/ martes 28 de noviembre de 2023

Argentina, democracia al desnudo

Como todos sabemos, Argentina culminó un intenso proceso electoral del cual resultó ganador el candidato de Libertad Avanza, Javier Milei con más de 13.5 millones de votos lo que representa el 55.9% de los votantes. Dicho triunfo representa la alternancia de Gobierno para el país sudamericano, que en los últimos años ha vivido bajo un régimen de izquierda que lamentablemente no ha dado el ancho ante los difíciles retos que actualmente la Nación atraviesa.

Cuando digo que ha sido un intenso proceso no exagero, es que Argentina vivió un proceso lleno de emociones, por un lado Milei que si representa alternancia, pero también el extremísimo y es que el candidato de Libertad Avanza encarna a la ultraderecha y cayó en burdo populismo con propuestas imposibles de realizar, del otro lado Massa que representaba la continuidad del peronismo en el país.

Lo que pasó en Argentina, deja al descubierto varios de los retos de la democracia, los argentinos debieron decidir entre extremos ideológicos y políticos. Y naturalmente la primera pregunta que debemos hacernos después de estas elecciones es cómo poner barreras a los extremos políticos y obviamente a los peligrosos populismos radicales que venden falsas esperanzas y terminan dividiendo países. Si, lo peor de toda esta situación es que más allá de la ideología política una vez más el populismo logró ganar un espacio en América Latina.

Dicho muy claramente la democracia se debilita cuando democráticamente el electorado decide darle poder a personas que aunque usa la democracia como vía para llegar al poder, no tienen ideas democráticas sólidas, como es el caso de Javier Milei, que a lo largo de la campaña fue siguiendo el manual del populista/dictador, casi al pie de la letra que los autores Daniel Ziblatt y Steven Levitsky proponen en su libro ¿cómo mueren las democracia? (Tabla 1, indicadores clave de comportamiento autoritario) Ahora, sin lugar a dudas, viene el reto más grande para una democracia que tiene alrededor de 40 años de vida, asumirse a sí misma y a sus decisiones y cuidarse también de sus propias consecuencias. Las instituciones y la división de poderes en Argentina deberán ser capaces de resistir ante cualquier intento de debilitarlas.

La decisión que tuvo que tomar el pueblo argentino no fue sencilla, la continuidad tampoco era una opción alentadora, es ahí donde juegan un papel fundamental los partidos políticos y los propios políticos de cada país, en garantizar que las opciones que presentan al electorado sean opciones sólidas, no solo electoralmente sino también que tienen la capacidad de gobernar y de garantizar democracia. Actuar de forma irresponsable en la postulación de candidatos debe también tener consecuencias, bien dice el dicho: no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.

Como todos sabemos, Argentina culminó un intenso proceso electoral del cual resultó ganador el candidato de Libertad Avanza, Javier Milei con más de 13.5 millones de votos lo que representa el 55.9% de los votantes. Dicho triunfo representa la alternancia de Gobierno para el país sudamericano, que en los últimos años ha vivido bajo un régimen de izquierda que lamentablemente no ha dado el ancho ante los difíciles retos que actualmente la Nación atraviesa.

Cuando digo que ha sido un intenso proceso no exagero, es que Argentina vivió un proceso lleno de emociones, por un lado Milei que si representa alternancia, pero también el extremísimo y es que el candidato de Libertad Avanza encarna a la ultraderecha y cayó en burdo populismo con propuestas imposibles de realizar, del otro lado Massa que representaba la continuidad del peronismo en el país.

Lo que pasó en Argentina, deja al descubierto varios de los retos de la democracia, los argentinos debieron decidir entre extremos ideológicos y políticos. Y naturalmente la primera pregunta que debemos hacernos después de estas elecciones es cómo poner barreras a los extremos políticos y obviamente a los peligrosos populismos radicales que venden falsas esperanzas y terminan dividiendo países. Si, lo peor de toda esta situación es que más allá de la ideología política una vez más el populismo logró ganar un espacio en América Latina.

Dicho muy claramente la democracia se debilita cuando democráticamente el electorado decide darle poder a personas que aunque usa la democracia como vía para llegar al poder, no tienen ideas democráticas sólidas, como es el caso de Javier Milei, que a lo largo de la campaña fue siguiendo el manual del populista/dictador, casi al pie de la letra que los autores Daniel Ziblatt y Steven Levitsky proponen en su libro ¿cómo mueren las democracia? (Tabla 1, indicadores clave de comportamiento autoritario) Ahora, sin lugar a dudas, viene el reto más grande para una democracia que tiene alrededor de 40 años de vida, asumirse a sí misma y a sus decisiones y cuidarse también de sus propias consecuencias. Las instituciones y la división de poderes en Argentina deberán ser capaces de resistir ante cualquier intento de debilitarlas.

La decisión que tuvo que tomar el pueblo argentino no fue sencilla, la continuidad tampoco era una opción alentadora, es ahí donde juegan un papel fundamental los partidos políticos y los propios políticos de cada país, en garantizar que las opciones que presentan al electorado sean opciones sólidas, no solo electoralmente sino también que tienen la capacidad de gobernar y de garantizar democracia. Actuar de forma irresponsable en la postulación de candidatos debe también tener consecuencias, bien dice el dicho: no tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre.