/ martes 9 de octubre de 2018

BUAP: innovación

Llamó la atención que al rendir su Primer Informe de Labores de la gestión 2017-2021, el rector Alfonso Esparza Ortiz fuera más allá del mero recuento de logros y de metas cumplidas -que las hay- para hacer un llamado a incentivar la innovación, “porque ello implica apostar por el futuro del país”.

En su mensaje ante la comunicad universitaria señaló que innovar no solo es crear el tren más veloz o el último teléfono celular, no solo es llegar a las estrellas; es acercar las oportunidades a todos los seres humanos y promover la formación de los jóvenes.

Por ello, expresó que se debe apostar por la vida de los mexicanos dentro de 20 años “y la BUAP, con sus fortalezas y creatividad, tiene un papel central en este proceso”.

“Los países con mayor índice de desarrollo humano y crecimiento económico son los más innovadores”, aseguró al reiterar su llamado para hacer de la BUAP la universidad del futuro, “una institución vinculada a la investigación y que sea capaz de ofrecer respuestas concretas a los retos que la sociedad ahora plantea”.

En este sentido, reconoció que “en un mundo en el que las oportunidades de trabajo cada día son más difusas, se deben brindar herramientas para que los jóvenes construyan su propio camino. La solución reside en el emprendimiento y la capacidad de cada joven para definir su futuro”.

“Los invito a creer en ustedes mismos y no escuchar a quienes les dicen que no pueden. Busquen su propio camino, porque la próxima generación de empresarios e investigadores está aquí sentada; la respuesta al futuro del país está aquí”, remató.

La convocatoria del rector Esparza Ortiz tiene especial significado, especialmente si se ubica en el actual contexto, en el que soplan aires nuevos en la vida nacional ante el inminente cambio de gobierno.

Al partir del 1 de diciembre próximo ya nada será igual: si se apela a las renovadas formas que sustentan lo que se ha llamado la “cuarta transformación”, que será, ni duda cabe, profunda y radical, y que incluye, así debiera, lo que compete a las instituciones de educación superior.

No se vislumbra con claridad todavía cuáles serán los ejes que perfilarán las políticas del Gobierno Federal, si bien hay indicios de un interés por garantizar que la educación sea gratuita hasta la universidad. Ese objetivo incluso podría implicar una reforma al artículo tercero constitucional, cuyo texto actual limita tal obligatoriedad a la educación secundaria.

La iniciativa conlleva un riesgo enorme bajo la premisa incuestionable -probada históricamente- de que una mayor cobertura sin planificación implica necesariamente deterioro en la calidad de la educación. Tal propuesta se hace más endeble si a ello se añade la advertencia de una posible restricción en el acceso a fondos públicos.

A todo ello se refería quizá el rector Esparza, a sabiendas de que, a diferencia de otras instituciones del país, muchas de ellas agobiadas por crisis financieras difíciles de revertir a corto plazo, la BUAP ha hecho bien su tarea.

Si bien hay apremios porque no han fluido los recursos como debiera, las finanzas en la BUAP gozan de cabal salud, además de que se destaca como una de las universidades de mejor desempeño en el aumento de su matrícula: más de 100 mil alumnos en el periodo actual.

Ese crecimiento ordenado implica el reforzamiento de la oferta educativa con la apertura de nuevas carreras, la incorporación de profesores altamente capacitados y un incremento sustancial de su infraestructura, que incluye espacios en el interior de la entidad. Más del 50 por ciento de la infraestructura que tiene la universidad se construyó en esta gestión.

Innovar y promover el desarrollo humano sí, pero con el sustento de un andamiaje muy complejo difícil de alcanzar y que la BUAP, debe destacarse, ha logrado mediante una gestión de altas miras.

Más alumnos, más profesores de alto nivel y más infraestructura sin perjuicio de la calidad académica: hoy en día la universidad mantiene el 100 por ciento de sus programas de licenciatura acreditados.

Ojala que la nueva administración federal entienda la necesidad de “apostar por el futuro del país” y que en ese monumental esfuerzo la educación juega un papel preponderante. Solo así tendría sentido la necesidad de brindar herramientas para que verdaderamente los jóvenes construyan su propio camino mediante el emprendimiento.

Y que la universidad de futuro - la BUAP está en esa ruta- sea en verdad capaz de ofrecer respuestas concretas a los retos que hoy en día la sociedad plantea.

Llamó la atención que al rendir su Primer Informe de Labores de la gestión 2017-2021, el rector Alfonso Esparza Ortiz fuera más allá del mero recuento de logros y de metas cumplidas -que las hay- para hacer un llamado a incentivar la innovación, “porque ello implica apostar por el futuro del país”.

En su mensaje ante la comunicad universitaria señaló que innovar no solo es crear el tren más veloz o el último teléfono celular, no solo es llegar a las estrellas; es acercar las oportunidades a todos los seres humanos y promover la formación de los jóvenes.

Por ello, expresó que se debe apostar por la vida de los mexicanos dentro de 20 años “y la BUAP, con sus fortalezas y creatividad, tiene un papel central en este proceso”.

“Los países con mayor índice de desarrollo humano y crecimiento económico son los más innovadores”, aseguró al reiterar su llamado para hacer de la BUAP la universidad del futuro, “una institución vinculada a la investigación y que sea capaz de ofrecer respuestas concretas a los retos que la sociedad ahora plantea”.

En este sentido, reconoció que “en un mundo en el que las oportunidades de trabajo cada día son más difusas, se deben brindar herramientas para que los jóvenes construyan su propio camino. La solución reside en el emprendimiento y la capacidad de cada joven para definir su futuro”.

“Los invito a creer en ustedes mismos y no escuchar a quienes les dicen que no pueden. Busquen su propio camino, porque la próxima generación de empresarios e investigadores está aquí sentada; la respuesta al futuro del país está aquí”, remató.

La convocatoria del rector Esparza Ortiz tiene especial significado, especialmente si se ubica en el actual contexto, en el que soplan aires nuevos en la vida nacional ante el inminente cambio de gobierno.

Al partir del 1 de diciembre próximo ya nada será igual: si se apela a las renovadas formas que sustentan lo que se ha llamado la “cuarta transformación”, que será, ni duda cabe, profunda y radical, y que incluye, así debiera, lo que compete a las instituciones de educación superior.

No se vislumbra con claridad todavía cuáles serán los ejes que perfilarán las políticas del Gobierno Federal, si bien hay indicios de un interés por garantizar que la educación sea gratuita hasta la universidad. Ese objetivo incluso podría implicar una reforma al artículo tercero constitucional, cuyo texto actual limita tal obligatoriedad a la educación secundaria.

La iniciativa conlleva un riesgo enorme bajo la premisa incuestionable -probada históricamente- de que una mayor cobertura sin planificación implica necesariamente deterioro en la calidad de la educación. Tal propuesta se hace más endeble si a ello se añade la advertencia de una posible restricción en el acceso a fondos públicos.

A todo ello se refería quizá el rector Esparza, a sabiendas de que, a diferencia de otras instituciones del país, muchas de ellas agobiadas por crisis financieras difíciles de revertir a corto plazo, la BUAP ha hecho bien su tarea.

Si bien hay apremios porque no han fluido los recursos como debiera, las finanzas en la BUAP gozan de cabal salud, además de que se destaca como una de las universidades de mejor desempeño en el aumento de su matrícula: más de 100 mil alumnos en el periodo actual.

Ese crecimiento ordenado implica el reforzamiento de la oferta educativa con la apertura de nuevas carreras, la incorporación de profesores altamente capacitados y un incremento sustancial de su infraestructura, que incluye espacios en el interior de la entidad. Más del 50 por ciento de la infraestructura que tiene la universidad se construyó en esta gestión.

Innovar y promover el desarrollo humano sí, pero con el sustento de un andamiaje muy complejo difícil de alcanzar y que la BUAP, debe destacarse, ha logrado mediante una gestión de altas miras.

Más alumnos, más profesores de alto nivel y más infraestructura sin perjuicio de la calidad académica: hoy en día la universidad mantiene el 100 por ciento de sus programas de licenciatura acreditados.

Ojala que la nueva administración federal entienda la necesidad de “apostar por el futuro del país” y que en ese monumental esfuerzo la educación juega un papel preponderante. Solo así tendría sentido la necesidad de brindar herramientas para que verdaderamente los jóvenes construyan su propio camino mediante el emprendimiento.

Y que la universidad de futuro - la BUAP está en esa ruta- sea en verdad capaz de ofrecer respuestas concretas a los retos que hoy en día la sociedad plantea.