/ miércoles 16 de junio de 2021

Clases presenciales hasta agosto: la mejor decisión ante la pandemia

Considerando que aún estamos en plena pandemia y que los niveles de vacunación aún son muy bajos, la enorme presión social para que regresemos a clases presenciales nos ha arrastrado como sociedad a un peligroso dilema: hacerlo, aunque esto eleve las probabilidades de que se dispare una tercera oleada de contagios; o esperar a lograr una mayor inmunidad de rebaño por vacunación, aunque esto eleve el costo social y educativo.

Todo mundo está de acuerdo en que urge el regreso a clases presenciales. Ya quedó demostrado que el modelo de educación a distancia no tuvo los resultados esperados. Las distintas evaluaciones revelan una grave disminución del rendimiento escolar, así como una fuerte tendencia a la deserción. Pero más importante aún, ha quedado demostrado el enorme daño psicológico que ocasiona el encierro en niñas, niños y jóvenes.

Asimismo, diversos estudios muestran que el cierre de las escuelas por la pandemia tendrá un impacto muy negativo en las capacidades de aprendizaje y asimilación de información de toda una generación, factor imprescindible en términos de movilidad social. Asimismo, se estima que el impacto en las habilidades socioemocionales repercutirá negativamente en las conductas y la autoestima de muchos jóvenes que no han contado con los instrumentos necesarios para continuar sus estudios a distancia. Todo esto sin contar la desesperación de madres y padres de familia haciendo hasta lo imposible por cumplir en el trabajo y bridar la atención necesaria a la educación de sus hijas e hijos en casa.

Pero, por otro lado, también está claro que más del 85% de la población aún no recibe el esquema completo de vacunación y que, a pesar de que hemos visto una importante disminución de contagios, sigue latente la posibilidad de que en cualquier momento nos pegue una tercera oleada de Covid. Ya hay indicios de ello en 6 estados de la república y basta con ver lo que está pasando en otros países de la región y el mundo para entender que esto todavía está lejos de terminar.

Por ello, a pesar de la insistencia de las autoridades de vacunar a los maestros y generar un esquema de prevención de contagios para un regreso voluntario a clases, sigo creyendo que lo más prudente es aguantar un par de meses más y programar un regreso nacional a clases presenciales hasta el siguiente ciclo escolar, ya con mayor inmunidad por vacunación y, sobre todo, ya con la certeza del impacto real de la tercera oleada de contagios que seguramente comenzará en las próximas semanas.

En todo caso, creo que ha sido positivo que algunos estados hayan comenzado a vivir la experiencia del regreso a las aulas, ya que les permitió perfeccionar protocolos e identificar los posibles riesgos de la estrategia en cada escuela. Eso será muy positivo rumbo al inicio del próximo ciclo escolar. Pero por ahora, no le veo sentido a la insistencia de regresar unas cuantas semanas más antes de vacaciones de verano, como lo han planteado algunas entidades federativas.

En el caso de los estados que decidieron esperar hasta el 30 de agosto para regresar a las aulas, considero importante concentrar todos los esfuerzos en los preparativos para un regreso seguro. ¿A qué me refiero? Al acondicionamiento de las escuelas que estaban abandonadas, y que fueron vandalizadas y saqueadas. A la realización de las adecuaciones pertinentes para que los salones tengan buena ventilación. A que se garantice la disponibilidad de cubrebocas para todos los alumnos, todo el tiempo. También me refiero a la planeación de la logística de horarios escalonados de entrada, salida y recreos, así como al diseño minucioso de esquemas de rastreo de casos sospechosos y manejo de escenarios de cuarentena a nivel comunitario.

Si no aprovechamos estos meses para prepararnos de la mejor manera, estaremos en serios problemas, ya que es muy probable que para finales del verano sigamos en plena tercera oleada. Si ahora que no hay tantos contagios se estima que existen entre 7 y 10 casos sospechosos por cada 3 casos positivos detectados entre alumnos que regresaron a las aulas, no me quiero imaginar un escenario de regreso a clases sin las medidas adecuadas de prevención.

Considerando que aún estamos en plena pandemia y que los niveles de vacunación aún son muy bajos, la enorme presión social para que regresemos a clases presenciales nos ha arrastrado como sociedad a un peligroso dilema: hacerlo, aunque esto eleve las probabilidades de que se dispare una tercera oleada de contagios; o esperar a lograr una mayor inmunidad de rebaño por vacunación, aunque esto eleve el costo social y educativo.

Todo mundo está de acuerdo en que urge el regreso a clases presenciales. Ya quedó demostrado que el modelo de educación a distancia no tuvo los resultados esperados. Las distintas evaluaciones revelan una grave disminución del rendimiento escolar, así como una fuerte tendencia a la deserción. Pero más importante aún, ha quedado demostrado el enorme daño psicológico que ocasiona el encierro en niñas, niños y jóvenes.

Asimismo, diversos estudios muestran que el cierre de las escuelas por la pandemia tendrá un impacto muy negativo en las capacidades de aprendizaje y asimilación de información de toda una generación, factor imprescindible en términos de movilidad social. Asimismo, se estima que el impacto en las habilidades socioemocionales repercutirá negativamente en las conductas y la autoestima de muchos jóvenes que no han contado con los instrumentos necesarios para continuar sus estudios a distancia. Todo esto sin contar la desesperación de madres y padres de familia haciendo hasta lo imposible por cumplir en el trabajo y bridar la atención necesaria a la educación de sus hijas e hijos en casa.

Pero, por otro lado, también está claro que más del 85% de la población aún no recibe el esquema completo de vacunación y que, a pesar de que hemos visto una importante disminución de contagios, sigue latente la posibilidad de que en cualquier momento nos pegue una tercera oleada de Covid. Ya hay indicios de ello en 6 estados de la república y basta con ver lo que está pasando en otros países de la región y el mundo para entender que esto todavía está lejos de terminar.

Por ello, a pesar de la insistencia de las autoridades de vacunar a los maestros y generar un esquema de prevención de contagios para un regreso voluntario a clases, sigo creyendo que lo más prudente es aguantar un par de meses más y programar un regreso nacional a clases presenciales hasta el siguiente ciclo escolar, ya con mayor inmunidad por vacunación y, sobre todo, ya con la certeza del impacto real de la tercera oleada de contagios que seguramente comenzará en las próximas semanas.

En todo caso, creo que ha sido positivo que algunos estados hayan comenzado a vivir la experiencia del regreso a las aulas, ya que les permitió perfeccionar protocolos e identificar los posibles riesgos de la estrategia en cada escuela. Eso será muy positivo rumbo al inicio del próximo ciclo escolar. Pero por ahora, no le veo sentido a la insistencia de regresar unas cuantas semanas más antes de vacaciones de verano, como lo han planteado algunas entidades federativas.

En el caso de los estados que decidieron esperar hasta el 30 de agosto para regresar a las aulas, considero importante concentrar todos los esfuerzos en los preparativos para un regreso seguro. ¿A qué me refiero? Al acondicionamiento de las escuelas que estaban abandonadas, y que fueron vandalizadas y saqueadas. A la realización de las adecuaciones pertinentes para que los salones tengan buena ventilación. A que se garantice la disponibilidad de cubrebocas para todos los alumnos, todo el tiempo. También me refiero a la planeación de la logística de horarios escalonados de entrada, salida y recreos, así como al diseño minucioso de esquemas de rastreo de casos sospechosos y manejo de escenarios de cuarentena a nivel comunitario.

Si no aprovechamos estos meses para prepararnos de la mejor manera, estaremos en serios problemas, ya que es muy probable que para finales del verano sigamos en plena tercera oleada. Si ahora que no hay tantos contagios se estima que existen entre 7 y 10 casos sospechosos por cada 3 casos positivos detectados entre alumnos que regresaron a las aulas, no me quiero imaginar un escenario de regreso a clases sin las medidas adecuadas de prevención.

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