/ miércoles 23 de septiembre de 2020

Acercamiento fallido PAN-PRI para una alianza electoral

Genoveva Huerta Villegas y Néstor Camarillo Medina tuvieron una primera reunión, cara a cara, para conversar acerca de una posible alianza electoral de los partidos que representan, PAN y PRI, respectivamente, para los comicios intermedios del próximo año.

No obstante, poco o prácticamente nada avanzaron hacia la realización de un acuerdo concreto, debido a la imposibilidad de aceptar las condiciones de uno y de otro para repartirse las candidaturas.

Como ya imaginará usted, cada uno da su versión de los hechos y atribuye al otro la responsabilidad de no haber llegado a buen término en esa primera plática.

Del lado de Huerta Villegas se acusa al presidente del Comité Directivo Estatal del tricolor de querer más posiciones de las que ese instituto político merece, en función del lejano tercer lugar que le dan todas las encuestas y estudios de opinión sobre preferencia electoral, sobre todo en la zona metropolitana del estado.

Del lado de Camarillo Medina señalan lo opuesto, aunque con la misma intención de atribuirle la responsabilidad de la falta de acuerdo a su homóloga.

En el priismo se asegura que la dirigente estatal del panismo se comportó con soberbia, al negarle al tricolor candidaturas a diputados locales en el municipio de Puebla, así como espacios relevantes en la planilla de regidores que se postulará para el ayuntamiento.

Eso es lo que lamentan en ambos bandos de los partidos políticos que hasta el momento son considerados el agua y el aceite para ir de la mano en una coalición electoral, que tendría como único propósito armar un bloque que se enfrente de manera directa al grupo en el poder… y a Morena.

La realidad es que en los dos partidos han exagerado la falta de resultados de esa reunión.

Tanto Genoveva Huerta como Néstor Camarillo están a la espera de lo que dispongan sus dirigentes nacionales, Marko Cortés y Alejandro Moreno, para saber si se avanza de manera seria en ese poco probable escenario.

Quizá lo que estos dos dirigentes pretendieron de manera inconsciente fue hallar excusas anticipadas para negarse a la alianza electoral, sabedores, unos, de que el electorado base que tienen en la capital y en la zona metropolitana no perdonaría una alianza con el PRI, y otros, de que los acuerdos inconfesables de “Alito” con López Obrador impedirán cualquier tipo de acuerdo que perjudique a los candidatos de Morena y sus partidos aliados.

Así que no se sorprenda usted si una plática de café entre nuestros dos personajes de este día no desemboca jamás en un proyecto conjunto.

El PAN y el PRI están llamados a ir en rutas electorales diferentes el próximo año, aunque tanteen el terreno para ver si ocurre lo impensable.

Genoveva Huerta Villegas y Néstor Camarillo Medina tuvieron una primera reunión, cara a cara, para conversar acerca de una posible alianza electoral de los partidos que representan, PAN y PRI, respectivamente, para los comicios intermedios del próximo año.

No obstante, poco o prácticamente nada avanzaron hacia la realización de un acuerdo concreto, debido a la imposibilidad de aceptar las condiciones de uno y de otro para repartirse las candidaturas.

Como ya imaginará usted, cada uno da su versión de los hechos y atribuye al otro la responsabilidad de no haber llegado a buen término en esa primera plática.

Del lado de Huerta Villegas se acusa al presidente del Comité Directivo Estatal del tricolor de querer más posiciones de las que ese instituto político merece, en función del lejano tercer lugar que le dan todas las encuestas y estudios de opinión sobre preferencia electoral, sobre todo en la zona metropolitana del estado.

Del lado de Camarillo Medina señalan lo opuesto, aunque con la misma intención de atribuirle la responsabilidad de la falta de acuerdo a su homóloga.

En el priismo se asegura que la dirigente estatal del panismo se comportó con soberbia, al negarle al tricolor candidaturas a diputados locales en el municipio de Puebla, así como espacios relevantes en la planilla de regidores que se postulará para el ayuntamiento.

Eso es lo que lamentan en ambos bandos de los partidos políticos que hasta el momento son considerados el agua y el aceite para ir de la mano en una coalición electoral, que tendría como único propósito armar un bloque que se enfrente de manera directa al grupo en el poder… y a Morena.

La realidad es que en los dos partidos han exagerado la falta de resultados de esa reunión.

Tanto Genoveva Huerta como Néstor Camarillo están a la espera de lo que dispongan sus dirigentes nacionales, Marko Cortés y Alejandro Moreno, para saber si se avanza de manera seria en ese poco probable escenario.

Quizá lo que estos dos dirigentes pretendieron de manera inconsciente fue hallar excusas anticipadas para negarse a la alianza electoral, sabedores, unos, de que el electorado base que tienen en la capital y en la zona metropolitana no perdonaría una alianza con el PRI, y otros, de que los acuerdos inconfesables de “Alito” con López Obrador impedirán cualquier tipo de acuerdo que perjudique a los candidatos de Morena y sus partidos aliados.

Así que no se sorprenda usted si una plática de café entre nuestros dos personajes de este día no desemboca jamás en un proyecto conjunto.

El PAN y el PRI están llamados a ir en rutas electorales diferentes el próximo año, aunque tanteen el terreno para ver si ocurre lo impensable.