/ sábado 31 de octubre de 2020

¿A qué monstruos verdaderamente hay que temer?

En estos días previos a la festividad dedicada a los fallecidos, nos encontramos con una serie de representaciones que vinculan el terror con la muerte, obedeciendo más a la ficción a lo que es una parte inescindible de la vida. En este sentido, creo que hay personajes terrenales que deberían inspirar más terror que algún vampiro o momia.

La cesación de la vida es algo sumamente estudiado y discutido, como decía Gandhi, es quizá el misterio más grande y que no se resolverá nunca, sin embargo, hay que entender que todo lo que es vital, por definición, tiene que fenecer, he ahí que hay que hacer la valoración de todos y cada uno de los instantes que experimentamos, ya que son únicos e irrepetibles, lo que los hace invaluables.

Es más, me atrevo a decir que el tiempo de un hombre vale más que el de cualquier dios, ya que el nuestro es finito y el de una deidad es interminable, lo cual puede sonar atractivo y lo ha sido en muchas ocasiones, para muestra tenemos los esfuerzos por encontrar la fuente de la juventud o la piedra filosofal, sin embargo, una vida sin final sí podría ser algo terrorífico por el hartazgo al que se llegaría y una repetición de actos que nos llevaría hasta la náusea.

Ahora bien, hace siglos reinaba la superstición, el teocentrismo y la ignorancia debido a que no había conocimientos firmes que les hicieran frente, ahora esos tres elementos también están muy presentes, pero porque ahora porque hay exceso de información, falsa y verdadera, con lo que se banaliza y se crean los fanatismos que hoy vemos tan presentes. Pues en esas épocas pasadas surgieron las historias y los mitos acerca de seres del más allá, algunas muy bien redactadas y hasta con calidad literaria, como pueden ser Drácula, el monstruo del doctor Frankenstein, hombres lobo, momias y hasta el mismísimo Satanás, el cual ha sido un invento de distintas religiones para legitimar a un dios, recordando que para que haya un héroe debe haber un villano, aunque personalmente creo que la fuente de buena parte de la maldad del mundo viene precisamente de creer en deidades toda bondad.

La ciencia y la filosofía nos han demostrado que no hay esas criaturas en la realidad, pero sí en la mente de quien quiere creer en ellas, por lo que se acredita su existencia de algún modo.

Creo que no hay que tener miedo a la muerte, porque cuando ella es, nosotros ya no somos (Epícuro), más temor puede inspirar la vida ante tantas calamidades que vemos a diario, a eso sí hay que tener miedo.

Es entonces que enunciaremos a los “monstruos contemporáneos”: en primer lugar tenemos a quien no lee, no comprende, pero sí opina en redes sociales, llegando a crear individuos que no saben, pero creen que sí, como aquellos que niegan la existencia del covid y se asumen como expertos en todas las materias, criticando ferozmente cualquier contenido, a esto se le conoce como efecto Dunning-Kruger, tan presente en las redes sociales y que causa una desinformación terrible.

También tenemos a muchos políticos y gente acaudalada, quien no tiene respeto por nadie ni por nada y cree que cualquier conducta que contribuya a sus fines está justificada, para muestra tenemos a diversos personajes, de todos los partidos, quienes se caracterizan por su intolerancia, corrupción y represión a sus adversarios.

Si bien todo ser humano vive con diversas contradicciones, lo cual puede considerarse hasta normal, el problema es que en este mundo egoísta, basado demasiado en la apariencia, muchos quieren mostrarse “perfectos” o altruistas, cuando en realidad son malas personas y con muchos defectos, como aquel que debe la pensión alimenticia de sus hijos, pero sube fotos alimentando a perros callejeros para obtener el aplauso de quienes lo ven como un hombre ejemplar.

Para acabar la lista de estas “criaturas malévolas”, tenemos a los pseudo activistas intolerantes, aquellos que toman su causa como algo prioritario y tratan de imponerla a los demás de la forma que sea, de forma violenta e infundada; también tenemos a los llamados neopuritanos, aquellos que se ofenden de todo y quieren censurar las conductas que, según ellos, están mal, así como lo hacía el Santo Oficio. En esos tenemos a quienes quieren prohibir corridas de todos, concursos de belleza o quieren borrar las historia por considerarla incómoda. Eso es un fascismo y atenta contra la libertad de pensamiento.

Haciendo una analogía, no tenemos balas de plata ni crucifijos para luchar contra los males mencionados, lo único que podemos hacer es fomentar el conocimiento y, sobre todo, la tolerancia y pluralidad en un mundo lleno de esos tres elementos que reinaban hace siglos y que, de forma muy desgraciada, siguen causando mucho mal a la humanidad: la superstición, la ignorancia y el teocentrismo. Disfrutemos esta fiesta y demos la bienvenida a nuestros muertos o a su recuerdo. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

En estos días previos a la festividad dedicada a los fallecidos, nos encontramos con una serie de representaciones que vinculan el terror con la muerte, obedeciendo más a la ficción a lo que es una parte inescindible de la vida. En este sentido, creo que hay personajes terrenales que deberían inspirar más terror que algún vampiro o momia.

La cesación de la vida es algo sumamente estudiado y discutido, como decía Gandhi, es quizá el misterio más grande y que no se resolverá nunca, sin embargo, hay que entender que todo lo que es vital, por definición, tiene que fenecer, he ahí que hay que hacer la valoración de todos y cada uno de los instantes que experimentamos, ya que son únicos e irrepetibles, lo que los hace invaluables.

Es más, me atrevo a decir que el tiempo de un hombre vale más que el de cualquier dios, ya que el nuestro es finito y el de una deidad es interminable, lo cual puede sonar atractivo y lo ha sido en muchas ocasiones, para muestra tenemos los esfuerzos por encontrar la fuente de la juventud o la piedra filosofal, sin embargo, una vida sin final sí podría ser algo terrorífico por el hartazgo al que se llegaría y una repetición de actos que nos llevaría hasta la náusea.

Ahora bien, hace siglos reinaba la superstición, el teocentrismo y la ignorancia debido a que no había conocimientos firmes que les hicieran frente, ahora esos tres elementos también están muy presentes, pero porque ahora porque hay exceso de información, falsa y verdadera, con lo que se banaliza y se crean los fanatismos que hoy vemos tan presentes. Pues en esas épocas pasadas surgieron las historias y los mitos acerca de seres del más allá, algunas muy bien redactadas y hasta con calidad literaria, como pueden ser Drácula, el monstruo del doctor Frankenstein, hombres lobo, momias y hasta el mismísimo Satanás, el cual ha sido un invento de distintas religiones para legitimar a un dios, recordando que para que haya un héroe debe haber un villano, aunque personalmente creo que la fuente de buena parte de la maldad del mundo viene precisamente de creer en deidades toda bondad.

La ciencia y la filosofía nos han demostrado que no hay esas criaturas en la realidad, pero sí en la mente de quien quiere creer en ellas, por lo que se acredita su existencia de algún modo.

Creo que no hay que tener miedo a la muerte, porque cuando ella es, nosotros ya no somos (Epícuro), más temor puede inspirar la vida ante tantas calamidades que vemos a diario, a eso sí hay que tener miedo.

Es entonces que enunciaremos a los “monstruos contemporáneos”: en primer lugar tenemos a quien no lee, no comprende, pero sí opina en redes sociales, llegando a crear individuos que no saben, pero creen que sí, como aquellos que niegan la existencia del covid y se asumen como expertos en todas las materias, criticando ferozmente cualquier contenido, a esto se le conoce como efecto Dunning-Kruger, tan presente en las redes sociales y que causa una desinformación terrible.

También tenemos a muchos políticos y gente acaudalada, quien no tiene respeto por nadie ni por nada y cree que cualquier conducta que contribuya a sus fines está justificada, para muestra tenemos a diversos personajes, de todos los partidos, quienes se caracterizan por su intolerancia, corrupción y represión a sus adversarios.

Si bien todo ser humano vive con diversas contradicciones, lo cual puede considerarse hasta normal, el problema es que en este mundo egoísta, basado demasiado en la apariencia, muchos quieren mostrarse “perfectos” o altruistas, cuando en realidad son malas personas y con muchos defectos, como aquel que debe la pensión alimenticia de sus hijos, pero sube fotos alimentando a perros callejeros para obtener el aplauso de quienes lo ven como un hombre ejemplar.

Para acabar la lista de estas “criaturas malévolas”, tenemos a los pseudo activistas intolerantes, aquellos que toman su causa como algo prioritario y tratan de imponerla a los demás de la forma que sea, de forma violenta e infundada; también tenemos a los llamados neopuritanos, aquellos que se ofenden de todo y quieren censurar las conductas que, según ellos, están mal, así como lo hacía el Santo Oficio. En esos tenemos a quienes quieren prohibir corridas de todos, concursos de belleza o quieren borrar las historia por considerarla incómoda. Eso es un fascismo y atenta contra la libertad de pensamiento.

Haciendo una analogía, no tenemos balas de plata ni crucifijos para luchar contra los males mencionados, lo único que podemos hacer es fomentar el conocimiento y, sobre todo, la tolerancia y pluralidad en un mundo lleno de esos tres elementos que reinaban hace siglos y que, de forma muy desgraciada, siguen causando mucho mal a la humanidad: la superstición, la ignorancia y el teocentrismo. Disfrutemos esta fiesta y demos la bienvenida a nuestros muertos o a su recuerdo. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.