/ jueves 31 de octubre de 2019

Barbosa frente al Derecho: la más noble de las profesiones

La semana pasada se instaló en Puebla la Comisión de Estudios jurídicos del Estado. A dicho acto acudió nuestro gobernador, Luis Miguel Barbosa, quien dio un discurso muy importante no sólo para los juristas que se encontraban en el salón, sino para todo aquel que, como dijera Cervantes en voz de su Quijote, antepone la justicia por encima de la ley.

En repetidas ocasiones he aludido ese pasaje cervantino, sin embargo, en este gobierno, encabezado, faltaba menos, por uno de los nuestros, es decir, por un abogado, la cita toma mucho más sentido, ya que en el tiempo que va de su gestión, el gobernador se ha hecho de un equipo jurídico que, como bien dice mi amigo el consejero jurídico Ricardo Velázquez, se puede calificar como un grupo que satisface al cien los requerimientos para llevar a buen puerto una empresa como lo es un gobierno.

Velázquez Cruz es para estos momentos la persona más cercana a Miguel; ya lo mencionó él: que desayunan juntos, comen juntos, departen con la familia Barbosa-Orozco, y en medio de esa ajetreada agenda personal, trabajan incansablemente por el bien de los poblanos. Son, como ha mencionado Barbosa en repetidas ocasiones, almas gemelas.

Esta panorámica me recuerda irremediablemente mis épocas de consejero jurídico, y no sólo eso: el periodo cuando tuve el honor de ser el personaje más cercano al gobernador Bartlett. Recuerdo, por ejemplo, eso que dice Ricardo: que al paso de los días el equipo deja de ser sólo un grupo que opera y vela por el bien de los ciudadanos; más bien esa convivencia deviene amistad, familia.

En el tablero de ajedrez de un gobierno, el consejero se vuelve una pieza clave. Así hoy Ricardo Velázquez. Y así también todos los abogados que forman parte de cada una de las secretarías estatales.

Recupero una frase muy simbólica que Velázquez dijo en este acto: “el barrio llegó al gobierno y que es el pueblo quien está gobernando”.

El abogado es corresponsable de las decisiones que toma el titular, en este caso el gobernador, y lo más importante es que cada jurista, no sólo interno sino también los que asesoran desde fuera, deben estar coordinados a la hora de proponer algún recurso jurídico.

Esto sólo es posible en tanto cada abogado se comprometa.

Esa palabra, “compromiso” ha hecho y hará la diferencia. Compromiso con la honradez, con la responsabilidad y la eficacia. Así pues, los 531 abogados que colaboran en las áreas jurídicas del Estado tienen frente así un gran reto: el reto de no mentir, no traicionar y no corromperse.

Luis Miguel sabe que todo lo que sea aplicable al funcionamiento de la estructura del ejecutivo debe estar ajustado a la constitución general de la república y la constitución estatal.

Luego de tomar protesta a los miembros de esta comisión, el gobernador ofreció un discurso muy alentador, pero también muy puntual sobre lo que espera de cada abogado que labore en su gobierno. Miguel sabe que la mejor ruta, que la ruta correcta tiene una carretera llamada “honestidad”, y que de esa carretera derivan veredas que sólo son transitables con el vehículo de la austeridad y la buena fe, y sobre todo, la lealtad.

Cierto es que la ley debe regir en la vida pública de nuestra sociedad, mientras que la moral es esa planta (que no da moras) que guarece la vida íntima de las personas.

El gobernador es un gran lector, y en esta ocasión no perdió la oportunidad hacer ciertos guiños a aquel que le dio estructura y forma a las sociedades modernas: hablo, por supuesto de Jean Jacques Rousseau. No sé bien si la frase de la que echó mano Luis Miguel mana del Contrato Social o de su brillante Discurso Sobre las Ciencias y las Artes, pero es indispensable y muy acertado atraerlo, adaptarlo a nuestra realidad: “Cuando el hombre nace, en su origen, el hombre cede parte de su libertad y constituye la sociedad, y dentro de la sociedad se crea el Estado”. Y sabe bien que el papel de los gobernantes es el ser una especie de reguladores, de árbitros que garanticen la aplicación de la ley.

La lucha política que ha enfrentado Luis Miguel llegó a su punto más alto cuando, con base en la democracia y apego a las leyes que nos rigen, fue electo como cabeza de un Estado históricamente maltratado y saqueado a mansalva. ¿Y cuál es la manera en la que cada jurista participa de esta fiesta democrática llamada Cuarta Transformación?

La respuesta es una, y celebro que, sin ponernos de acuerdo ni haber comentado el punto, Luis Miguel y yo coincidamos con el gran Miguel de Cervantes en el sentido de que cuando un jurista se encuentre frente al conflicto de apostarle a la justicia por la ley, hay que elegir la justicia… para así hacer del derecho la más noble de las profesiones y no el más vil de los oficios.


mezavcm.abogados@gmail.com

La semana pasada se instaló en Puebla la Comisión de Estudios jurídicos del Estado. A dicho acto acudió nuestro gobernador, Luis Miguel Barbosa, quien dio un discurso muy importante no sólo para los juristas que se encontraban en el salón, sino para todo aquel que, como dijera Cervantes en voz de su Quijote, antepone la justicia por encima de la ley.

En repetidas ocasiones he aludido ese pasaje cervantino, sin embargo, en este gobierno, encabezado, faltaba menos, por uno de los nuestros, es decir, por un abogado, la cita toma mucho más sentido, ya que en el tiempo que va de su gestión, el gobernador se ha hecho de un equipo jurídico que, como bien dice mi amigo el consejero jurídico Ricardo Velázquez, se puede calificar como un grupo que satisface al cien los requerimientos para llevar a buen puerto una empresa como lo es un gobierno.

Velázquez Cruz es para estos momentos la persona más cercana a Miguel; ya lo mencionó él: que desayunan juntos, comen juntos, departen con la familia Barbosa-Orozco, y en medio de esa ajetreada agenda personal, trabajan incansablemente por el bien de los poblanos. Son, como ha mencionado Barbosa en repetidas ocasiones, almas gemelas.

Esta panorámica me recuerda irremediablemente mis épocas de consejero jurídico, y no sólo eso: el periodo cuando tuve el honor de ser el personaje más cercano al gobernador Bartlett. Recuerdo, por ejemplo, eso que dice Ricardo: que al paso de los días el equipo deja de ser sólo un grupo que opera y vela por el bien de los ciudadanos; más bien esa convivencia deviene amistad, familia.

En el tablero de ajedrez de un gobierno, el consejero se vuelve una pieza clave. Así hoy Ricardo Velázquez. Y así también todos los abogados que forman parte de cada una de las secretarías estatales.

Recupero una frase muy simbólica que Velázquez dijo en este acto: “el barrio llegó al gobierno y que es el pueblo quien está gobernando”.

El abogado es corresponsable de las decisiones que toma el titular, en este caso el gobernador, y lo más importante es que cada jurista, no sólo interno sino también los que asesoran desde fuera, deben estar coordinados a la hora de proponer algún recurso jurídico.

Esto sólo es posible en tanto cada abogado se comprometa.

Esa palabra, “compromiso” ha hecho y hará la diferencia. Compromiso con la honradez, con la responsabilidad y la eficacia. Así pues, los 531 abogados que colaboran en las áreas jurídicas del Estado tienen frente así un gran reto: el reto de no mentir, no traicionar y no corromperse.

Luis Miguel sabe que todo lo que sea aplicable al funcionamiento de la estructura del ejecutivo debe estar ajustado a la constitución general de la república y la constitución estatal.

Luego de tomar protesta a los miembros de esta comisión, el gobernador ofreció un discurso muy alentador, pero también muy puntual sobre lo que espera de cada abogado que labore en su gobierno. Miguel sabe que la mejor ruta, que la ruta correcta tiene una carretera llamada “honestidad”, y que de esa carretera derivan veredas que sólo son transitables con el vehículo de la austeridad y la buena fe, y sobre todo, la lealtad.

Cierto es que la ley debe regir en la vida pública de nuestra sociedad, mientras que la moral es esa planta (que no da moras) que guarece la vida íntima de las personas.

El gobernador es un gran lector, y en esta ocasión no perdió la oportunidad hacer ciertos guiños a aquel que le dio estructura y forma a las sociedades modernas: hablo, por supuesto de Jean Jacques Rousseau. No sé bien si la frase de la que echó mano Luis Miguel mana del Contrato Social o de su brillante Discurso Sobre las Ciencias y las Artes, pero es indispensable y muy acertado atraerlo, adaptarlo a nuestra realidad: “Cuando el hombre nace, en su origen, el hombre cede parte de su libertad y constituye la sociedad, y dentro de la sociedad se crea el Estado”. Y sabe bien que el papel de los gobernantes es el ser una especie de reguladores, de árbitros que garanticen la aplicación de la ley.

La lucha política que ha enfrentado Luis Miguel llegó a su punto más alto cuando, con base en la democracia y apego a las leyes que nos rigen, fue electo como cabeza de un Estado históricamente maltratado y saqueado a mansalva. ¿Y cuál es la manera en la que cada jurista participa de esta fiesta democrática llamada Cuarta Transformación?

La respuesta es una, y celebro que, sin ponernos de acuerdo ni haber comentado el punto, Luis Miguel y yo coincidamos con el gran Miguel de Cervantes en el sentido de que cuando un jurista se encuentre frente al conflicto de apostarle a la justicia por la ley, hay que elegir la justicia… para así hacer del derecho la más noble de las profesiones y no el más vil de los oficios.


mezavcm.abogados@gmail.com