/ sábado 8 de febrero de 2020

Carnaval, la oportunidad de actuar libremente bajo una máscara

El frio del invierno se debilita y empezamos a sentir algunas muestras de calor, las festividades de cada año empiezan a tomar forma y las calles se pintan de alegría y color con una tradición llena de significado.

El carnaval es la celebración profana que antecede a la cuaresma, sumamente tradicional en gran parte de los municipios que conforman la nación, consolidándose como un evento que forma parte de nuestra identidad.

En el caso poblano, tenemos el famoso Carnaval de Huejotzingo, en donde la mezcla de música, cuetes y bailables producen una escena llena de emotividad y belleza.

Un elemento sumamente importante del carnaval es el uso de las máscaras, esos artículos que sirven para ocultar el rostro y mostrar una imagen deseada, llegándose a convertir en artículos sumamente característicos de algunas ciudades que se identifican por este evento, como es el caso de Venecia, Italia, donde una tradición centenaria hace de ese evento el más importante del mundo.

Ahora bien, la intención de esta editorial es hacer patente el hecho de que los seres humanos actúan de diferente modo cuando tienen que guardar una apariencia o una imagen como tal, recordemos que nuestra personalidad está totalmente influenciada por nuestro entorno cultural, situación que indudablemente moldea lo que somos. La libertad es un concepto imposible de definir, pero hay quien afirma que nadie es totalmente libre en función de tener que cumplir un rol que se nos ha asignado.

Cuando existe la ocasión de que nuestra conducta sea tolerada de algún modo, como cuando hay permisividad de ingerir alcohol en la vía publica, además de no mostrar el rostro, la gente llega a mostrar una personalidad más original o auténtica, situación que puede llevar a un desinhibición que puede redundar en alegría, pero también puede constituir un riesgo, ya que el ser humano no es civilizado ni se orienta a lo que se conoce como el bien, precisamente el establecimiento del estado es lo que ha llevado al progreso y a los intentos por conseguir la paz.

Podemos poner el ejemplo de Fernando VII, un monarca español que de noche se vestía de modo humilde y salía de su palacio de la forma más discreta posible, solamente acompañado de un soldado, para dirigirse a las cantinas y burdeles a darle rienda suelta a sus deseos, para después regresar a su castillo y ejercer sus funciones reales.

En conclusión creo que participar en un carnaval puede constituir un ejercicio emocional positivo, siempre y cuando exista la responsabilidad necesaria y el ánimo de ser un ciudadano que aspire a vivir en paz y concordia.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven

El frio del invierno se debilita y empezamos a sentir algunas muestras de calor, las festividades de cada año empiezan a tomar forma y las calles se pintan de alegría y color con una tradición llena de significado.

El carnaval es la celebración profana que antecede a la cuaresma, sumamente tradicional en gran parte de los municipios que conforman la nación, consolidándose como un evento que forma parte de nuestra identidad.

En el caso poblano, tenemos el famoso Carnaval de Huejotzingo, en donde la mezcla de música, cuetes y bailables producen una escena llena de emotividad y belleza.

Un elemento sumamente importante del carnaval es el uso de las máscaras, esos artículos que sirven para ocultar el rostro y mostrar una imagen deseada, llegándose a convertir en artículos sumamente característicos de algunas ciudades que se identifican por este evento, como es el caso de Venecia, Italia, donde una tradición centenaria hace de ese evento el más importante del mundo.

Ahora bien, la intención de esta editorial es hacer patente el hecho de que los seres humanos actúan de diferente modo cuando tienen que guardar una apariencia o una imagen como tal, recordemos que nuestra personalidad está totalmente influenciada por nuestro entorno cultural, situación que indudablemente moldea lo que somos. La libertad es un concepto imposible de definir, pero hay quien afirma que nadie es totalmente libre en función de tener que cumplir un rol que se nos ha asignado.

Cuando existe la ocasión de que nuestra conducta sea tolerada de algún modo, como cuando hay permisividad de ingerir alcohol en la vía publica, además de no mostrar el rostro, la gente llega a mostrar una personalidad más original o auténtica, situación que puede llevar a un desinhibición que puede redundar en alegría, pero también puede constituir un riesgo, ya que el ser humano no es civilizado ni se orienta a lo que se conoce como el bien, precisamente el establecimiento del estado es lo que ha llevado al progreso y a los intentos por conseguir la paz.

Podemos poner el ejemplo de Fernando VII, un monarca español que de noche se vestía de modo humilde y salía de su palacio de la forma más discreta posible, solamente acompañado de un soldado, para dirigirse a las cantinas y burdeles a darle rienda suelta a sus deseos, para después regresar a su castillo y ejercer sus funciones reales.

En conclusión creo que participar en un carnaval puede constituir un ejercicio emocional positivo, siempre y cuando exista la responsabilidad necesaria y el ánimo de ser un ciudadano que aspire a vivir en paz y concordia.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; @vicente_aven