo aquello que una dirigente es capaz de hacer, como llamar a los suyos y excluir a los rivales, frente a los ojos de todos los actores involucrados, para retener el poder.

Genoveva Huerta espera el visto bueno del CEN a la repuesta sesión del jueves, que, se asegura, contó con la asistencia de 56 consejeros estatales acreditados por la notaria público número 4 de la ciudad de Puebla, para cerrar este capítulo.

Con el aval de Marko Cortés echará por tierra las críticas de sus opositores y enfilará hacia la contienda electoral del 24 de octubre.

Aquí entra, sin embargo, el segundo acontecimiento por analizar: la prevista intervención de Eduardo Rivera Pérez en el conflicto.

Marko Cortés y el presidente municipal electo de Puebla, harto interesado en evitar la reelección de su adversaria, usaron Twitter para informar de un encuentro sostenido en la sede del partido en la capital del país.

Ambos personajes hicieron las publicaciones en esa red social el viernes, pero preste atención, la charla no se realizó ese día, sino el miércoles, 24 horas antes de que fuera anulado el consejo estatal del domingo 22 de agosto.

¿Casualidad?

No lo parece.

Fuentes del panismo le confiaron al autor de esta columna que Rivera Pérez aprovechó esa plática para protestar por lo que ocurre en Puebla en torno a la renovación de la dirigencia.

Cortés, en respuesta, le habría ofrecido poner más atención en los movimientos de la líder poblana y le habría garantizado piso y equidad para todos aquellos (aquellas) interesados en competir por la presidencia del CDE.

La queja del edil electo se habría sumado así a las de Rafael Micalco, Francisco Fraile, Blanca Jiménez, José Sánchez, Mario Riestra, Jesús Zaldívar, Marcos Castro y Roberto Grajales, entre otros, que de una u otra manera ya habían hecho llegar sus lamentos hasta el CEN.

Por eso es que la “cantada” reelección de Huerta podría ya no serlo.


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El miércoles 18 de agosto se anticipó en esta columna que Eduardo Rivera podría convertirse en el aliado que el gobernador Miguel Barbosa necesita para llevar ante la justicia a Claudia Rivera Vivanco y algunos de sus colaboradores:

“Para que el presidente municipal electo pueda contribuir a los deseos del mandatario estatal, quien tiene la certeza de que Rivera Vivanco ha incurrido en excesos y desaseo en el manejo de los recursos públicos, tendrían que suceder dos cosas.

Una, que el panista encuentre no solo indicios, sino evidencia de que la administración de la edil emanada de Morena haya cometido desvío de recursos o desfalco al erario durante su paso por el ayuntamiento, y dos, que tenga la suficiente disposición política para colaborar con Miguel Barbosa en una tarea de esa naturaleza en contra de su antecesora.”

Una semana después, el jueves 26, a raíz de la cuarta reunión que Barbosa y Rivera sostuvieron en Casa Aguayo tras la elección del 6 de junio, el gobernador dijo de manera pública que el nuevo encuentro había servido para dialogar sobre el proceso de transición en el ayuntamiento de Puebla, y fue claro en sus palabras y en el tono:

“Primero vamos a ver qué encuentra; eso también se lo dejé muy clarito (Miguel Barbosa a Eduardo Rivera), vamos a ver qué encuentra; espero que encuentre todo bien, es lo que esperamos todos.”

La columna del 18 adquiere forma.


Twitter: @jorgerdzc