/ miércoles 14 de abril de 2021

Biestro contra Rivera, ¿va solo o lleva línea?

La “marcha de Morena en contra de la imposición de candidatos” en ese partido político, celebrada este martes por algunas calles de la ciudad para terminar en la sede del Instituto Electoral del Estado, en las horas finales del periodo de registro de aspirantes a presidencias municipales y diputaciones locales es apenas el comienzo de la guerra interna que padecerá Claudia Rivera Vivanco en la ruta hacia el intento de reelección.

La protesta no fue ni de Morena ni contra la imposición de candidatos, sino de Gabriel Biestro y aliados contra la designación de Rivera Vivanco por parte de la Comisión Nacional de Elecciones como abanderada de la cuatroté a la alcaldía de la capital, hecho que anticipa el flanco adicional que la morenista habrá de cuidar al mismo tiempo que se bate a duelo con el candidato del PAN y otros cuatro partidos políticos, Eduardo Rivera Pérez.

El encono de Biestro ante la pérdida de la candidatura y su reacción posterior al registro de Claudia Rivera era una incógnita para los operadores políticos de la presidenta municipal con licencia que parece haberse despejado.

Con exclamaciones como “¡Biestro, aguanta, el pueblo se levanta!” y la incorporación del expresidente del Congreso a la manifestación quedó claro que esa caminata, que se ofreció como una movilización de morenistas en contra de la imposición de candidatos, en plural, tuvo como único propósito exhibir la inconformidad del diputado local con los dirigentes de su partido por el anhelo no consumado.

Si Biestro llevó sus reacciones públicas hasta el final, cuando ya nada podía hacer para revertir la decisión de los líderes nacionales de Morena, más que esperar el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a su denuncia, insistirá en las semanas por venir, hasta el domingo 6 de junio, para tratar de restarle posibilidades de triunfo a la campaña de su compañera.

Eso es lo que advierten en el cuarto de guerra electoral de Rivera Vivanco, que el aspirante perdedor se convierta en algo mucho más peligroso que un militante de brazos caídos indiferente ante el desempeño de la abanderada.

Los miembros de una parte del grupo de aliados y colaboradores de la edil están preocupados… y con razón.

Si Gabriel Biestro está dispuesto a arruinar el proyecto de reelección de su archienemiga habrá que tomárselo muy en serio, no porque represente un liderazgo social que movilice multitudes en la ciudad de Puebla o cuente con los recursos económicos y humanos para hacer una contraoperación electoral, sino porque al menos hasta antes de que se diera a conocer el nombre del ganador de la contienda interna en Morena gozaba del visto bueno del gobernador para salir victorioso.

En efecto, la gran interrogante tiene que ver ahora con Luis Miguel Barbosa Huerta.

¿Qué hará el inquilino de Casa Aguayo si Gabriel Biestro tiene metido entre ojos transmutarse en el factor de derrota electoral de Claudia Rivera?

O peor aún:

¿Será el propio mandatario quien alienta los ánimos disidentes del legislador local con licencia frente a una decisión (de la Comisión Nacional de Elecciones del partido) que trastocó las aspiraciones personales de su colaborador y aliado?

Ambas preguntas conducen a un escenario que se planteaba en la clase política ante la eventual postulación de Rivera Vivanco en lugar de Biestro: el papel de Barbosa durante la elección.

Biestro, solo, es inofensivo; con el mandatario de su lado, no.

Las alarmas están prendidas en un sector del equipo de Claudia, en el más sensato, frío y objetivo, el que propone la conciliación con Barbosa y no monta en la soberbia y sabe que un gobernador en contra no es ni será jamás un buen presagio.

Por lo pronto, al cierre de esta columna Biestro ya contaba con las compañías de Nora Merino Escamilla y Mario Bracamonte González en su plantón frente al IEE.

Twittyer: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

La “marcha de Morena en contra de la imposición de candidatos” en ese partido político, celebrada este martes por algunas calles de la ciudad para terminar en la sede del Instituto Electoral del Estado, en las horas finales del periodo de registro de aspirantes a presidencias municipales y diputaciones locales es apenas el comienzo de la guerra interna que padecerá Claudia Rivera Vivanco en la ruta hacia el intento de reelección.

La protesta no fue ni de Morena ni contra la imposición de candidatos, sino de Gabriel Biestro y aliados contra la designación de Rivera Vivanco por parte de la Comisión Nacional de Elecciones como abanderada de la cuatroté a la alcaldía de la capital, hecho que anticipa el flanco adicional que la morenista habrá de cuidar al mismo tiempo que se bate a duelo con el candidato del PAN y otros cuatro partidos políticos, Eduardo Rivera Pérez.

El encono de Biestro ante la pérdida de la candidatura y su reacción posterior al registro de Claudia Rivera era una incógnita para los operadores políticos de la presidenta municipal con licencia que parece haberse despejado.

Con exclamaciones como “¡Biestro, aguanta, el pueblo se levanta!” y la incorporación del expresidente del Congreso a la manifestación quedó claro que esa caminata, que se ofreció como una movilización de morenistas en contra de la imposición de candidatos, en plural, tuvo como único propósito exhibir la inconformidad del diputado local con los dirigentes de su partido por el anhelo no consumado.

Si Biestro llevó sus reacciones públicas hasta el final, cuando ya nada podía hacer para revertir la decisión de los líderes nacionales de Morena, más que esperar el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a su denuncia, insistirá en las semanas por venir, hasta el domingo 6 de junio, para tratar de restarle posibilidades de triunfo a la campaña de su compañera.

Eso es lo que advierten en el cuarto de guerra electoral de Rivera Vivanco, que el aspirante perdedor se convierta en algo mucho más peligroso que un militante de brazos caídos indiferente ante el desempeño de la abanderada.

Los miembros de una parte del grupo de aliados y colaboradores de la edil están preocupados… y con razón.

Si Gabriel Biestro está dispuesto a arruinar el proyecto de reelección de su archienemiga habrá que tomárselo muy en serio, no porque represente un liderazgo social que movilice multitudes en la ciudad de Puebla o cuente con los recursos económicos y humanos para hacer una contraoperación electoral, sino porque al menos hasta antes de que se diera a conocer el nombre del ganador de la contienda interna en Morena gozaba del visto bueno del gobernador para salir victorioso.

En efecto, la gran interrogante tiene que ver ahora con Luis Miguel Barbosa Huerta.

¿Qué hará el inquilino de Casa Aguayo si Gabriel Biestro tiene metido entre ojos transmutarse en el factor de derrota electoral de Claudia Rivera?

O peor aún:

¿Será el propio mandatario quien alienta los ánimos disidentes del legislador local con licencia frente a una decisión (de la Comisión Nacional de Elecciones del partido) que trastocó las aspiraciones personales de su colaborador y aliado?

Ambas preguntas conducen a un escenario que se planteaba en la clase política ante la eventual postulación de Rivera Vivanco en lugar de Biestro: el papel de Barbosa durante la elección.

Biestro, solo, es inofensivo; con el mandatario de su lado, no.

Las alarmas están prendidas en un sector del equipo de Claudia, en el más sensato, frío y objetivo, el que propone la conciliación con Barbosa y no monta en la soberbia y sabe que un gobernador en contra no es ni será jamás un buen presagio.

Por lo pronto, al cierre de esta columna Biestro ya contaba con las compañías de Nora Merino Escamilla y Mario Bracamonte González en su plantón frente al IEE.

Twittyer: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx