/ sábado 26 de octubre de 2019

¿Algún día alcanzará Latinoamérica el desarrollo?

Indudablemente esta región del mundo ha tenido muchos problemas a lo largo de la historia; un denominador común que parece sellar un destino incierto, surgido de una génesis controversial que ya deberíamos haber superado. Todo esto crea los problemas estructurales que hoy tenemos.

Los conflictos existentes del Rio Bravo para el sur, salvo algunas excepciones, han sido estudiados profundamente por diversos autores, quizá el más conocido en la contemporaneidad es Eduardo Galeano, quien, con el libro “Las venas abiertas de América Latina”, expone la serie de saqueos suscitados durante la época colonial y bajo el imperialismo en que todavía vivimos.

Esto es muestra de que lo que escribiré a continuación no es un secreto ni algo oculto, sino una realidad cotidiana a la que parece estamos condenados por la indiferencia de buena parte de los latinoamericanos.

Recientemente hemos visto protestas en diversos países, tenemos el caso de un país que parecía tener una situación cómoda como es Chile, sin embargo, las protestas denotan un descontento bastante notable. La imagen del presidente Sebastián Piñera, rodeado de militares, emula a ese sangriento capítulo en el que “no se movía ni la hoja de un árbol” sin el conocimiento del jefe de estado, como lo expresó Augusto Pinochet.

En el caso de Bolivia, tenemos una clara intención de perpetuarse en el poder por parte de Evo Morales, un hombre que ha asumido el cargo nuevamente y quien ha causado un gran descontento. Creo que ese es el mejor ejemplo que enarbolarse bajo la bandera de pertenecer a un grupo indígena es populismo puro y no es la solución a los grandes conflictos. Al más puro estilo venezolano, Evo se asume como alguien que cree tener el derecho a gobernar por siempre, así como lo hace Nicolás Maduro. Ya no mencionaré más acerca del caso de la tierra bolivariana, lo único que diré es que ese país tenía estándares de vida semejantes a los de Estados Unidos hace 40 años y, debido a la corrupción, el populismo y hasta el petróleo, hoy vive una situación bastante comprometida.

Esto también nos debe enseñar a que la reelección es algo que debe desaparecer del diccionario latinoamericano. En el caso mexicano yo he manifestado mi inconformidad con las reformas que dan oportunidad a los diputados, senadores y presidentes municipales para ocupar nuevamente el cargo. Nuestra historia patria es muy clara y nos debería enseñar que el poder corrompe y el poder añejo corrompe enormemente.

Tenemos también el caso de Daniel Ortega, alguien que ya era noticia cuando yo era niño y que ha asumido el mando de Nicaragua por varias ocasiones, quien parece sentirse como dueño de esa nación centroamericana.

Podría seguir mencionando muchos casos más, pero lo cierto es que los defectos de los gobiernos mencionados solo pueden surgir cuando la población se parece un poco a ellos. Al iniciar la editorial mencioné a nuestra génesis controversial, es decir, ya debemos dejar atrás el estéril debate acerca de la lucha entre los conquistadores y los nativos, más cuando el fervor católico y la corrupción siguen reinando en esta región, herencias de la tan odiada España, aunque en el fondo muchos quieren tener una raíz europea y piel blanca.

Ya es tiempo de reconocer la apatía que tienen millones de latinoamericanos y la falta de interés en los asuntos de la vida pública, lo cual propicia el ascenso de dictadores, de derecha o de izquierda, quienes se aprovechan terriblemente de sus gobernantes.

Tenemos que mencionar el caso de la clase media latinoamericana, la cual tiene un problema existencial porque no quiere ser lo que es, debido a eso, se une con la clase alta y la baja dependiendo de las circunstancias políticas, en un círculo vicioso en que esta región del planeta ha vivido durante siglos.

Lamentablemente las palabras de Alfonso Reyes resultaron negativamente proféticas: “América Latina llegó tarde al banquete de la civilización”, sin embargo, hay que tratar de mejorar, o al menos no empeorar, la caótica situación en la que vivimos y que propicia los casi insolucionables que poseemos. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Indudablemente esta región del mundo ha tenido muchos problemas a lo largo de la historia; un denominador común que parece sellar un destino incierto, surgido de una génesis controversial que ya deberíamos haber superado. Todo esto crea los problemas estructurales que hoy tenemos.

Los conflictos existentes del Rio Bravo para el sur, salvo algunas excepciones, han sido estudiados profundamente por diversos autores, quizá el más conocido en la contemporaneidad es Eduardo Galeano, quien, con el libro “Las venas abiertas de América Latina”, expone la serie de saqueos suscitados durante la época colonial y bajo el imperialismo en que todavía vivimos.

Esto es muestra de que lo que escribiré a continuación no es un secreto ni algo oculto, sino una realidad cotidiana a la que parece estamos condenados por la indiferencia de buena parte de los latinoamericanos.

Recientemente hemos visto protestas en diversos países, tenemos el caso de un país que parecía tener una situación cómoda como es Chile, sin embargo, las protestas denotan un descontento bastante notable. La imagen del presidente Sebastián Piñera, rodeado de militares, emula a ese sangriento capítulo en el que “no se movía ni la hoja de un árbol” sin el conocimiento del jefe de estado, como lo expresó Augusto Pinochet.

En el caso de Bolivia, tenemos una clara intención de perpetuarse en el poder por parte de Evo Morales, un hombre que ha asumido el cargo nuevamente y quien ha causado un gran descontento. Creo que ese es el mejor ejemplo que enarbolarse bajo la bandera de pertenecer a un grupo indígena es populismo puro y no es la solución a los grandes conflictos. Al más puro estilo venezolano, Evo se asume como alguien que cree tener el derecho a gobernar por siempre, así como lo hace Nicolás Maduro. Ya no mencionaré más acerca del caso de la tierra bolivariana, lo único que diré es que ese país tenía estándares de vida semejantes a los de Estados Unidos hace 40 años y, debido a la corrupción, el populismo y hasta el petróleo, hoy vive una situación bastante comprometida.

Esto también nos debe enseñar a que la reelección es algo que debe desaparecer del diccionario latinoamericano. En el caso mexicano yo he manifestado mi inconformidad con las reformas que dan oportunidad a los diputados, senadores y presidentes municipales para ocupar nuevamente el cargo. Nuestra historia patria es muy clara y nos debería enseñar que el poder corrompe y el poder añejo corrompe enormemente.

Tenemos también el caso de Daniel Ortega, alguien que ya era noticia cuando yo era niño y que ha asumido el mando de Nicaragua por varias ocasiones, quien parece sentirse como dueño de esa nación centroamericana.

Podría seguir mencionando muchos casos más, pero lo cierto es que los defectos de los gobiernos mencionados solo pueden surgir cuando la población se parece un poco a ellos. Al iniciar la editorial mencioné a nuestra génesis controversial, es decir, ya debemos dejar atrás el estéril debate acerca de la lucha entre los conquistadores y los nativos, más cuando el fervor católico y la corrupción siguen reinando en esta región, herencias de la tan odiada España, aunque en el fondo muchos quieren tener una raíz europea y piel blanca.

Ya es tiempo de reconocer la apatía que tienen millones de latinoamericanos y la falta de interés en los asuntos de la vida pública, lo cual propicia el ascenso de dictadores, de derecha o de izquierda, quienes se aprovechan terriblemente de sus gobernantes.

Tenemos que mencionar el caso de la clase media latinoamericana, la cual tiene un problema existencial porque no quiere ser lo que es, debido a eso, se une con la clase alta y la baja dependiendo de las circunstancias políticas, en un círculo vicioso en que esta región del planeta ha vivido durante siglos.

Lamentablemente las palabras de Alfonso Reyes resultaron negativamente proféticas: “América Latina llegó tarde al banquete de la civilización”, sin embargo, hay que tratar de mejorar, o al menos no empeorar, la caótica situación en la que vivimos y que propicia los casi insolucionables que poseemos. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.