/ viernes 20 de mayo de 2022

A Puerta Cerrada | ¿Eduardo y Genoveva unidos?

Una sensación de vulnerabilidad frente a un poder más grande, más robusto y más fuerte podría haber orillado al presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, a buscar la suma de liderazgos en el PAN para resistir eventuales embates, aun cuando esos nuevos aliados fuesen considerados enemigos en el pasado, como Genoveva Huerta Villegas.

La relación del gobernador Miguel Barbosa con el edil Eduardo Rivera se ha convertido en una suerte de montaña rusa a la que sube uno por primera vez sin saber en qué momento llegará una vuelta vertiginosa o un descenso al vacío, pero ahora mismo el segundo de ellos da por inexistente la posibilidad de lograr una reconciliación, después de la suma de algunos episodios negativos ocurridos a partir de los festejos conmemorativos por la batalla del 5 de mayo.

Al interior del equipo compacto de colaboradores del alcalde se asegura que este ya les ha compartido su percepción acerca de lo que sucede con el gobernador y se advierte que no es nada positiva.

Según esto, en lugar de pensar que la relación transcurre por un momento complicado, pero temporal, Rivera les habría dicho que cree que en esta ocasión no habrá retorno a la camaradería que mostraron los dos gobernantes en el principio de la administración municipal, en octubre del año pasado, cuando desde el presídium instalado en el Centro Expositor se manifestó una cascada de parabienes.

Durante las últimas semanas han sido notables dos diferencias que han cubierto los espacios principales de los medios de comunicación.

Una tiene que ver con la entrega de la administración de los parquímetros a la empresa Parkimovil y otra con la pretendida remunicipalización de los servicios de agua potable, drenaje y alcantarillado, que no es un hecho consumado, pero que podría ocurrir si el gobierno del estado y la empresa Agua de Puebla deciden dar por terminado el contrato de concesión.

La discusión pública de esos dos asuntos ha puesto en el blanco de los cuestionamientos al presidente municipal, a quien el mismo mandatario ha señalado por favorecer los intereses del Yunque (a través de Parkimovil) y acusado de haber sido parte del grupo de cómplices que en 2014 ayudó a Rafael Moreno Valle a privatizar el servicio de agua.

El punto es que los diferendos no se han quedado solo en el terreno mediático.

El 6 de mayo, Miguel Barbosa le negó el saludo a Eduardo Rivera, en los minutos finales del acto de representación de la Batalla de Puebla, que se escenificó en la zona militar. Pese a la insistencia del edil, el mandatario no le extendió la mano ni volteó a verlo.

Un gesto parecido sucedió el domingo 15 de mayo, en el acto de clausura de la feria.

Barbosa aplaudió casi todas las veces que el presentador del evento mencionó uno por uno a los asistentes. Cuando tocó el turno a Eduardo Rivera, omitió la cortesía, lo que no fue considerado un accidente en el palacio municipal.

La permanencia de diferencias y su intensificación ha llevado al edil emanado del PAN a concluir que no habrá punto de retorno en esa relación, lo que bien podría tener vínculo directo con el arribo de Genoveva Huerta al arranque del programa de bacheo celebrado el miércoles.

La sensación de fragilidad es la que conduce a los hombres (y mujeres) de poder a buscar alianzas impensables con el fin de incrementar fuerzas. Quizá ese sea el motivo de la búsqueda de la diputada federal, que representa una pieza importante para conseguir la unidad que el blanquiazul y Rivera requieren para el 2024.

Twitter: @jorgerdzc

Una sensación de vulnerabilidad frente a un poder más grande, más robusto y más fuerte podría haber orillado al presidente municipal de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, a buscar la suma de liderazgos en el PAN para resistir eventuales embates, aun cuando esos nuevos aliados fuesen considerados enemigos en el pasado, como Genoveva Huerta Villegas.

La relación del gobernador Miguel Barbosa con el edil Eduardo Rivera se ha convertido en una suerte de montaña rusa a la que sube uno por primera vez sin saber en qué momento llegará una vuelta vertiginosa o un descenso al vacío, pero ahora mismo el segundo de ellos da por inexistente la posibilidad de lograr una reconciliación, después de la suma de algunos episodios negativos ocurridos a partir de los festejos conmemorativos por la batalla del 5 de mayo.

Al interior del equipo compacto de colaboradores del alcalde se asegura que este ya les ha compartido su percepción acerca de lo que sucede con el gobernador y se advierte que no es nada positiva.

Según esto, en lugar de pensar que la relación transcurre por un momento complicado, pero temporal, Rivera les habría dicho que cree que en esta ocasión no habrá retorno a la camaradería que mostraron los dos gobernantes en el principio de la administración municipal, en octubre del año pasado, cuando desde el presídium instalado en el Centro Expositor se manifestó una cascada de parabienes.

Durante las últimas semanas han sido notables dos diferencias que han cubierto los espacios principales de los medios de comunicación.

Una tiene que ver con la entrega de la administración de los parquímetros a la empresa Parkimovil y otra con la pretendida remunicipalización de los servicios de agua potable, drenaje y alcantarillado, que no es un hecho consumado, pero que podría ocurrir si el gobierno del estado y la empresa Agua de Puebla deciden dar por terminado el contrato de concesión.

La discusión pública de esos dos asuntos ha puesto en el blanco de los cuestionamientos al presidente municipal, a quien el mismo mandatario ha señalado por favorecer los intereses del Yunque (a través de Parkimovil) y acusado de haber sido parte del grupo de cómplices que en 2014 ayudó a Rafael Moreno Valle a privatizar el servicio de agua.

El punto es que los diferendos no se han quedado solo en el terreno mediático.

El 6 de mayo, Miguel Barbosa le negó el saludo a Eduardo Rivera, en los minutos finales del acto de representación de la Batalla de Puebla, que se escenificó en la zona militar. Pese a la insistencia del edil, el mandatario no le extendió la mano ni volteó a verlo.

Un gesto parecido sucedió el domingo 15 de mayo, en el acto de clausura de la feria.

Barbosa aplaudió casi todas las veces que el presentador del evento mencionó uno por uno a los asistentes. Cuando tocó el turno a Eduardo Rivera, omitió la cortesía, lo que no fue considerado un accidente en el palacio municipal.

La permanencia de diferencias y su intensificación ha llevado al edil emanado del PAN a concluir que no habrá punto de retorno en esa relación, lo que bien podría tener vínculo directo con el arribo de Genoveva Huerta al arranque del programa de bacheo celebrado el miércoles.

La sensación de fragilidad es la que conduce a los hombres (y mujeres) de poder a buscar alianzas impensables con el fin de incrementar fuerzas. Quizá ese sea el motivo de la búsqueda de la diputada federal, que representa una pieza importante para conseguir la unidad que el blanquiazul y Rivera requieren para el 2024.

Twitter: @jorgerdzc