/ domingo 23 de junio de 2019

¡Ante la cultura de la vida, ni un paso atrás ! (Segunda parte)

“Cada aspecto del ser humano evidencia, corrobora objetivamente, lo que uno es.”

Cristian Rosas

Con la publicación de la semana pasada entré a un escenario difícil, lo sé. Se trata de la defensa de las familias desde la visión tradicional porque es mi creencia y soy congruente con mi forma de ser y pensar.

Causa gran preocupación cómo hay gente que se deja manipular sin que se entere, en tanto su afán de encontrar apoyo a su ser, sentir y pensar, o sea sus afirmaciones y modales entran en conflictos con la cotidianidad que hacen o quieren hacer. Esto los ha llevado a ser presas fáciles operativas de las mezquindades de otros, como insisto, sin saberlo. Pero quieren convencerse estar en lo correcto.

Esto tiene que ver con la disonancia cognitiva, como sostiene el doctor Leon Festinger (psicólogo social) acerca de que los individuos tienen una fuerte necesidad interior que les empuja a asegurarse de que sus creencias, actitudes y su conducta son coherentes entre sí.

Cuando existe inconsistencia entre éstas, el conflicto conduce a la falta de armonía, algo que la gente se esfuerza por evitar. Esto puede llevar a un intento de cambio de la conducta o a defender sus creencias o actitudes (incluso llegando al autoengaño) para reducir el malestar que producen.

Por ello sostengo, estamos viviendo tiempos muy difíciles. Sabemos que hoy más que nunca, no sólo los jóvenes, también adultos tienen actitudes diferentes que les impulsa a tomar decisiones muchas veces efímeras y egoístas. Han sido arrastrados y envueltos a jornadas que van contra su propio beneficio, más aún contra su propia existencia.

En esto hay discursos del progresismo autocalificándose de abiertos, sensatos, de avanzada, liberales. Para ellos, quienes piensan diferentes son todo lo contrario: cerrados, manipuladores, moralistas, intolerantes, homofóbicos, rancios y otras calificaciones pesadas.

Los mayores interesados en crear confusión para pescar en río revuelto son quienes -cada vez- logran más poder, los monopolistas y oligopolistas (magnates pues), “gracias a las posturas dizque de avanzada” de quienes los defienden buscando apoyo en sus pretensiones. Dijo Leon Festinger: “la mente de los embusteros resuelve la disonancia cognitiva, aceptando la mentira como una verdad”.

Es lo que magnates como los Rockefeller y Jorge Soros han ido patrocinando hasta vulnerar a la humanidad con sus ruindades financieras. Como lo que refirió el cineasta Aaron Russo, en plática con su amigo de Nicholas Rockefeller, cuando le preguntó sobre el feminismo y le dijo: “Lo hicimos nosotros a través de la Fundación Rockefeller, para sumar la mitad de la población al pago del impuesto sobre la renta…”.

Las organizaciones de corte progresistas en defensa de posturas colectivas por el bien universal deben ser apoyadas en la medida que los beneficios promovidos sean para la protección y permanencia de la especie humana y sus satisfactores.

Si son posturas colectivas a partir de orientaciones individualistas, egoístas, egocentristas no deben tener cabida en el concierto humano porque -precisamente- es ir contra la naturaleza del género humano que es vivir para bien colectivo.

Estamos en una discusión sustancial que cada vez se radicaliza más; tiene que ver con la naturaleza humana. Mientras unos sostienen que se es hombre o mujer desde antes de nacer, como lo afirman las religiones cristianas y entre otras la asociación “Con mis hijos no te metas”; por otro lado, hay agrupaciones que defienden que no se trata de sexo (hombre o mujer) sino de género y que éste se elige. (Sigue)

*Consultor y Asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf

“Cada aspecto del ser humano evidencia, corrobora objetivamente, lo que uno es.”

Cristian Rosas

Con la publicación de la semana pasada entré a un escenario difícil, lo sé. Se trata de la defensa de las familias desde la visión tradicional porque es mi creencia y soy congruente con mi forma de ser y pensar.

Causa gran preocupación cómo hay gente que se deja manipular sin que se entere, en tanto su afán de encontrar apoyo a su ser, sentir y pensar, o sea sus afirmaciones y modales entran en conflictos con la cotidianidad que hacen o quieren hacer. Esto los ha llevado a ser presas fáciles operativas de las mezquindades de otros, como insisto, sin saberlo. Pero quieren convencerse estar en lo correcto.

Esto tiene que ver con la disonancia cognitiva, como sostiene el doctor Leon Festinger (psicólogo social) acerca de que los individuos tienen una fuerte necesidad interior que les empuja a asegurarse de que sus creencias, actitudes y su conducta son coherentes entre sí.

Cuando existe inconsistencia entre éstas, el conflicto conduce a la falta de armonía, algo que la gente se esfuerza por evitar. Esto puede llevar a un intento de cambio de la conducta o a defender sus creencias o actitudes (incluso llegando al autoengaño) para reducir el malestar que producen.

Por ello sostengo, estamos viviendo tiempos muy difíciles. Sabemos que hoy más que nunca, no sólo los jóvenes, también adultos tienen actitudes diferentes que les impulsa a tomar decisiones muchas veces efímeras y egoístas. Han sido arrastrados y envueltos a jornadas que van contra su propio beneficio, más aún contra su propia existencia.

En esto hay discursos del progresismo autocalificándose de abiertos, sensatos, de avanzada, liberales. Para ellos, quienes piensan diferentes son todo lo contrario: cerrados, manipuladores, moralistas, intolerantes, homofóbicos, rancios y otras calificaciones pesadas.

Los mayores interesados en crear confusión para pescar en río revuelto son quienes -cada vez- logran más poder, los monopolistas y oligopolistas (magnates pues), “gracias a las posturas dizque de avanzada” de quienes los defienden buscando apoyo en sus pretensiones. Dijo Leon Festinger: “la mente de los embusteros resuelve la disonancia cognitiva, aceptando la mentira como una verdad”.

Es lo que magnates como los Rockefeller y Jorge Soros han ido patrocinando hasta vulnerar a la humanidad con sus ruindades financieras. Como lo que refirió el cineasta Aaron Russo, en plática con su amigo de Nicholas Rockefeller, cuando le preguntó sobre el feminismo y le dijo: “Lo hicimos nosotros a través de la Fundación Rockefeller, para sumar la mitad de la población al pago del impuesto sobre la renta…”.

Las organizaciones de corte progresistas en defensa de posturas colectivas por el bien universal deben ser apoyadas en la medida que los beneficios promovidos sean para la protección y permanencia de la especie humana y sus satisfactores.

Si son posturas colectivas a partir de orientaciones individualistas, egoístas, egocentristas no deben tener cabida en el concierto humano porque -precisamente- es ir contra la naturaleza del género humano que es vivir para bien colectivo.

Estamos en una discusión sustancial que cada vez se radicaliza más; tiene que ver con la naturaleza humana. Mientras unos sostienen que se es hombre o mujer desde antes de nacer, como lo afirman las religiones cristianas y entre otras la asociación “Con mis hijos no te metas”; por otro lado, hay agrupaciones que defienden que no se trata de sexo (hombre o mujer) sino de género y que éste se elige. (Sigue)

*Consultor y Asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf