/ miércoles 10 de agosto de 2022

A Puerta Cerrada | El último empujón para Eduardo Rivera

El inminente arribo de Javier Lozano Alarcón a la puja por la candidatura del PAN al gobierno del estado ha encendido las alarmas entre los integrantes del grupo político que se ha hecho del control del partido, porque piensan, y con razón, que el exsenador y exsecretario del Trabajo podrá aglutinar a los morenovallistas que fueron excluidos con la llegada de Augusta Valentina Díaz de Rivera a la dirigencia estatal.

Los aliados que tiene Eduardo Rivera Pérez dentro y fuera del ayuntamiento de Puebla armaron escenarios catastróficos una vez que pudieron confirmar el trascendido publicado en esta columna el lunes, relacionado con las aspiraciones de Lozano para disputarle al presidente municipal la más preciada de las candidaturas que estarán en juego en 2024.

Si Lozano participa en el proceso, que habrá de ponerse en marcha el año que viene, gana la postulación y después vence en las urnas al candidato de Morena y la 4T, ese hipotético acontecimiento, lejano, sí, pero no imposible, significará el retorno de una buena parte del grupo que gobernó junto con el extinto Rafael Moreno Valle y la vuelta al olvido de la clase política y empresarial que ha recobrado bríos con Eduardo Rivera: la ultraderecha y el yunque.

Es comprensible la preocupación, que seguramente derivará en el trazado de alguna estrategia para tratar de impedir que germine todo esfuerzo de Javier Lozano por entrarle de lleno a la contienda y ser considerado como un aspirante real por los grupos de poder y los liderazgos que cohabitan en ese partido.

Sin embargo, visto de otra manera, el ingreso del exsenador puede también servir de elemento motivador para el alcalde, quien, según algunos de sus colaboradores, todavía alberga algunas dudas acerca de la conveniencia de separarse del ayuntamiento (y abandonar toda posibilidad de reelección) para competir por la gubernatura.

Razonado así, el factor Lozano podría servir de último empujón.

Ante la inexistencia de otro perfil que tenga cualidades y capacidades para competir por la vía del PAN, Rivera y aliados se verán obligados a cerrarle el paso a Lozano de la única manera civilizada posible: ganándole la candidatura por los medios institucionales que fijará no solo el partido blanquiazul, sino el resto de los institutos que irán en coalición electoral para hacerle frente a Morena, como el PRD y el PRI.

Si Rivera Pérez decide no ir, le dejará el camino libre a su rival, un hecho que no se puede permitir después de haber pasado episodios amargos a partir del ascenso de Moreno Valle al poder, en el cada vez más lejano 2011, a menos, claro, que maneje las negociaciones con los dirigentes de los partidos involucrados en la alianza para favorecer a un militante del tricolor.

Entonces aquí entrarían nombres como el de Jorge Estefan Chidiac, que hasta ahora tenía el objetivo puesto en el senado de la república, pero que no asumiría de mala manera su incorporación como tirador emergente.

Todas son, por lo pronto, meras conjeturas.

Twitter: @jorgerdzc

El inminente arribo de Javier Lozano Alarcón a la puja por la candidatura del PAN al gobierno del estado ha encendido las alarmas entre los integrantes del grupo político que se ha hecho del control del partido, porque piensan, y con razón, que el exsenador y exsecretario del Trabajo podrá aglutinar a los morenovallistas que fueron excluidos con la llegada de Augusta Valentina Díaz de Rivera a la dirigencia estatal.

Los aliados que tiene Eduardo Rivera Pérez dentro y fuera del ayuntamiento de Puebla armaron escenarios catastróficos una vez que pudieron confirmar el trascendido publicado en esta columna el lunes, relacionado con las aspiraciones de Lozano para disputarle al presidente municipal la más preciada de las candidaturas que estarán en juego en 2024.

Si Lozano participa en el proceso, que habrá de ponerse en marcha el año que viene, gana la postulación y después vence en las urnas al candidato de Morena y la 4T, ese hipotético acontecimiento, lejano, sí, pero no imposible, significará el retorno de una buena parte del grupo que gobernó junto con el extinto Rafael Moreno Valle y la vuelta al olvido de la clase política y empresarial que ha recobrado bríos con Eduardo Rivera: la ultraderecha y el yunque.

Es comprensible la preocupación, que seguramente derivará en el trazado de alguna estrategia para tratar de impedir que germine todo esfuerzo de Javier Lozano por entrarle de lleno a la contienda y ser considerado como un aspirante real por los grupos de poder y los liderazgos que cohabitan en ese partido.

Sin embargo, visto de otra manera, el ingreso del exsenador puede también servir de elemento motivador para el alcalde, quien, según algunos de sus colaboradores, todavía alberga algunas dudas acerca de la conveniencia de separarse del ayuntamiento (y abandonar toda posibilidad de reelección) para competir por la gubernatura.

Razonado así, el factor Lozano podría servir de último empujón.

Ante la inexistencia de otro perfil que tenga cualidades y capacidades para competir por la vía del PAN, Rivera y aliados se verán obligados a cerrarle el paso a Lozano de la única manera civilizada posible: ganándole la candidatura por los medios institucionales que fijará no solo el partido blanquiazul, sino el resto de los institutos que irán en coalición electoral para hacerle frente a Morena, como el PRD y el PRI.

Si Rivera Pérez decide no ir, le dejará el camino libre a su rival, un hecho que no se puede permitir después de haber pasado episodios amargos a partir del ascenso de Moreno Valle al poder, en el cada vez más lejano 2011, a menos, claro, que maneje las negociaciones con los dirigentes de los partidos involucrados en la alianza para favorecer a un militante del tricolor.

Entonces aquí entrarían nombres como el de Jorge Estefan Chidiac, que hasta ahora tenía el objetivo puesto en el senado de la república, pero que no asumiría de mala manera su incorporación como tirador emergente.

Todas son, por lo pronto, meras conjeturas.

Twitter: @jorgerdzc