/ lunes 20 de febrero de 2023

A Puerta Cerrada | Los años perdidos en Puebla

En seis años, de enero de 2017 a enero de 2023, Puebla ha tenido ocho gobernadores o encargados de despacho en un periodo plagado de acontecimientos extraordinarios que han agitado la estabilidad política y social del estado.

Rafael Moreno Valle, el primer gobernador emanado de un partido diferente al PRI, vivió su último mes como jefe del Poder Ejecutivo en enero de 2017, pero antes había preparado el camino para la llegada de su sucesor: José Antonio Gali Fayad.

Gali fue un minigobernador de 22 meses.

Estuvo en el cargo de febrero de 2017 a diciembre de 2018.

Martha Erika Alonso Hidalgo, esposa de Moreno Valle, rindió protesta el 14 de diciembre de ese año, después de sostener un largo y estridente conflicto postelectoral con Miguel Barbosa Huerta.

Sin embargo, duró solo 10 días, hasta el 24 de diciembre, cuando el helicóptero en que viajaba se desplomó con ella y otros pasajeros a bordo, entre quienes se encontraba Moreno Valle, para esa fecha senador de la república.

Entonces tocó el turno de Jesús Rodríguez Almeida, quien era su secretario de Gobernación.

El político nacido en la Ciudad de México fue encargado de despacho hasta el 21 de enero de 2019.

La mayoría de Morena apostada en el Congreso del estado y un ala fortalecida del PRI concretaron su primera alianza en tiempos de la cuarta transformación para designar al priista Guillermo Pacheco Pulido.

Pacheco fue gobernador interino del 21 de enero al 31 de julio, apenas seis meses.

En ese tiempo se celebraron elecciones extraordinarias que dieron como resultado la unción de Barbosa Huerta.

Barbosa fue postulado por Morena y estuvo en el cargo del 1 de agosto de 2019 al 13 de diciembre de 2022. Tres años con tres meses y dos semanas.

Su muerte, ocurrida por causas naturales, dio paso al mandato más breve de todo este periodo.

Ana Lucía Hill fue encargada de despacho por un día: el 14 de diciembre, y nada más.

La noche del 14, Sergio Salomón Céspedes Peregrina dejó su lugar en el Poder Legislativo y en la madrugada del 15 rindió protesta como gobernador sustituto, para hacerse cargo de la administración estatal hasta diciembre de 2024, por un tiempo similar al de Gali.

Desde la construcción de la primera minigubernatura, hasta las muertes de Martha Erika y Miguel Barbosa y la necesidad de recurrir a procesos especiales para definir a sus relevos, se han empleado torrentes de análisis para desmenuzar los hechos desde el punto de vista político, pero poco o nada se han enfocado en la parte social, donde hay muchos aspectos que atender como consecuencia de todo este hilo de inesperados acontecimientos.

La ecuación es sencilla.

Que haya habido tantos mandatarios o encargados de despacho en un periodo cortísimo significa que no se ha podido desarrollar un proyecto de gobierno de largo alcance, que, precisamente por su característica de extendida vigencia en el tiempo, ayude a combatir con éxito los rezagos sociales que arrastra Puebla.

Economía, empleo, pobreza, seguridad, impartición de justicia, salud, movilidad, transparencia y en general todas las áreas del desarrollo se han visto deterioradas con esas interrupciones.

Agréguele además las afectaciones provocadas por la pandemia.

Barbosa, el Ejecutivo que más tiempo duró en el cargo en estos seis años, no pudo cimentar las bases para el futuro.

Antes de su muerte, los defensores del morenista argumentaban que la covid-19 se lo había impedido, que la enfermedad global le había obligado a concentrar los recursos en su atención. Hoy dicen que no tuvo tiempo para hacerlo.

La realidad es que, entre cambio y cambio, entre pausa y pausa, los poblanos llevamos seis años tratando de hallar el rumbo.

Al final de esa tortuosa serie de transiciones aparece Céspedes Peregrina, quien tiene en sus manos la oportunidad de decidir qué tipo de gobernador quiere ser, si uno que amplíe la lista de desafortunados sucesos, iniciada a principios de 2017, o uno que, verdaderamente, represente el comienzo de una etapa de reconstrucción social.

Dos años son muy poco tiempo, pero algo se puede hacer, incluso en medio de la efervescencia local por la sucesión y la inquietante vigilancia de un presidente (Andrés Manuel López Obrador) en extremo centralista y autoritario.

El Sol de Puebla publica este día un trabajo especial bajo la firma del reportero Daniel Cruz Cortés. El texto es un esfuerzo periodístico por poner la atención en esos temas que significan un complejo reto para el presente, de cara al futuro.

Twitter: @jorgerdzc

En seis años, de enero de 2017 a enero de 2023, Puebla ha tenido ocho gobernadores o encargados de despacho en un periodo plagado de acontecimientos extraordinarios que han agitado la estabilidad política y social del estado.

Rafael Moreno Valle, el primer gobernador emanado de un partido diferente al PRI, vivió su último mes como jefe del Poder Ejecutivo en enero de 2017, pero antes había preparado el camino para la llegada de su sucesor: José Antonio Gali Fayad.

Gali fue un minigobernador de 22 meses.

Estuvo en el cargo de febrero de 2017 a diciembre de 2018.

Martha Erika Alonso Hidalgo, esposa de Moreno Valle, rindió protesta el 14 de diciembre de ese año, después de sostener un largo y estridente conflicto postelectoral con Miguel Barbosa Huerta.

Sin embargo, duró solo 10 días, hasta el 24 de diciembre, cuando el helicóptero en que viajaba se desplomó con ella y otros pasajeros a bordo, entre quienes se encontraba Moreno Valle, para esa fecha senador de la república.

Entonces tocó el turno de Jesús Rodríguez Almeida, quien era su secretario de Gobernación.

El político nacido en la Ciudad de México fue encargado de despacho hasta el 21 de enero de 2019.

La mayoría de Morena apostada en el Congreso del estado y un ala fortalecida del PRI concretaron su primera alianza en tiempos de la cuarta transformación para designar al priista Guillermo Pacheco Pulido.

Pacheco fue gobernador interino del 21 de enero al 31 de julio, apenas seis meses.

En ese tiempo se celebraron elecciones extraordinarias que dieron como resultado la unción de Barbosa Huerta.

Barbosa fue postulado por Morena y estuvo en el cargo del 1 de agosto de 2019 al 13 de diciembre de 2022. Tres años con tres meses y dos semanas.

Su muerte, ocurrida por causas naturales, dio paso al mandato más breve de todo este periodo.

Ana Lucía Hill fue encargada de despacho por un día: el 14 de diciembre, y nada más.

La noche del 14, Sergio Salomón Céspedes Peregrina dejó su lugar en el Poder Legislativo y en la madrugada del 15 rindió protesta como gobernador sustituto, para hacerse cargo de la administración estatal hasta diciembre de 2024, por un tiempo similar al de Gali.

Desde la construcción de la primera minigubernatura, hasta las muertes de Martha Erika y Miguel Barbosa y la necesidad de recurrir a procesos especiales para definir a sus relevos, se han empleado torrentes de análisis para desmenuzar los hechos desde el punto de vista político, pero poco o nada se han enfocado en la parte social, donde hay muchos aspectos que atender como consecuencia de todo este hilo de inesperados acontecimientos.

La ecuación es sencilla.

Que haya habido tantos mandatarios o encargados de despacho en un periodo cortísimo significa que no se ha podido desarrollar un proyecto de gobierno de largo alcance, que, precisamente por su característica de extendida vigencia en el tiempo, ayude a combatir con éxito los rezagos sociales que arrastra Puebla.

Economía, empleo, pobreza, seguridad, impartición de justicia, salud, movilidad, transparencia y en general todas las áreas del desarrollo se han visto deterioradas con esas interrupciones.

Agréguele además las afectaciones provocadas por la pandemia.

Barbosa, el Ejecutivo que más tiempo duró en el cargo en estos seis años, no pudo cimentar las bases para el futuro.

Antes de su muerte, los defensores del morenista argumentaban que la covid-19 se lo había impedido, que la enfermedad global le había obligado a concentrar los recursos en su atención. Hoy dicen que no tuvo tiempo para hacerlo.

La realidad es que, entre cambio y cambio, entre pausa y pausa, los poblanos llevamos seis años tratando de hallar el rumbo.

Al final de esa tortuosa serie de transiciones aparece Céspedes Peregrina, quien tiene en sus manos la oportunidad de decidir qué tipo de gobernador quiere ser, si uno que amplíe la lista de desafortunados sucesos, iniciada a principios de 2017, o uno que, verdaderamente, represente el comienzo de una etapa de reconstrucción social.

Dos años son muy poco tiempo, pero algo se puede hacer, incluso en medio de la efervescencia local por la sucesión y la inquietante vigilancia de un presidente (Andrés Manuel López Obrador) en extremo centralista y autoritario.

El Sol de Puebla publica este día un trabajo especial bajo la firma del reportero Daniel Cruz Cortés. El texto es un esfuerzo periodístico por poner la atención en esos temas que significan un complejo reto para el presente, de cara al futuro.

Twitter: @jorgerdzc