/ domingo 20 de mayo de 2018

Campaña de miedo -VS- Campaña de odio

“Si quieres controlar a alguien, haz que sienta miedo”

Paulo Coelho


“El odio es la violencia interior que no atiende sino a su propia voz”

Bernardo Neustadl


Antes que nada, veamos los significados de estas dos palabras (miedo y odio).

“La palabra miedo proviene del término latino ‘metus’. Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad. El concepto también se utiliza para nombrar al rechazo o aversión que siente un individuo a que le pase algo malo u opuesto a lo que pretende para sí mismo y para sus seres queridos”. (https://definicion.de/miedo/)

“Odio, del latín ‘odĭum’, es la antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien. Se trata de un sentimiento negativo que desea el mal para el sujeto u objeto odiado. El odio está vinculado a la enemistad y la repulsión. Las personas tratan de evitar o destruir aquello que odian. En el caso del odio hacia otro ser humano, el sentimiento puede reflejarse a través de insultos o agresiones físicas. Por lo general, se considera que el odio es lo opuesto al amor”. (https://definicion.de/odio/)

Ambos conceptos nos plantean una subyacente preocupación que nos debe llevar a ocuparnos con prudencia sobre lo que está sucediendo en y con las campañas políticas electorales en la república mexicana, encabezadas por los mismos candidatos presidenciales con sus discursos y declaraciones.

Debe ponernos en alerta objetiva. Ciertamente ha vuelto a emerger con mayor fuerza la campaña del miedo a partir de comparar el discurso populista con los resultados concretos (en Latinoamérica), donde se sostiene que no ha habido beneficios reales en los países en los que se ha implementado y que todo queda en retórica. Peor aún, sostienen los candidatos pro-miedo que los dirigentes de aquellos países, más que acabar con lo que criticaban (deshonestidad, corrupción, inseguridad, pobreza, etc.), esto se ha fortalecido, incluso incrementado. De manera que los candidatos proponentes del miedo pretenden persuadir a los electores de que se abstengan de cometer un error al momento de ejercer el sufragio. Por lo que las campañas promueven la sensación de angustia y peligro para evitar el voto a favor del populismo.

Por otro lado, está la campaña de odio promovida desde la defensa del populismo, argumentando que lo que se requiere es una gran trasformación social a partir del cambio de mentalidad, por lo que no hay que preocuparse de lo que los otros esgrimen, sino que hay que cerrar filas ante un posible fraude electoral, de manera que hay que organizarse para la defensa del triunfo.

Ahora bien, no es el discurso de transformación social lo que llama al odio, porque de hecho es necesario una gran transformación social, eso que ni qué. Lo que llama la atención es la segunda parte del planteamiento, que es el llamado a defender el voto a partir de un supuesto que ya se vende como cierto, y que, dicho por la voz cantante, no va haber otra posibilidad porque sería inverosímil.

Es decir, ya se está vendiendo y sembrando la idea de que, de no entregar el poder a esta postura, es porque se habría hecho trampa, por lo tanto, hay que -desde ahora- prepararse para las protestas, las defensas, o lo que haya que hacer, para mantener el triunfo del que ya se habla y se sostiene como un hecho invariable.

Ante ambas posturas lo que se percibe, así como van las cosas, es que gane quien gane no va haber cambios sustanciales, más bien en la polarización va a sobrar el encono. Es como llamar al linchamiento recordando que hay una conducta fácil en México que tiene que ver con ser muy iracundos, explosivos y que basta con un sonar de campanas en un pueblo y gritar “allá van los malos…” y se desata una persecución criminal sin averiguar cuán cierto sea: se procede a linchar sin arrepentimiento alguno.

Eso veo que se está promoviendo. Venga de donde venga, sí es un verdadero peligro para México. ¡Mexicanos, cuidado!


*Consultor y asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf

“Si quieres controlar a alguien, haz que sienta miedo”

Paulo Coelho


“El odio es la violencia interior que no atiende sino a su propia voz”

Bernardo Neustadl


Antes que nada, veamos los significados de estas dos palabras (miedo y odio).

“La palabra miedo proviene del término latino ‘metus’. Se trata de una alteración del ánimo que produce angustia ante un peligro o un eventual perjuicio, ya sea producto de la imaginación o propio de la realidad. El concepto también se utiliza para nombrar al rechazo o aversión que siente un individuo a que le pase algo malo u opuesto a lo que pretende para sí mismo y para sus seres queridos”. (https://definicion.de/miedo/)

“Odio, del latín ‘odĭum’, es la antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien. Se trata de un sentimiento negativo que desea el mal para el sujeto u objeto odiado. El odio está vinculado a la enemistad y la repulsión. Las personas tratan de evitar o destruir aquello que odian. En el caso del odio hacia otro ser humano, el sentimiento puede reflejarse a través de insultos o agresiones físicas. Por lo general, se considera que el odio es lo opuesto al amor”. (https://definicion.de/odio/)

Ambos conceptos nos plantean una subyacente preocupación que nos debe llevar a ocuparnos con prudencia sobre lo que está sucediendo en y con las campañas políticas electorales en la república mexicana, encabezadas por los mismos candidatos presidenciales con sus discursos y declaraciones.

Debe ponernos en alerta objetiva. Ciertamente ha vuelto a emerger con mayor fuerza la campaña del miedo a partir de comparar el discurso populista con los resultados concretos (en Latinoamérica), donde se sostiene que no ha habido beneficios reales en los países en los que se ha implementado y que todo queda en retórica. Peor aún, sostienen los candidatos pro-miedo que los dirigentes de aquellos países, más que acabar con lo que criticaban (deshonestidad, corrupción, inseguridad, pobreza, etc.), esto se ha fortalecido, incluso incrementado. De manera que los candidatos proponentes del miedo pretenden persuadir a los electores de que se abstengan de cometer un error al momento de ejercer el sufragio. Por lo que las campañas promueven la sensación de angustia y peligro para evitar el voto a favor del populismo.

Por otro lado, está la campaña de odio promovida desde la defensa del populismo, argumentando que lo que se requiere es una gran trasformación social a partir del cambio de mentalidad, por lo que no hay que preocuparse de lo que los otros esgrimen, sino que hay que cerrar filas ante un posible fraude electoral, de manera que hay que organizarse para la defensa del triunfo.

Ahora bien, no es el discurso de transformación social lo que llama al odio, porque de hecho es necesario una gran transformación social, eso que ni qué. Lo que llama la atención es la segunda parte del planteamiento, que es el llamado a defender el voto a partir de un supuesto que ya se vende como cierto, y que, dicho por la voz cantante, no va haber otra posibilidad porque sería inverosímil.

Es decir, ya se está vendiendo y sembrando la idea de que, de no entregar el poder a esta postura, es porque se habría hecho trampa, por lo tanto, hay que -desde ahora- prepararse para las protestas, las defensas, o lo que haya que hacer, para mantener el triunfo del que ya se habla y se sostiene como un hecho invariable.

Ante ambas posturas lo que se percibe, así como van las cosas, es que gane quien gane no va haber cambios sustanciales, más bien en la polarización va a sobrar el encono. Es como llamar al linchamiento recordando que hay una conducta fácil en México que tiene que ver con ser muy iracundos, explosivos y que basta con un sonar de campanas en un pueblo y gritar “allá van los malos…” y se desata una persecución criminal sin averiguar cuán cierto sea: se procede a linchar sin arrepentimiento alguno.

Eso veo que se está promoviendo. Venga de donde venga, sí es un verdadero peligro para México. ¡Mexicanos, cuidado!


*Consultor y asesor en Comunicación Política y Organizacional; jdelrsf@gmail.com; twiter: @jdelrsf