En condiciones políticas normales habría sido muy extraño que el presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política del Congreso, Eduardo Castillo López, de Morena, diera todas las facilidades a los diputados del PAN para llamar a comparecer a la secretaria de Planeación y Finanzas del gobierno del estado, Teresa Castro Corro, pero en el contexto de resistencias y aparente rebelión que se da al seno del grupo en el poder este hecho resulta perfectamente comprensible.
El martes pasado, Rafael Micalco Méndez, a nombre del grupo legislativo del partido blanquiazul, presentó un documento para solicitar la comparecencia de Castro Corro, con el fin de que explique los detalles ocurridos en torno a la inversión de 600 millones de pesos que hizo la administración de Miguel Barbosa Huerta en una institución bancaria que poco tiempo después quedó en bancarrota.
Apenas dos días después, el jueves, la petición de los panistas para llevar al pleno del Congreso a la servidora pública fue aprobada por todos los integrantes del órgano de gobierno, incluido el presidente y líder de los legisladores de Morena, el grupo mayoritario, Castillo López.
A estas alturas Castro Corro ya debió recibir un citatorio para comparecer ante los 41 diputados en la sesión ordinaria del 1 junio.
No se trata de un asunto menor.
La secretaria fue la mujer de todas las confianzas del extinto Barbosa para el manejo de los recursos públicos de la entidad.
Ella debe saber todo lo que sucedió desde agosto de 2019 hasta diciembre de 2022.
O casi todo.
Vayamos ahora con una historia paralela.
Esta misma semana reapareció la señora María del Rosario Orozco Caballero en la escena pública.
La viuda del exgobernador estrenó cuenta de facebook con una bien trabajada imagen personal (“Charito Orozco”, con los colores de Morena) y acudió a San Nicolás de los Ranchos para regalar cubrebocas y botellas de agua, en un acontecimiento que se difundió a través de los canales oficiales del ayuntamiento de ese municipio cercano a las faldas del Popocatépetl.
Para observadores ajenos a la política esa combinación de sucesos pudo haberse visto como el desinteresado gusto de la señora Orozco por ayudar a las comunidades pobres del estado mediante actos de caridad, pero para aquellos metidos en temas políticos no fue así.
Los integrantes del círculo rojo interpretaron estos hechos como el comienzo de una estrategia de la esposa y viuda del exgobernador para tratar de competir, en el futuro cercano, por un puesto de elección popular.
Antes de saber qué cargo quiere, en caso de que se confirme lo que ya se ha convertido en una percepción generalizada, lo que importa es saber quiénes la apoyan en esta aventura y si cuenta o no con el visto bueno del gobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina.
En la respuesta a esas dos preguntas se encontrará también el nivel de seriedad que habrá de darle a las aspiraciones de Orozco, las que sean.
Aquí es donde se juntan las dos historias.
Llamar al banquillo a Castro Corro no parece una casualidad, sino un mensaje a Orozco y a quienes se resisten a dejar el poder (y los beneficios que éste les obsequió) para recordarles quién manda en Puebla ahora.
Twitter: @jorgerdzc