/ viernes 15 de enero de 2021

Carta póstuma a mi querido primo hermano Arturo Alonso Sánchez

Querido primo: Apenas ayer partiste tan repentinamente que no tuvimos tiempo de despedirnos, y hoy nos entregaron tus cenizas y nos dijeron que no te podíamos velar por la pandemia, que no había iglesias ni sacerdotes que oficiaran una misa en tu memoria. ¡Qué triste adversidad la que estamos viviendo! En verdad me parece increíble que ya no estés, que ya no podamos volver a platicar como lo solíamos hacer a menudo, ni reírnos de anécdotas y vaciladas, ni comer los domingos. No lo puedo creer. Estabas tan lleno de vida, con tantas ilusiones y emprendimientos. Tenías ansias de vivir después de épocas difíciles. Te urgía ser feliz, lo necesitabas para sentirte realizado y de momento todo se paró, todo se quedó callado y en silencio, tu corazón, que tan generosamente latía, se cansó de esperar mejores tiempos y se detuvo diciendo ¡basta!

Es por ello que he optado por escribirte esta carta, confiando en que en algún tiempo puedas leerla. Sé que ahora estás en tránsito hacia otra dimensión, la espiritual, y que estás preparado para ello pues aprendiste, entre otros temas, a meditar, y te adentraste en la metafísica y en la espiritualidad que juntos practicamos en CONVERSACIONES. Tan fue así, que una vez te dije que en caso de que yo faltara tú serías mi sucesor, querido hermano, pero mira, el destino tenía para ti otros planes superiores que ahora se empezarán a realizar. Tu ciclo en esta vida ha concluido en armonía y paz.

Ayer iniciamos tu novenario en la iglesia de La Medalla Milagrosa gracias a la generosidad de Manuel y Normita Veana, quienes siempre te agradecieron el don que tuviste de imposición de manos con su familia, del cual nunca hiciste ostentación alguna porque tu sencillez y tu modestia así lo requería. Tan era así que jamás te ostentaste como docto o académico teniendo dos maestrías en Administración y Derecho Económico, pero sí las pusiste al servicio de la juventud en diversas universidades y escuelas, sin importarte la recompensa económica; te bastaba el agradecimiento de los jóvenes. Tus padres, Arturo y Carmelina fueron generosos contigo y te enseñaron el valor del dinero a través del trabajo y de la lucha diaria, y vaya que la tuviste en un largo tiempo, pero me consta que nunca te quejaste y siempre actuaste con absoluta dignidad, y ahora que la vida te recompensaba tus esfuerzos pudiste vivirla con amor y generosidad hacia los tuyos.

Fuiste grande “chino”, siempre hermano, siempre humano, siempre generoso, prodigando afecto y sonrisas. Sin que nadie lo supiera tu misión en esta vida estaba concluyendo y ahora nos dejas un gran vacío en nuestros corazones por tu dolorosa partida. ¿Sabes?, lo que más me duele es no haberme despedido de ti. Afortunadamente siempre te expresé mi cariño y mi solidaridad y te decía de viva voz cuanto te quería. Gracias a Dios no hay deudas entre nosotros, todo está saldado. Te prometo estar atento a los requerimientos de tus hijos. Ve tranquilo hermano, ya terminaron tus guerras y tu lucha nunca fue en vano. Hiciste feliz a mucha gente, ahora solo queda desearte buen viaje. Salúdame mucho a mi abuelita Sarita, a mis padres Manuel y Angelita, a nuestro Charly y a Pepín, nuestro primo, y desde luego a tu mami Carmelina y a mi “negro querido”, el tío Arturo, tu gran padre, también a mis tíos Pepe y María Luisa. Diles a todos ellos que los extrañamos mucho y que siguen viviendo en nuestros corazones. Algún día, sin duda, los alcanzaremos.

¡Descansa en paz, guerrero, la lucha ya terminó!

Tu primo Jorge

Querido primo: Apenas ayer partiste tan repentinamente que no tuvimos tiempo de despedirnos, y hoy nos entregaron tus cenizas y nos dijeron que no te podíamos velar por la pandemia, que no había iglesias ni sacerdotes que oficiaran una misa en tu memoria. ¡Qué triste adversidad la que estamos viviendo! En verdad me parece increíble que ya no estés, que ya no podamos volver a platicar como lo solíamos hacer a menudo, ni reírnos de anécdotas y vaciladas, ni comer los domingos. No lo puedo creer. Estabas tan lleno de vida, con tantas ilusiones y emprendimientos. Tenías ansias de vivir después de épocas difíciles. Te urgía ser feliz, lo necesitabas para sentirte realizado y de momento todo se paró, todo se quedó callado y en silencio, tu corazón, que tan generosamente latía, se cansó de esperar mejores tiempos y se detuvo diciendo ¡basta!

Es por ello que he optado por escribirte esta carta, confiando en que en algún tiempo puedas leerla. Sé que ahora estás en tránsito hacia otra dimensión, la espiritual, y que estás preparado para ello pues aprendiste, entre otros temas, a meditar, y te adentraste en la metafísica y en la espiritualidad que juntos practicamos en CONVERSACIONES. Tan fue así, que una vez te dije que en caso de que yo faltara tú serías mi sucesor, querido hermano, pero mira, el destino tenía para ti otros planes superiores que ahora se empezarán a realizar. Tu ciclo en esta vida ha concluido en armonía y paz.

Ayer iniciamos tu novenario en la iglesia de La Medalla Milagrosa gracias a la generosidad de Manuel y Normita Veana, quienes siempre te agradecieron el don que tuviste de imposición de manos con su familia, del cual nunca hiciste ostentación alguna porque tu sencillez y tu modestia así lo requería. Tan era así que jamás te ostentaste como docto o académico teniendo dos maestrías en Administración y Derecho Económico, pero sí las pusiste al servicio de la juventud en diversas universidades y escuelas, sin importarte la recompensa económica; te bastaba el agradecimiento de los jóvenes. Tus padres, Arturo y Carmelina fueron generosos contigo y te enseñaron el valor del dinero a través del trabajo y de la lucha diaria, y vaya que la tuviste en un largo tiempo, pero me consta que nunca te quejaste y siempre actuaste con absoluta dignidad, y ahora que la vida te recompensaba tus esfuerzos pudiste vivirla con amor y generosidad hacia los tuyos.

Fuiste grande “chino”, siempre hermano, siempre humano, siempre generoso, prodigando afecto y sonrisas. Sin que nadie lo supiera tu misión en esta vida estaba concluyendo y ahora nos dejas un gran vacío en nuestros corazones por tu dolorosa partida. ¿Sabes?, lo que más me duele es no haberme despedido de ti. Afortunadamente siempre te expresé mi cariño y mi solidaridad y te decía de viva voz cuanto te quería. Gracias a Dios no hay deudas entre nosotros, todo está saldado. Te prometo estar atento a los requerimientos de tus hijos. Ve tranquilo hermano, ya terminaron tus guerras y tu lucha nunca fue en vano. Hiciste feliz a mucha gente, ahora solo queda desearte buen viaje. Salúdame mucho a mi abuelita Sarita, a mis padres Manuel y Angelita, a nuestro Charly y a Pepín, nuestro primo, y desde luego a tu mami Carmelina y a mi “negro querido”, el tío Arturo, tu gran padre, también a mis tíos Pepe y María Luisa. Diles a todos ellos que los extrañamos mucho y que siguen viviendo en nuestros corazones. Algún día, sin duda, los alcanzaremos.

¡Descansa en paz, guerrero, la lucha ya terminó!

Tu primo Jorge