/ domingo 29 de noviembre de 2020

Cambios en los hábitos de consumo después del Covid-19

El mercado tiene que activarse para que una economía sea sana, lo que se puede discutir es qué ofrece ese mercado para el consumo y qué hábitos tiene el que consume para no generarse deudas innecesarias, o impagables. Dado que hay un porcentaje de población afortunada que recibe una participación económica llamada “aguinaldo”, es propicio hacer una reflexión acerca de lo que viene y cómo lo viviremos ahora.

El primer hábito que va a cambiar son las reuniones familiares en las fechas que son importantes para recibir un nuevo año, como una cena de Navidad, intercambio de regalos, cena de año nuevo, la llegada de los Reyes Magos, la Rosca de Reyes con la consabida tamaliza el 2 de febrero.

El segundo hábito que visiblemente modificará es el del consumo en las tiendas de conveniencia, las plazas tan generalizadas. Así pues, vale la pena replantear el pensamiento del lingüista Noam Chomsky en el sentido de que el pueblo es redirigido por el comercio y los comerciantes que idean promociones para que la gente compre indiscriminadamente cosas o servicios que ni siquiera necesitan, porque hay nuevas estrategias de venta.

El famoso Buen Fin -que se implementó en el 2011- ahora se extendió del 9 al 20 de noviembre ¿con qué objetivo? Pues para que la gente tuviera más tiempo de comprar. La publicidad en línea, a través de redes sociales, se está sofisticando.

Es así que llega la reflexión de Chomsky en el sentido de que las estrategias de los gigantes económicos que ofrecen múltiples opciones de consumo con formatos publicitarios con un propósito de enganchar al consumo, y que lo logran. ¿De quién es la responsabilidad? Sí, de los que tienen la intención clara, los grandes negocios. Entonces ¿los ciudadanos están indefensos ante el ataque de la publicidad inmisericorde? Tal vez. Y sólo tal vez, porque si una persona no tiene un soporte mínimo de ética o cultura, buscará de todas maneras satisfacer sus necesidades con lo que tenga al alcance, que entonces es lo inmediato, lo ofertado en los medios masivos. Evidentemente un tema de múltiples aristas.

Zygmunt Bauman, sociólogo polaco que estudia la modernidad europea como producto de una transacción entre la cesión de libertades y la comodidad para disfrutar de un nivel de beneficios y de seguridad, considera que el consumismo lleva a las personas a llenar espacios vacíos en el ser humano, terreno fértil de la publicidad.

En el escenario del que hablamos llega entonces el aguinaldo como una real amenaza que puede atentar contra la buena cordura de cualquiera. Entonces, sin recurrir al aburrido llamado que trate de convencernos de no gastar en lo innecesario (porque es muy subjetivo), lo único que queda es pensar y seguir pensando que lo importante es lo básico, y no caer en la tentación de “un gustito, porque lo valgo, porque ya trabajé todo el año, porque me lo merezco” y otros tentáculos de Medusa. Además ¿en dónde comprar que no haya aglutinamiento? ¿en dónde habrá suficientes medidas de sanidad para evitar contagios? Además, la austeridad toca a la puerta del 2021.

Toca cambiar una forma de pensar, reflexionar y no disipar nuestras necesidades básicas con esa “modernidad líquida”, con valores poco sólidos, inciertos, que han debilitado nuestros vínculos humanos, como advirtió Bauman y critica Chomsky. Finalmente, el consumismo sólo puede reducirse con los límites que le pongamos a las compras, nuestros cambios de hábitos, porque la publicidad dudosamente redireccionará su fin último.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

El mercado tiene que activarse para que una economía sea sana, lo que se puede discutir es qué ofrece ese mercado para el consumo y qué hábitos tiene el que consume para no generarse deudas innecesarias, o impagables. Dado que hay un porcentaje de población afortunada que recibe una participación económica llamada “aguinaldo”, es propicio hacer una reflexión acerca de lo que viene y cómo lo viviremos ahora.

El primer hábito que va a cambiar son las reuniones familiares en las fechas que son importantes para recibir un nuevo año, como una cena de Navidad, intercambio de regalos, cena de año nuevo, la llegada de los Reyes Magos, la Rosca de Reyes con la consabida tamaliza el 2 de febrero.

El segundo hábito que visiblemente modificará es el del consumo en las tiendas de conveniencia, las plazas tan generalizadas. Así pues, vale la pena replantear el pensamiento del lingüista Noam Chomsky en el sentido de que el pueblo es redirigido por el comercio y los comerciantes que idean promociones para que la gente compre indiscriminadamente cosas o servicios que ni siquiera necesitan, porque hay nuevas estrategias de venta.

El famoso Buen Fin -que se implementó en el 2011- ahora se extendió del 9 al 20 de noviembre ¿con qué objetivo? Pues para que la gente tuviera más tiempo de comprar. La publicidad en línea, a través de redes sociales, se está sofisticando.

Es así que llega la reflexión de Chomsky en el sentido de que las estrategias de los gigantes económicos que ofrecen múltiples opciones de consumo con formatos publicitarios con un propósito de enganchar al consumo, y que lo logran. ¿De quién es la responsabilidad? Sí, de los que tienen la intención clara, los grandes negocios. Entonces ¿los ciudadanos están indefensos ante el ataque de la publicidad inmisericorde? Tal vez. Y sólo tal vez, porque si una persona no tiene un soporte mínimo de ética o cultura, buscará de todas maneras satisfacer sus necesidades con lo que tenga al alcance, que entonces es lo inmediato, lo ofertado en los medios masivos. Evidentemente un tema de múltiples aristas.

Zygmunt Bauman, sociólogo polaco que estudia la modernidad europea como producto de una transacción entre la cesión de libertades y la comodidad para disfrutar de un nivel de beneficios y de seguridad, considera que el consumismo lleva a las personas a llenar espacios vacíos en el ser humano, terreno fértil de la publicidad.

En el escenario del que hablamos llega entonces el aguinaldo como una real amenaza que puede atentar contra la buena cordura de cualquiera. Entonces, sin recurrir al aburrido llamado que trate de convencernos de no gastar en lo innecesario (porque es muy subjetivo), lo único que queda es pensar y seguir pensando que lo importante es lo básico, y no caer en la tentación de “un gustito, porque lo valgo, porque ya trabajé todo el año, porque me lo merezco” y otros tentáculos de Medusa. Además ¿en dónde comprar que no haya aglutinamiento? ¿en dónde habrá suficientes medidas de sanidad para evitar contagios? Además, la austeridad toca a la puerta del 2021.

Toca cambiar una forma de pensar, reflexionar y no disipar nuestras necesidades básicas con esa “modernidad líquida”, con valores poco sólidos, inciertos, que han debilitado nuestros vínculos humanos, como advirtió Bauman y critica Chomsky. Finalmente, el consumismo sólo puede reducirse con los límites que le pongamos a las compras, nuestros cambios de hábitos, porque la publicidad dudosamente redireccionará su fin último.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com