/ lunes 19 de agosto de 2019

Barbosa-Rivera, un nuevo episodio en la trama

Si Claudia Rivera Vivanco fue autora intelectual de la metralla periodística que Luis Miguel Barbosa Huerta recibió el miércoles por la celebración de sus convenios de seguridad pública con los gobiernos municipales del estado, el objetivo debió salirle mal, porque al final tendrá que sentarse con el gobernador a consultar los eventuales relevos en su gabinete.

Entre los integrantes del equipo compacto de la presidenta municipal de Puebla se asegura que no fue ella, ni ninguno de sus colaboradores, quien generó la publicación en el periódico Reforma de unas líneas incómodas para el mandatario, que condenaron su interés por empatar las políticas públicas de su gobierno, en materia de seguridad, con las de algunos ayuntamientos, principalmente aquellos que se encuentran en crisis.

Puede ser que el deslinde sea cierto, a la luz de dos acontecimientos que ocurrieron esa misma semana.

Primero, Rivera Vivanco tendría que ser en extremo perversa para asestarle un golpe a Barbosa el mismo día que acudiría como invitada ¡del gobernador! a un acto oficial del presidente en Oaxaca.

En efecto, ese día la edil asistió a la firma del Pacto Oaxaca, un acuerdo de desarrollo económico promovido y auspiciado por Andrés Manuel López Obrador para beneficio de los nueve estados de la región sur sureste del país, entre los que se incluye Puebla.

Rivera Vivanco fue invitada directa de la secretaria de Economía del gobierno del estado, Olivia Salomón Vibaldo, también presente en el Centro de Convenciones de aquella ciudad, a solicitud expresa de Barbosa.

Entonces, tundirle a quien le había corrido una cortesía de ese nivel y a quien saludaría en medio de un evento presidencial, además, fuera de su territorio, habría sido una acción poco sensata y poco inteligente.

Rivera y Salomón, y por supuesto Barbosa, fueron las únicas servidoras públicas que acudieron al acto oficial en representación de Puebla, junto con líderes poblanos de la CMIC, la Canaco y la Industria del Vestido.

Segundo, dos días después, el viernes, la misma presidenta municipal dijo a representantes de los medios de comunicación que no anunciaría ningún cambio en su gabinete –como había comprometido hacerlo—mientras no lo compartiera primero con el gobernador.

Usó el verbo “compartir”, pero en los hechos significará “consultar”.

Otra vez, para quienes aseguran que fue la responsable de aquellas líneas, para qué torpedear al mandatario con eso de “me quiere decir qué hacer en mi ayuntamiento” si en 72 horas iba a ponerse a sus órdenes y de manera pública.

Si decidió lanzarse contra el “autoritarismo”, debió enfrentarlo hasta las últimas consecuencias, no recular después de un par de manotazos que debió prever hasta en el más elemental de sus análisis.

En la noche del jueves Rivera Vivanco decidió detener el anuncio de sus relevos para tener una deferencia con Barbosa.

Es muy probable que lo haya hecho en un intento por calmar el fuego que se atizó tras la publicación de aquel diario, ahora sí preocupada por el grado de molestia que se acumula en el nuevo jefe del Poder Ejecutivo.

Que Rivera no haya generado el “periodicazo” no significa que Barbosa no piense que ella fue.

Las diferencias entre ambos personajes existen, son reales y están candentes.

Incluso en ese contexto, sin embargo, sus colaboradores parecen decir la verdad.

Que a su jefa le han colgado un ‘muerto’ con el que no tuvo nada que ver.

Eso podrá saberse en los próximos días, cuando por fin se conozca la identidad de los, ya para entonces, ex secretarios municipales.

Barbosa tiene opiniones muy concretas en secretarías específicas.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Si Claudia Rivera Vivanco fue autora intelectual de la metralla periodística que Luis Miguel Barbosa Huerta recibió el miércoles por la celebración de sus convenios de seguridad pública con los gobiernos municipales del estado, el objetivo debió salirle mal, porque al final tendrá que sentarse con el gobernador a consultar los eventuales relevos en su gabinete.

Entre los integrantes del equipo compacto de la presidenta municipal de Puebla se asegura que no fue ella, ni ninguno de sus colaboradores, quien generó la publicación en el periódico Reforma de unas líneas incómodas para el mandatario, que condenaron su interés por empatar las políticas públicas de su gobierno, en materia de seguridad, con las de algunos ayuntamientos, principalmente aquellos que se encuentran en crisis.

Puede ser que el deslinde sea cierto, a la luz de dos acontecimientos que ocurrieron esa misma semana.

Primero, Rivera Vivanco tendría que ser en extremo perversa para asestarle un golpe a Barbosa el mismo día que acudiría como invitada ¡del gobernador! a un acto oficial del presidente en Oaxaca.

En efecto, ese día la edil asistió a la firma del Pacto Oaxaca, un acuerdo de desarrollo económico promovido y auspiciado por Andrés Manuel López Obrador para beneficio de los nueve estados de la región sur sureste del país, entre los que se incluye Puebla.

Rivera Vivanco fue invitada directa de la secretaria de Economía del gobierno del estado, Olivia Salomón Vibaldo, también presente en el Centro de Convenciones de aquella ciudad, a solicitud expresa de Barbosa.

Entonces, tundirle a quien le había corrido una cortesía de ese nivel y a quien saludaría en medio de un evento presidencial, además, fuera de su territorio, habría sido una acción poco sensata y poco inteligente.

Rivera y Salomón, y por supuesto Barbosa, fueron las únicas servidoras públicas que acudieron al acto oficial en representación de Puebla, junto con líderes poblanos de la CMIC, la Canaco y la Industria del Vestido.

Segundo, dos días después, el viernes, la misma presidenta municipal dijo a representantes de los medios de comunicación que no anunciaría ningún cambio en su gabinete –como había comprometido hacerlo—mientras no lo compartiera primero con el gobernador.

Usó el verbo “compartir”, pero en los hechos significará “consultar”.

Otra vez, para quienes aseguran que fue la responsable de aquellas líneas, para qué torpedear al mandatario con eso de “me quiere decir qué hacer en mi ayuntamiento” si en 72 horas iba a ponerse a sus órdenes y de manera pública.

Si decidió lanzarse contra el “autoritarismo”, debió enfrentarlo hasta las últimas consecuencias, no recular después de un par de manotazos que debió prever hasta en el más elemental de sus análisis.

En la noche del jueves Rivera Vivanco decidió detener el anuncio de sus relevos para tener una deferencia con Barbosa.

Es muy probable que lo haya hecho en un intento por calmar el fuego que se atizó tras la publicación de aquel diario, ahora sí preocupada por el grado de molestia que se acumula en el nuevo jefe del Poder Ejecutivo.

Que Rivera no haya generado el “periodicazo” no significa que Barbosa no piense que ella fue.

Las diferencias entre ambos personajes existen, son reales y están candentes.

Incluso en ese contexto, sin embargo, sus colaboradores parecen decir la verdad.

Que a su jefa le han colgado un ‘muerto’ con el que no tuvo nada que ver.

Eso podrá saberse en los próximos días, cuando por fin se conozca la identidad de los, ya para entonces, ex secretarios municipales.

Barbosa tiene opiniones muy concretas en secretarías específicas.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx