/ domingo 23 de enero de 2022

Cambiar el rumbo, transformar la Educación

El próximo 24 de enero se considera el Día Internacional de la Educación, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo proclamó hace 4 años con el objetivo de sensibilizar a todo el planeta de la importancia de la educación para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en este caso el número 4 que se refiere a una Educación de Calidad y el lema para 2022 “cambiar el rumbo, transformar la educación”. ¿Será posible hacer un bien público a la educación universal y de calidad?

La pandemia nos empujó al mundo digital aceleradamente en medio de desigualdades sociales persistentes. Las generaciones de COVID-19, de niños que no han podido asistir a sus escuelas, me parecen una bomba de tiempo porque las deficiencias en socialización y construcción del conocimiento en comunidad hacen previsible el ensimismamiento, individualismo, disociación, de esas nuevas generaciones. Este fenómeno es más sensible para millones de niños más vulnerables, pobres y con falta de recursos. La discusión entonces está a la orden del día.


En nuestro país, los resultados de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED, 2020), 33.6 millones de personas (entre 3 y 29 años) se inscribieron en el ciclo escolar 2019-2020 (62% del total), pero 740 mil (2.2%) no concluyeron el ciclo; 58.9% por alguna razón asociada a la COVID-19 y 8.9% por falta de dinero o recursos. Es decir, la deserción se convierte en un problema más que agrava a los que ya teníamos históricamente.


Comparativamente, para 2020-2021 la educación básica disminuyó en 656 mil alumnos, según el informe de la Secretaría de Educación Básica (SEP, 8 sept 2021), y el 2.7% de los alumnos de secundaria abandonaron las aulas Finalmente, 1.8 millones de personas no están inscritos por COVID o falta de recursos (243 mil, 7.1% en escuelas privadas; 1.5 millones, 5.1% en escuelas públicas); considerando que la población inscrita es de 3.4 millones (10%) en escuelas privadas y 29.5 millones (90%) en escuelas públicas.


El panorama de la educación superior tiene una afectación proyectada hacia el campo laboral. Considerando que el 76% de la población está inscrita en universidades públicas y que sólo 24% corresponde a universidades privadas, son estas últimas las que han visto mermada su matrícula, aún más. Por otro lado, los apoyos económicos del gobierno federal han ayudado para que los jóvenes no deserten, sólo que la dedicación a las actividades escolares queda en entredicho, no se diga los Servicios Sociales y Prácticas Profesionales.


¿El resultado? Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), hubo aproximadamente casi un millón de personas en situación de pobreza educativa como consecuencia del impacto de la pandemia en nuestra sociedad en 2021.


¿Cómo revitalizar la educación? Hay un sitio de la UNESCO se pueden revisar las Celebraciones 2022, todas en línea. Interesantes en la perspectiva de pandemia que nos ha obligado a nuevos aprendizajes, esos que hemos tenido que asumir desde el nivel personal como vivir en incertidumbre, pero también replantear prioridades.

Desde que en 1945 se impulsó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la educación es un derecho que se considera además la única posibilidad para crecer realmente en la calidad de vida, porque la desigualdad social no es únicamente tener más dinero como capacidad de compra sino un salto cualitativo a la comprensión re la realidad y cómo afrontar los problemas personales y sociales. Queda latente el trabajo que se haga directamente con los alumnos, responsabilidad de maestros y padres de familia, trinomio necesario para aspirar a la vida de Prosperidad y Paz (UNESCO 2022).



*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y Secretaria de Membresías (2022-2024) Mail: margarita_arguelles@hotmail.com


El próximo 24 de enero se considera el Día Internacional de la Educación, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo proclamó hace 4 años con el objetivo de sensibilizar a todo el planeta de la importancia de la educación para conseguir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en este caso el número 4 que se refiere a una Educación de Calidad y el lema para 2022 “cambiar el rumbo, transformar la educación”. ¿Será posible hacer un bien público a la educación universal y de calidad?

La pandemia nos empujó al mundo digital aceleradamente en medio de desigualdades sociales persistentes. Las generaciones de COVID-19, de niños que no han podido asistir a sus escuelas, me parecen una bomba de tiempo porque las deficiencias en socialización y construcción del conocimiento en comunidad hacen previsible el ensimismamiento, individualismo, disociación, de esas nuevas generaciones. Este fenómeno es más sensible para millones de niños más vulnerables, pobres y con falta de recursos. La discusión entonces está a la orden del día.


En nuestro país, los resultados de la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED, 2020), 33.6 millones de personas (entre 3 y 29 años) se inscribieron en el ciclo escolar 2019-2020 (62% del total), pero 740 mil (2.2%) no concluyeron el ciclo; 58.9% por alguna razón asociada a la COVID-19 y 8.9% por falta de dinero o recursos. Es decir, la deserción se convierte en un problema más que agrava a los que ya teníamos históricamente.


Comparativamente, para 2020-2021 la educación básica disminuyó en 656 mil alumnos, según el informe de la Secretaría de Educación Básica (SEP, 8 sept 2021), y el 2.7% de los alumnos de secundaria abandonaron las aulas Finalmente, 1.8 millones de personas no están inscritos por COVID o falta de recursos (243 mil, 7.1% en escuelas privadas; 1.5 millones, 5.1% en escuelas públicas); considerando que la población inscrita es de 3.4 millones (10%) en escuelas privadas y 29.5 millones (90%) en escuelas públicas.


El panorama de la educación superior tiene una afectación proyectada hacia el campo laboral. Considerando que el 76% de la población está inscrita en universidades públicas y que sólo 24% corresponde a universidades privadas, son estas últimas las que han visto mermada su matrícula, aún más. Por otro lado, los apoyos económicos del gobierno federal han ayudado para que los jóvenes no deserten, sólo que la dedicación a las actividades escolares queda en entredicho, no se diga los Servicios Sociales y Prácticas Profesionales.


¿El resultado? Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), hubo aproximadamente casi un millón de personas en situación de pobreza educativa como consecuencia del impacto de la pandemia en nuestra sociedad en 2021.


¿Cómo revitalizar la educación? Hay un sitio de la UNESCO se pueden revisar las Celebraciones 2022, todas en línea. Interesantes en la perspectiva de pandemia que nos ha obligado a nuevos aprendizajes, esos que hemos tenido que asumir desde el nivel personal como vivir en incertidumbre, pero también replantear prioridades.

Desde que en 1945 se impulsó la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la educación es un derecho que se considera además la única posibilidad para crecer realmente en la calidad de vida, porque la desigualdad social no es únicamente tener más dinero como capacidad de compra sino un salto cualitativo a la comprensión re la realidad y cómo afrontar los problemas personales y sociales. Queda latente el trabajo que se haga directamente con los alumnos, responsabilidad de maestros y padres de familia, trinomio necesario para aspirar a la vida de Prosperidad y Paz (UNESCO 2022).



*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP y Secretaria de Membresías (2022-2024) Mail: margarita_arguelles@hotmail.com