/ martes 19 de mayo de 2020

Cambiar comunicador social no servirá a Claudia Rivera si ella misma no genera cambios de fondo

La presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, ha caído en la trampa de muchos de sus antecesores en el cargo, quienes después de sufrir los estragos de una mala política de comunicación social creen que podrán mejorarla, enderezarla y resolverla quitando a un personaje para poner a otro.

En efecto, cada comunicador social despliega una estrategia personalísima, fundamentada en sus propias experiencias y conocimientos, para tratar de mejorar la percepción del gobernante para el que trabaja entre la población frente a la que quiere legitimarse, día con día.

Rivera Vivanco llegó este mes a la mitad de su gobierno de tres años y no es complicado deducir que ha hecho un análisis serio y profundo acerca de lo que piensan los habitantes de la ciudad de Puebla sobre su desempeño, sus aciertos y errores, que han tenido un impacto negativo al grado de colocarla en los últimos lugares de no pocos estudios de opinión que se encargan de medir la aprobación de las autoridades públicas entre la gente.

Si el saldo de una valoración crítica y objetiva es malo, asoma obligado el golpe de timón, principalmente en un contexto en el que se tiene sobre la espalda la animadversión de un gobernador con el que no se ha podido concretar nunca un acuerdo de no agresión y se avecina un proceso electoral que por primera vez permitirá la reelección de los presidentes municipales.

En los deseos de reelección de la edil de Puebla puede hallarse ese intento evidente por mejorar aquello en lo que ha fracasado en los últimos 18 meses, comunicarle a los poblanos las bondades de una administración municipal que presume ser de izquierda y que enarbola en la inclusión social uno de sus principales pilares.

Una vez llegada a esa conclusión optó por la parte más sencilla, la que suelen repetir una y otra vez los gobernantes antes de aceptar que son ellos, o una parte de su equipo que nada tiene que ver con la comunicación, los que están en el error.

Rivera Vivanco removió de la coordinación general de Comunicación Social a Rafael Quiroz Corona y puso en ese lugar a Magaly Herrera López, quien apenas 13 meses atrás tomaba las riendas del periódico El Popular para robustecer en la encomienda periodística a Carolina Fernández.

Quiroz Corona es un experimentado comunicador social que ha mostrado su buen desempeño en diversas aventuras de idéntica magnitud.

Herrera López lo hará bien, sin duda, como ha mostrado que sabe hacerlo en cada sitio al que ha llegado para trabajar en favor de ese oficio que tanto nos apasiona a quienes nos dedicamos a esto, ya sea desde una oficina gubernamental o desde la trinchera del periodismo (yo en lo personal siempre optaré por esta última).

No obstante, nadie podrá sacarse de la manga información concreta para comunicar si no hay qué comunicar.

Ni Rafael Quiroz, ni Magaly Herrera, ni Armando Rocha más atrás son capaces de recurrir a la magia, de cualquier tipo, para mostrar lo que no existe.

El reto de Rivera Vivanco y de su ‘dream team’ de asesores, entre quienes se encuentran Javier Palou, Roberto Zataraín, René Sánchez, Liza Aceves y Leobardo Rodríguez, en primera línea, es ver las deficiencias, las de todos, que son muchas, aceptarlas y corregirlas. De otra manera no habrá comunicador social que la ayude a competir, de verdad, por la reelección, como pretende.


@jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx


La presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, ha caído en la trampa de muchos de sus antecesores en el cargo, quienes después de sufrir los estragos de una mala política de comunicación social creen que podrán mejorarla, enderezarla y resolverla quitando a un personaje para poner a otro.

En efecto, cada comunicador social despliega una estrategia personalísima, fundamentada en sus propias experiencias y conocimientos, para tratar de mejorar la percepción del gobernante para el que trabaja entre la población frente a la que quiere legitimarse, día con día.

Rivera Vivanco llegó este mes a la mitad de su gobierno de tres años y no es complicado deducir que ha hecho un análisis serio y profundo acerca de lo que piensan los habitantes de la ciudad de Puebla sobre su desempeño, sus aciertos y errores, que han tenido un impacto negativo al grado de colocarla en los últimos lugares de no pocos estudios de opinión que se encargan de medir la aprobación de las autoridades públicas entre la gente.

Si el saldo de una valoración crítica y objetiva es malo, asoma obligado el golpe de timón, principalmente en un contexto en el que se tiene sobre la espalda la animadversión de un gobernador con el que no se ha podido concretar nunca un acuerdo de no agresión y se avecina un proceso electoral que por primera vez permitirá la reelección de los presidentes municipales.

En los deseos de reelección de la edil de Puebla puede hallarse ese intento evidente por mejorar aquello en lo que ha fracasado en los últimos 18 meses, comunicarle a los poblanos las bondades de una administración municipal que presume ser de izquierda y que enarbola en la inclusión social uno de sus principales pilares.

Una vez llegada a esa conclusión optó por la parte más sencilla, la que suelen repetir una y otra vez los gobernantes antes de aceptar que son ellos, o una parte de su equipo que nada tiene que ver con la comunicación, los que están en el error.

Rivera Vivanco removió de la coordinación general de Comunicación Social a Rafael Quiroz Corona y puso en ese lugar a Magaly Herrera López, quien apenas 13 meses atrás tomaba las riendas del periódico El Popular para robustecer en la encomienda periodística a Carolina Fernández.

Quiroz Corona es un experimentado comunicador social que ha mostrado su buen desempeño en diversas aventuras de idéntica magnitud.

Herrera López lo hará bien, sin duda, como ha mostrado que sabe hacerlo en cada sitio al que ha llegado para trabajar en favor de ese oficio que tanto nos apasiona a quienes nos dedicamos a esto, ya sea desde una oficina gubernamental o desde la trinchera del periodismo (yo en lo personal siempre optaré por esta última).

No obstante, nadie podrá sacarse de la manga información concreta para comunicar si no hay qué comunicar.

Ni Rafael Quiroz, ni Magaly Herrera, ni Armando Rocha más atrás son capaces de recurrir a la magia, de cualquier tipo, para mostrar lo que no existe.

El reto de Rivera Vivanco y de su ‘dream team’ de asesores, entre quienes se encuentran Javier Palou, Roberto Zataraín, René Sánchez, Liza Aceves y Leobardo Rodríguez, en primera línea, es ver las deficiencias, las de todos, que son muchas, aceptarlas y corregirlas. De otra manera no habrá comunicador social que la ayude a competir, de verdad, por la reelección, como pretende.


@jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx