/ sábado 21 de diciembre de 2019

¿Beneficia a México el juicio de Trump?

Por tercera vez en la historia estadounidense, un presidente ha sido procesado políticamente, situación que no es común y debe llamar la atención debido a lo que significa y las implicaciones que puede tener en ese país y en el mundo entero.

Primero que nada hay que reafirmar que los odios, manifestados por alguna parte de los mexicanos, al inquilino de la Casa Blanca son sumamente cuestionables, ya que precisamente muchos connacionales tienen, de forma conciente o inconciente, algunas de las actitudes del rubio millonario: racismo, clasismo, entre otras.

Ahora bien, recordemos la relación entre nuestro país y el vecino del norte, la cual siempre ha sido muy difícil debido a las enormes diferencias económicas, además de los dictados del Destino Manifiesto, doctrina que evidentemente alcanza a nuestro país indudablemente.

El proceso al que se someterá Donald Trump está mencionado en el artículo II, sección 4, de la Constitución Estadounidense mediante la figura del impeachment, la cual sanciona acciones como traición, soborno o algún otro delito político, administrativo o común.

El primer caso se dio durante el siglo antepasado, en contra de Andrew Johnson, debido a que él quiso despedir al secretario de Guerra, en tiempos en los que aún no cerraban las heridas del conflicto civil entre sur y norte. Al final, no hubo los votos suficientes del senado para remover del cargo al mandatario, esto fue en 1868. Tuvieron que pasar casi 11 décadas para que nuevamente los asambleístas norteamericanos dieran procedencia a un nuevo impeachment, ahora por el escándalo Watergate, en el cual se acusó al presidente Richard Nixon de mandar a espiar las oficinas del Partido Demócrata. El juicio no siguió debido a que el mandatario decidió renunciar para evitar ser condenado. Pienso ahora que, si en México se aplicara algo semejante, muchos serían enjuiciados, como pudo ser el caso del fallecido Moreno Valle, quien montó una enorme red de espionaje para conocer los secretos de sus adversarios.

El muy carismático William Clinton también fue sujeto a este proceso debido a su “aventura” con una becaria. Pese a haber dejado las finanzas en excelente estado, ese hecho manchó su carrera y dio pie a la pérdida de la presidencia por parte de los demócratas.

Ahora Trump es señalado por haberse aliado con el presidente ucraniano para investigar al expresidente Joseph Biden, con el fin de evidenciar una presunta corrupción de su rival. Desde luego que buscar la ayuda de un gobierno extranjero para “pegarle” a un político connacional es algo sancionado legalmente e imperdonable para cualquier estadounidense que sienta el “american proud”. Ahora bien, falta que el senado, con mayoría republicana, vote para la destitución, situación que se ve poco probable por solidaridad partidista, pero indudablemente el estar procesado es y será una marca indeleble en la vida de un ejecutivo federal sumamente cuestionado y que muy posiblemente no podrá reelegirse, hecho que no podemos considerar bueno o malo en sí, ya que cualquier US President siempre velará solo por Estados Unidos y por nada más, en la consideración de que puede parecer más o menos simpático hacia el vecino del sur. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

Por tercera vez en la historia estadounidense, un presidente ha sido procesado políticamente, situación que no es común y debe llamar la atención debido a lo que significa y las implicaciones que puede tener en ese país y en el mundo entero.

Primero que nada hay que reafirmar que los odios, manifestados por alguna parte de los mexicanos, al inquilino de la Casa Blanca son sumamente cuestionables, ya que precisamente muchos connacionales tienen, de forma conciente o inconciente, algunas de las actitudes del rubio millonario: racismo, clasismo, entre otras.

Ahora bien, recordemos la relación entre nuestro país y el vecino del norte, la cual siempre ha sido muy difícil debido a las enormes diferencias económicas, además de los dictados del Destino Manifiesto, doctrina que evidentemente alcanza a nuestro país indudablemente.

El proceso al que se someterá Donald Trump está mencionado en el artículo II, sección 4, de la Constitución Estadounidense mediante la figura del impeachment, la cual sanciona acciones como traición, soborno o algún otro delito político, administrativo o común.

El primer caso se dio durante el siglo antepasado, en contra de Andrew Johnson, debido a que él quiso despedir al secretario de Guerra, en tiempos en los que aún no cerraban las heridas del conflicto civil entre sur y norte. Al final, no hubo los votos suficientes del senado para remover del cargo al mandatario, esto fue en 1868. Tuvieron que pasar casi 11 décadas para que nuevamente los asambleístas norteamericanos dieran procedencia a un nuevo impeachment, ahora por el escándalo Watergate, en el cual se acusó al presidente Richard Nixon de mandar a espiar las oficinas del Partido Demócrata. El juicio no siguió debido a que el mandatario decidió renunciar para evitar ser condenado. Pienso ahora que, si en México se aplicara algo semejante, muchos serían enjuiciados, como pudo ser el caso del fallecido Moreno Valle, quien montó una enorme red de espionaje para conocer los secretos de sus adversarios.

El muy carismático William Clinton también fue sujeto a este proceso debido a su “aventura” con una becaria. Pese a haber dejado las finanzas en excelente estado, ese hecho manchó su carrera y dio pie a la pérdida de la presidencia por parte de los demócratas.

Ahora Trump es señalado por haberse aliado con el presidente ucraniano para investigar al expresidente Joseph Biden, con el fin de evidenciar una presunta corrupción de su rival. Desde luego que buscar la ayuda de un gobierno extranjero para “pegarle” a un político connacional es algo sancionado legalmente e imperdonable para cualquier estadounidense que sienta el “american proud”. Ahora bien, falta que el senado, con mayoría republicana, vote para la destitución, situación que se ve poco probable por solidaridad partidista, pero indudablemente el estar procesado es y será una marca indeleble en la vida de un ejecutivo federal sumamente cuestionado y que muy posiblemente no podrá reelegirse, hecho que no podemos considerar bueno o malo en sí, ya que cualquier US President siempre velará solo por Estados Unidos y por nada más, en la consideración de que puede parecer más o menos simpático hacia el vecino del sur. Hasta la próxima semana.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.