/ domingo 21 de marzo de 2021

Aprendizajes y pendientes a un año de pandemia

A un año de haberse declarado la pandemia, nuestro mundo se vislumbra todavía sin ver el final de esta parte de la historia. Hemos aprendido muchas cosas, inimaginables unas, acerca del confinamiento, las mascarillas y otros aditamentos higiénicos, los tratamientos con medicina alópata y remedios naturales, uso de la tecnología para comunicarnos, hábitos alimenticios, hábitos para relaciones saludables, racionalizar los ingresos, algo de las vacunas y también de la muerte ¿qué falta?

Me parece que hay dos planos de aprendizaje: el individual y el social. En el primero es claro que cada persona, adulta o infante, se acopia de información de su entorno que aplica de inmediato a su vida diaria. Influyen familiares, amigos, y quienes ejerzan alguna autoridad. Así hemos transitado un año en casa con la escuela para quienes tienen hijos en edad escolar, con el trabajo para quienes tienen esa oportunidad, y en algunos otros con las condiciones hospitalarias para los enfermos porque ir a una clínica resultaría riesgoso. Claro, pasar tiempo en casa ha sido un aprendizaje más: lidiar con los quehaceres intensificados como la preparación de los alimentos, limpieza y cuidado de los más pequeños y de los ancianos. En ese tránsito, la mala comunicación y la agresión se pudo generar con la poca movilidad en espacios reducidos.

En el nivel social, en todo el mundo, la pandemia puso al descubierto los protocolos inexistentes de los gobiernos sobre la prevención sanitaria y administración pública a distancia (e-gobierno). Al menos en nuestro país la reacción para prevenir y parar los contagios fue lenta, las políticas de gobierno se accionaron con base en prueba y error, palpable por ejemplo en el proceso de vacunación. El sistema educativo se paralizó con la suspensión de clases presenciales, hasta que poco a poco se va tecnologizando la enseñanza; también el sistema económico se detuvo por un momento, cuando los comercios fueron obligados a cerrar y el mercado buscó nuevos cauces para sobrevivir; el sistema de salud pública fue rebasado y los medicamentos escasearon para todos. De todas formas se impuso una semaforización en México, una referencia para determinar el riesgo epidémico y lineamientos por regiones.

El aprendizaje va pautado por el mismo virus, ahora tenemos más información acerca de los padecimientos y la fatalidad que representa el contagio, también llegaron las vacunas y con ellas la esperanza. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no solo los adulos mayores se infectan y mueren, los padecimientos son más agudos que una simple gripe, el contagio por alimentos y envases es mínimo, pero lavarse las manos constantemente es fundamental así como usar mascarilla y desinfectante de manos al ingresar a algún comercio o llegar a casa; se puede contraer el covid-19 dos veces y hay variantes en la reinfección. La llamada inmunidad de grupo, también conocida como de rebaño, no se puede confirmar porque la inmunidad de al menos 5 meses en los sobrevivientes es relativa.

¿Qué falta? Considero que a pesar de existir mucha información en redes, es necesario diferenciar en ella la verdad, el mito o la mentira. Además, el aprendizaje no se garantiza con la información disponible. Aprender a vivir con este virus letal nos llevará más de un año, aunque nuestros deseos nos lleven a estados de ansiedad porque queremos nuestra normalidad otra vez.

Las autoridades también tienen su proceso de aprendizaje, ya hora que estamos en año electoral los políticos deben aplicar creatividad y considerar que las campañas se tornan más intensas y profundas, por fortuna, ante nuestra democracia que está madurando. Finalmente, hace falta integridad, porque todos estamos en el barco pandémico aunque tengamos limitaciones, pero queremos vivir y en mejores condiciones.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

A un año de haberse declarado la pandemia, nuestro mundo se vislumbra todavía sin ver el final de esta parte de la historia. Hemos aprendido muchas cosas, inimaginables unas, acerca del confinamiento, las mascarillas y otros aditamentos higiénicos, los tratamientos con medicina alópata y remedios naturales, uso de la tecnología para comunicarnos, hábitos alimenticios, hábitos para relaciones saludables, racionalizar los ingresos, algo de las vacunas y también de la muerte ¿qué falta?

Me parece que hay dos planos de aprendizaje: el individual y el social. En el primero es claro que cada persona, adulta o infante, se acopia de información de su entorno que aplica de inmediato a su vida diaria. Influyen familiares, amigos, y quienes ejerzan alguna autoridad. Así hemos transitado un año en casa con la escuela para quienes tienen hijos en edad escolar, con el trabajo para quienes tienen esa oportunidad, y en algunos otros con las condiciones hospitalarias para los enfermos porque ir a una clínica resultaría riesgoso. Claro, pasar tiempo en casa ha sido un aprendizaje más: lidiar con los quehaceres intensificados como la preparación de los alimentos, limpieza y cuidado de los más pequeños y de los ancianos. En ese tránsito, la mala comunicación y la agresión se pudo generar con la poca movilidad en espacios reducidos.

En el nivel social, en todo el mundo, la pandemia puso al descubierto los protocolos inexistentes de los gobiernos sobre la prevención sanitaria y administración pública a distancia (e-gobierno). Al menos en nuestro país la reacción para prevenir y parar los contagios fue lenta, las políticas de gobierno se accionaron con base en prueba y error, palpable por ejemplo en el proceso de vacunación. El sistema educativo se paralizó con la suspensión de clases presenciales, hasta que poco a poco se va tecnologizando la enseñanza; también el sistema económico se detuvo por un momento, cuando los comercios fueron obligados a cerrar y el mercado buscó nuevos cauces para sobrevivir; el sistema de salud pública fue rebasado y los medicamentos escasearon para todos. De todas formas se impuso una semaforización en México, una referencia para determinar el riesgo epidémico y lineamientos por regiones.

El aprendizaje va pautado por el mismo virus, ahora tenemos más información acerca de los padecimientos y la fatalidad que representa el contagio, también llegaron las vacunas y con ellas la esperanza. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), no solo los adulos mayores se infectan y mueren, los padecimientos son más agudos que una simple gripe, el contagio por alimentos y envases es mínimo, pero lavarse las manos constantemente es fundamental así como usar mascarilla y desinfectante de manos al ingresar a algún comercio o llegar a casa; se puede contraer el covid-19 dos veces y hay variantes en la reinfección. La llamada inmunidad de grupo, también conocida como de rebaño, no se puede confirmar porque la inmunidad de al menos 5 meses en los sobrevivientes es relativa.

¿Qué falta? Considero que a pesar de existir mucha información en redes, es necesario diferenciar en ella la verdad, el mito o la mentira. Además, el aprendizaje no se garantiza con la información disponible. Aprender a vivir con este virus letal nos llevará más de un año, aunque nuestros deseos nos lleven a estados de ansiedad porque queremos nuestra normalidad otra vez.

Las autoridades también tienen su proceso de aprendizaje, ya hora que estamos en año electoral los políticos deben aplicar creatividad y considerar que las campañas se tornan más intensas y profundas, por fortuna, ante nuestra democracia que está madurando. Finalmente, hace falta integridad, porque todos estamos en el barco pandémico aunque tengamos limitaciones, pero queremos vivir y en mejores condiciones.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com