Dentro de la majestuosa catedral de nuestra ciudad de Puebla podemos encontrar una impresionante representación y, probablemente, la más importante del lugar: se trata del Altar de los Reyes, que está formado por un retablo principal, dos laterales, el sagrario y una cúpula.
De estilo barroco salomónico, cubre desde el piso hasta el techo con esculturas de ángeles, santos y acentos propios del estilo arquitectónico.
Este retablo fue mandado a hacer por el obispo Juan de Palafox en 1646. El proyecto fue dirigido por Pedro García Ferrer y el trabajo, por el maestro Lucas Méndez.
En esta obra se representan la Eucaristía, la coronación que hace la Santísima Trinidad a la Virgen María y la Asunción de María y Margarita Reyna de Escocia.
Al centro del retablo se puede apreciar la imagen de la Virgen del Pilar, a quien se le llamó “La Conquistadora”, ya que se dice que fue ella quien acompañó a los exploradores españoles.
La pintura en la cúpula se hizo en 1688 a petición del obispo Manuel Fernández de Santa Cruz, y es obra del artista Cristóbal de Villalpando, a quien se le considera uno de los pintores más importante de su época.
A principios del siglo XIX fue remodelado, y a pesar de conservar elementos del estilo original, la renovación le dio un nuevo estilo neoclásico.
Con figuras en colores vivos, la obra representa la Eucaristía e incluye a cuatro heroínas judías: Judith, Ruth, Jael y Esther.
En nuestro país, esta es una de las pocas pinturas al temple que aún se conserva.
El Altar de los Reyes obtiene su nombre debido a que en los nichos laterales podemos encontrar imágenes de reyes y reinas, como Luis IX de Francia y Santa Isabel reina de Hungría, así como de algunos santos.
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Como dijo el pintor Rembrandt: “Sin una atmósfera, la pintura no es nada.”
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