/ viernes 20 de septiembre de 2019

ABA

Leyendo en este puente de fiestas patrias el libro de Kazuo Murakami “El Código Divino de la Vida”, me encontré con una anécdota reflexiva que hoy quisiera compartir contigo, querida Puebla. “El agrónomo Shigeo Nozawa no estaba de acuerdo con la creencia unánime de que la tierra es esencial para cultivar vegetales.

Es sabido que las plantas echan sus raíces en el suelo para absorber sus nutrientes y la humedad que necesitan para crecer. Claro que también necesitan luz solar y aire, pero a la tierra siempre se le ha considerado uno de los aspectos más importantes para el cultivo.” No obstante, este científico japonés pensaba que “la capacidad de crecimiento inherente de una planta se inhibía por tener sus raíces en la tierra, entonces empezó a sembrarlas en agua, con lo cual liberó las raíces de su confinamiento y les permitió absorber con libertad los nutrientes de la naturaleza. A esto se le conoció como método hidropónico, y el resultado fue revelador y sorprendente: plantas de tomate que producían mil veces más frutos que las convencionales. Nozawa fue capaz de ver la vida desde la perspectiva de una planta de tomate”. Si su filosofía ayudó a las plantas de tomate a alcanzar su potencial, ¿qué pasaría –se pregunta Kazuo Murakami- si la aplicamos a los seres humanos?

Aunque realmente el ser humano lucha constantemente por desarrollar todo su potencial, queda atrapado en la percepción de sus limitaciones, que casi siempre se basan en la comparación con otras personas, lo cual es un punto de vista muy pobre. Nozawa con su teoría de la hidroponía demostró que romper los paradigmas es el fundamento de nuevas percepciones. Si la tierra inhibe el crecimiento de las plantas, ¿cuáles son los factores que inhiben el desarrollo del potencial humano?

Considero que más que la complacencia, es nuestra manera de pensar lo que nos inhibe en nuestro potencial de desarrollo. ¿Qué clase de pensamiento es nocivo?, pues el que viola las leyes de la naturaleza. Por lo tanto, cuando nuestros genes están en armonía con las leyes de la naturaleza, trabajan para proteger la vida y hacerla florecer en armonía.

La fuente de toda insatisfacción humana está en la falta de aceptación a lo que nos sucede y se nos presenta, sea considerado bueno o malo según nuestras creencias. No aceptar la vida como se presenta es resistirse a ella, es negarla, es vivir en frustración constante, lo cual degenera en una enfermedad a la larga porque vivimos produciendo cortisol en nuestro organismo, lo que al final nos lesiona. Debemos comprender en nuestra evolución que eso “malo” que nos ocurrió si es persona se llama “maestro” y si es circunstancia se llama “experiencia”. Por lo tanto, lo aconsejable es fluir con la vida e implícitamente aceptarla.

La única forma de vencer a la naturaleza es obedecerla y reverenciarla, y este acto de amor constante, si lo practicamos con verdadera conciencia, estaremos bendiciendo a la vida en nuestra vida, armonizando la naturaleza con nosotros. La vida está llena de altibajos y a veces parece imposible tener buenas intenciones, pero siempre será útil recordar que vivimos no solo por mérito de nuestra propia fuerza o ingenio, sino también gracias al invaluable regalo que nos ha conferido la naturaleza. Podemos vivir agradecidos por el solo hecho de estar vivos cada día.

Practicar el ABA: Aceptar, Bendecir, Agradecer, es romper resistencias y empezar a desatar todo nuestro potencial que nos permita ver la vida como un auténtico ser humano y no como un paria o un esclavo.

Gracias Puebla. Escúchame mañana sábado a las 9 de la mañana en mi programa “CONVERSACIONES”, en ABC Radio, 12.80 AM, y recuerda: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”

Leyendo en este puente de fiestas patrias el libro de Kazuo Murakami “El Código Divino de la Vida”, me encontré con una anécdota reflexiva que hoy quisiera compartir contigo, querida Puebla. “El agrónomo Shigeo Nozawa no estaba de acuerdo con la creencia unánime de que la tierra es esencial para cultivar vegetales.

Es sabido que las plantas echan sus raíces en el suelo para absorber sus nutrientes y la humedad que necesitan para crecer. Claro que también necesitan luz solar y aire, pero a la tierra siempre se le ha considerado uno de los aspectos más importantes para el cultivo.” No obstante, este científico japonés pensaba que “la capacidad de crecimiento inherente de una planta se inhibía por tener sus raíces en la tierra, entonces empezó a sembrarlas en agua, con lo cual liberó las raíces de su confinamiento y les permitió absorber con libertad los nutrientes de la naturaleza. A esto se le conoció como método hidropónico, y el resultado fue revelador y sorprendente: plantas de tomate que producían mil veces más frutos que las convencionales. Nozawa fue capaz de ver la vida desde la perspectiva de una planta de tomate”. Si su filosofía ayudó a las plantas de tomate a alcanzar su potencial, ¿qué pasaría –se pregunta Kazuo Murakami- si la aplicamos a los seres humanos?

Aunque realmente el ser humano lucha constantemente por desarrollar todo su potencial, queda atrapado en la percepción de sus limitaciones, que casi siempre se basan en la comparación con otras personas, lo cual es un punto de vista muy pobre. Nozawa con su teoría de la hidroponía demostró que romper los paradigmas es el fundamento de nuevas percepciones. Si la tierra inhibe el crecimiento de las plantas, ¿cuáles son los factores que inhiben el desarrollo del potencial humano?

Considero que más que la complacencia, es nuestra manera de pensar lo que nos inhibe en nuestro potencial de desarrollo. ¿Qué clase de pensamiento es nocivo?, pues el que viola las leyes de la naturaleza. Por lo tanto, cuando nuestros genes están en armonía con las leyes de la naturaleza, trabajan para proteger la vida y hacerla florecer en armonía.

La fuente de toda insatisfacción humana está en la falta de aceptación a lo que nos sucede y se nos presenta, sea considerado bueno o malo según nuestras creencias. No aceptar la vida como se presenta es resistirse a ella, es negarla, es vivir en frustración constante, lo cual degenera en una enfermedad a la larga porque vivimos produciendo cortisol en nuestro organismo, lo que al final nos lesiona. Debemos comprender en nuestra evolución que eso “malo” que nos ocurrió si es persona se llama “maestro” y si es circunstancia se llama “experiencia”. Por lo tanto, lo aconsejable es fluir con la vida e implícitamente aceptarla.

La única forma de vencer a la naturaleza es obedecerla y reverenciarla, y este acto de amor constante, si lo practicamos con verdadera conciencia, estaremos bendiciendo a la vida en nuestra vida, armonizando la naturaleza con nosotros. La vida está llena de altibajos y a veces parece imposible tener buenas intenciones, pero siempre será útil recordar que vivimos no solo por mérito de nuestra propia fuerza o ingenio, sino también gracias al invaluable regalo que nos ha conferido la naturaleza. Podemos vivir agradecidos por el solo hecho de estar vivos cada día.

Practicar el ABA: Aceptar, Bendecir, Agradecer, es romper resistencias y empezar a desatar todo nuestro potencial que nos permita ver la vida como un auténtico ser humano y no como un paria o un esclavo.

Gracias Puebla. Escúchame mañana sábado a las 9 de la mañana en mi programa “CONVERSACIONES”, en ABC Radio, 12.80 AM, y recuerda: “LO QUE CUESTA DINERO VALE POCO”