/ miércoles 28 de abril de 2021

Atender a los jóvenes

Las Autoridades de Salud y de Educación esperan que las primeras escuelas que se abran para que los alumnos regresen a sus clases presenciales, sean de los jóvenes estudiantes que están en el bachillerato.

Comparado con los problemas que se viven actualmente, hay que aumentarle el rezago educativo, que va acompañado del abandono escolar de los jóvenes, que es un problema social quizá más grave, porque afecta nuestro futuro con mayor rapidez.

Desertar o no terminar a tiempo el bachillerato cerca del 40 por ciento de los inscritos. Tanto los que terminan como los que no terminan se salen sin competencias prácticas para el trabajo. No saben hacer nada y tiene problemas para encontrar una actividad laboral en esta etapa de la pandemia.

La población joven en México, entre 15 y 19 años es de 26.9 millones de personas, lo que representa el 37.2 por ciento de la población total. Si se resta la matricula del bachillerato y la de educación superior, nos queda una cifra muy alta de jóvenes sin atender, con muy poca preparación para el trabajo. De hecho ocupan puestos muy humildes, de repartidores, despachadores, cargadores, obreros sin especialización, sin futuro o entrar a la delincuencia.

Estos millones de jóvenes son el sector más pobre de la población, no quieren o no pueden estudiar, los padres no pueden ayudarlos y no hay trabajo específico para ellos.

Ningún hijo de familia acomodada se queda sin bachillerato. El hijo va a la prepa aunque sea a regaña dientes. Nuevamente se muestra la inequidad del sistema educativo nacional.

Estos jóvenes, hombres y mujeres están distribuidos en todos los municipios de la Republica, en números diversos.

Los expertos proponen dos grandes tareas, por una parte, modificar el contenido de los bachilleratos para hacerlos más pertinentes y agradables para los jóvenes y establecer nuevos bachilleratos en ciudades que los justifiquen.

Por otra parte, crear en cada municipio centros de atención coordinados que ofrezcan eventos culturales, deportivos, cursos de capacitación para el trabajo y de preparación para universidad.

Hablando de las universidades, es claro que se necesitan más instituciones de educación superior, públicas y privadas de buen tamaño. La cobertura de la educación superior en México es la más baja de América Latina.

Hay dos modelos que se recomiendan, uno es la creación de Institutos Tecnológicos Estatales o municipales, con participación del Estado o el municipio y los particulares, personas empresarias de la comunidad con visión que contribuyan a su sostén, académico y funcional, creando instituciones de calidad, con tenacidad y esfuerzo.

El caso de la Universidad Autónoma Metropolitana, había conciencia de la necesidad ante el crecimiento desmedido de UNAM y el IPN. Lo que se hizo fue convencer a buenos académicos de la necesidad de un nuevo modelo de institución superior, sin bachilleratos. Los académicos, divididos en tres grupos idearon programas y planes de estudio para tres campos diferentes, y al final resulto una universidad de excelencia que ahora atiende una gran población de jóvenes estudiantes, en el tiempo que lleva de existir.

Atender a los jóvenes es una parte de los padres, otra de los maestros de las escuelas donde asisten, y el resto es responsabilidad de toda la sociedad, quienes deben participar para que este sector de población, futuro de nuestro país, no se pierda y tome otros rumbos.

Doctor en Educación.

Las Autoridades de Salud y de Educación esperan que las primeras escuelas que se abran para que los alumnos regresen a sus clases presenciales, sean de los jóvenes estudiantes que están en el bachillerato.

Comparado con los problemas que se viven actualmente, hay que aumentarle el rezago educativo, que va acompañado del abandono escolar de los jóvenes, que es un problema social quizá más grave, porque afecta nuestro futuro con mayor rapidez.

Desertar o no terminar a tiempo el bachillerato cerca del 40 por ciento de los inscritos. Tanto los que terminan como los que no terminan se salen sin competencias prácticas para el trabajo. No saben hacer nada y tiene problemas para encontrar una actividad laboral en esta etapa de la pandemia.

La población joven en México, entre 15 y 19 años es de 26.9 millones de personas, lo que representa el 37.2 por ciento de la población total. Si se resta la matricula del bachillerato y la de educación superior, nos queda una cifra muy alta de jóvenes sin atender, con muy poca preparación para el trabajo. De hecho ocupan puestos muy humildes, de repartidores, despachadores, cargadores, obreros sin especialización, sin futuro o entrar a la delincuencia.

Estos millones de jóvenes son el sector más pobre de la población, no quieren o no pueden estudiar, los padres no pueden ayudarlos y no hay trabajo específico para ellos.

Ningún hijo de familia acomodada se queda sin bachillerato. El hijo va a la prepa aunque sea a regaña dientes. Nuevamente se muestra la inequidad del sistema educativo nacional.

Estos jóvenes, hombres y mujeres están distribuidos en todos los municipios de la Republica, en números diversos.

Los expertos proponen dos grandes tareas, por una parte, modificar el contenido de los bachilleratos para hacerlos más pertinentes y agradables para los jóvenes y establecer nuevos bachilleratos en ciudades que los justifiquen.

Por otra parte, crear en cada municipio centros de atención coordinados que ofrezcan eventos culturales, deportivos, cursos de capacitación para el trabajo y de preparación para universidad.

Hablando de las universidades, es claro que se necesitan más instituciones de educación superior, públicas y privadas de buen tamaño. La cobertura de la educación superior en México es la más baja de América Latina.

Hay dos modelos que se recomiendan, uno es la creación de Institutos Tecnológicos Estatales o municipales, con participación del Estado o el municipio y los particulares, personas empresarias de la comunidad con visión que contribuyan a su sostén, académico y funcional, creando instituciones de calidad, con tenacidad y esfuerzo.

El caso de la Universidad Autónoma Metropolitana, había conciencia de la necesidad ante el crecimiento desmedido de UNAM y el IPN. Lo que se hizo fue convencer a buenos académicos de la necesidad de un nuevo modelo de institución superior, sin bachilleratos. Los académicos, divididos en tres grupos idearon programas y planes de estudio para tres campos diferentes, y al final resulto una universidad de excelencia que ahora atiende una gran población de jóvenes estudiantes, en el tiempo que lleva de existir.

Atender a los jóvenes es una parte de los padres, otra de los maestros de las escuelas donde asisten, y el resto es responsabilidad de toda la sociedad, quienes deben participar para que este sector de población, futuro de nuestro país, no se pierda y tome otros rumbos.

Doctor en Educación.