/ viernes 26 de junio de 2020

Candidatos de la chistera azul

Con el afán de dar nota y de que la pandemia no los desaparezca, los dirigentes partidistas poblanos empezaron a filtrar nombres de posibles candidatos a presidentes municipales y diputados locales y federales para el próximo año.

En muchos casos, a los mencionados como “aspirantes”, ni siquiera les han preguntado si les interesa.

Uno de los primeros fue el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, quien le reveló al empresario Eduardo García Casas, quien ya trabaja para el candidato azul a la presidencia municipal de San Andrés Cholula, una serie de nombres para la alcaldía de la capital y a diputados federales.

Realmente al único que le interesaba sacar a la luz es a su amigo Humberto Aguilar Coronado, quien poco días después aceptó su interés en busca la presidencia de la capital.

Hace unos días Genoveva Huerta tomó la palabra y mencionó a aspirantes, entre ellos al ex gobernador Tony Gali para la Angelópolis, para empezar él no es panista y segundo está en el confinamiento con su familia desde hace tres meses y por lo tanto ni ha sido consultado ni ha dicho que le interesa. Hoy, como miles de poblanos, cuida su salud y está muy lejos de la política partidista.

Impulsado por el dirigente municipal de Puebla, Jesús Zaldívar, el ex presidente Eduardo Rivera se mueve al interior de su partido, que también dirigió, porque conoce los estatutos y sabe que no será fácil ser nominado pero tampoco desea que lo descalifiquen sin ton ni son.

Es panista y lo ha demostrado. Cuenta con trayectoria entre los poblanos, pero eso en esta ocasión no será suficiente para ser candidato, máxime si se forman alianzas, lo más posible en Puebla, con el PRD, Movimiento Ciudadano y partidos locales.

Tampoco descartan al PRI en un frente unido contra Morena, como lo aceptó esta semana el delegado del CEN tricolor, Américo Zúñiga.

Eso complica la operación y no necesariamente le da ventajas a una propuesta panista pura.

Los blanquiazules saben que son indispensables para ganar, pero solos no podrán hacerlo en 2021 porque una división de los partidos y múltiples candidatos sólo favorece a Morena y sus aliados.

A un año de las elecciones se le queman las habas a los dirigentes y a algunos políticos que sienten que la próxima será su elección, pero en este momento nadie tiene garantías de ir en las boletas porque falta tiempo y saber cómo se mueven sus dirigencias nacionales.

¿Quieren el poder? Si, sólo que para conseguirlo tendrán que construir una unidad opositora lo más amplia posible y tener propuestas ganadoras con consensos y sin impugnaciones de los aliados.

Lo demás es especulación y sacan de sus chisteras azules buenas ideas.

En política nada antes, ni nada después, todo a su tiempo.

De las anécdotas que se cuentan

Aquella mañana el candidato a gobernador Rafael Moreno Valle desayunó con don Enrique Montero Ponce.

El influyente periodista era además padre del candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla, Mario Montero Serrano.

Hábil don Enrique y le planteó un escenario al aspirante a la gubernatura:

Sin renunciar a los partidos que los postularon, Rafael fue invitado a hacer pareja con Mario y entre los dos dejar fuera al panista Eduardo Rivera, fórmula de Moreno Valle.

Por conflictos en las campañas, el aspirante a suceder a Mario Marín tenía problema con Rivera y no descartó la tentadora propuesta.

Se inquietó, consultó y al final tomó una decisión.

No aceptó por una razón de peso, las primeras semanas de su elección recorrió el interior del estado y las últimas eran para giras en la capital.

Dejar a un panista fuera le ocasionaría problemas con el principal partido que lo postulaba y Montero Serrano no le garantizaba los votos que tenía en la bolsa Lalo.

El candidato tomó su teléfono, llamó a don Enrique y le dijo:

“No, gracias. A estas alturas es imposible”.

Moreno Valle y Rivera Pérez ganaron en 2010 las elecciones con la más alta votación de la historia en la capital y en el estado.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto

Con el afán de dar nota y de que la pandemia no los desaparezca, los dirigentes partidistas poblanos empezaron a filtrar nombres de posibles candidatos a presidentes municipales y diputados locales y federales para el próximo año.

En muchos casos, a los mencionados como “aspirantes”, ni siquiera les han preguntado si les interesa.

Uno de los primeros fue el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés, quien le reveló al empresario Eduardo García Casas, quien ya trabaja para el candidato azul a la presidencia municipal de San Andrés Cholula, una serie de nombres para la alcaldía de la capital y a diputados federales.

Realmente al único que le interesaba sacar a la luz es a su amigo Humberto Aguilar Coronado, quien poco días después aceptó su interés en busca la presidencia de la capital.

Hace unos días Genoveva Huerta tomó la palabra y mencionó a aspirantes, entre ellos al ex gobernador Tony Gali para la Angelópolis, para empezar él no es panista y segundo está en el confinamiento con su familia desde hace tres meses y por lo tanto ni ha sido consultado ni ha dicho que le interesa. Hoy, como miles de poblanos, cuida su salud y está muy lejos de la política partidista.

Impulsado por el dirigente municipal de Puebla, Jesús Zaldívar, el ex presidente Eduardo Rivera se mueve al interior de su partido, que también dirigió, porque conoce los estatutos y sabe que no será fácil ser nominado pero tampoco desea que lo descalifiquen sin ton ni son.

Es panista y lo ha demostrado. Cuenta con trayectoria entre los poblanos, pero eso en esta ocasión no será suficiente para ser candidato, máxime si se forman alianzas, lo más posible en Puebla, con el PRD, Movimiento Ciudadano y partidos locales.

Tampoco descartan al PRI en un frente unido contra Morena, como lo aceptó esta semana el delegado del CEN tricolor, Américo Zúñiga.

Eso complica la operación y no necesariamente le da ventajas a una propuesta panista pura.

Los blanquiazules saben que son indispensables para ganar, pero solos no podrán hacerlo en 2021 porque una división de los partidos y múltiples candidatos sólo favorece a Morena y sus aliados.

A un año de las elecciones se le queman las habas a los dirigentes y a algunos políticos que sienten que la próxima será su elección, pero en este momento nadie tiene garantías de ir en las boletas porque falta tiempo y saber cómo se mueven sus dirigencias nacionales.

¿Quieren el poder? Si, sólo que para conseguirlo tendrán que construir una unidad opositora lo más amplia posible y tener propuestas ganadoras con consensos y sin impugnaciones de los aliados.

Lo demás es especulación y sacan de sus chisteras azules buenas ideas.

En política nada antes, ni nada después, todo a su tiempo.

De las anécdotas que se cuentan

Aquella mañana el candidato a gobernador Rafael Moreno Valle desayunó con don Enrique Montero Ponce.

El influyente periodista era además padre del candidato del PRI a la presidencia municipal de Puebla, Mario Montero Serrano.

Hábil don Enrique y le planteó un escenario al aspirante a la gubernatura:

Sin renunciar a los partidos que los postularon, Rafael fue invitado a hacer pareja con Mario y entre los dos dejar fuera al panista Eduardo Rivera, fórmula de Moreno Valle.

Por conflictos en las campañas, el aspirante a suceder a Mario Marín tenía problema con Rivera y no descartó la tentadora propuesta.

Se inquietó, consultó y al final tomó una decisión.

No aceptó por una razón de peso, las primeras semanas de su elección recorrió el interior del estado y las últimas eran para giras en la capital.

Dejar a un panista fuera le ocasionaría problemas con el principal partido que lo postulaba y Montero Serrano no le garantizaba los votos que tenía en la bolsa Lalo.

El candidato tomó su teléfono, llamó a don Enrique y le dijo:

“No, gracias. A estas alturas es imposible”.

Moreno Valle y Rivera Pérez ganaron en 2010 las elecciones con la más alta votación de la historia en la capital y en el estado.

fcrisanto00@yahoo.com.mx

Twitter @fercrisanto

Facebook: Fernando Alberto Crisanto