/ martes 13 de octubre de 2020

Claudia Rivera en campaña

La presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, utilizó los reflectores que le permiten su segundo informe de gobierno para tundirle parejo a sus detractores internos y externos; para reiterar que no se subordinará frente al gobernador y asegurar que pasará a la historia por otras cosas, pero no por corrupta.

Sin aludirlos directamente calificó a sus críticos en el Partido Acción Nacional, de ser oportunistas, incongruentes y doble moral, e incluso le atizó al hoy por hoy político con mejores números para contender por la alcaldía de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, sin nombrarlo, al referir que este “aceptaba todo sin chistar”.

La morenista aludía indirectamente la relación que el panista tenía con el extinto exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas cuya tensión era más que sabida, pero cuando coincidió como edil, optó por nadar de a muertito.

“Nosotros sí defendemos a la Ciudad, a nuestra policía, y a nuestros elementos. No como en el pasado reciente, en que cierto Presidente Municipal aceptaba todo sin chistar, y terminó aceptando dócilmente que privatizaran el agua y que le quitaran a media policía (literal). Algo que, además de indigno, fue irresponsable”, dijo la alcaldesa.

Pudiendo elegir a otro adversario más inmediato, como Luis Banck Serrato de quien le tocó recibir la administración, o de José Antonio Gali Fayad quien inició el pasado gobierno municipal panista, Claudia Rivera prefirió ir más al pasado, tal vez como un intento de lo que ella y sus asesores anticipan como un nuevo escenario electoral donde Eduardo Rivera y ella volvieran verse las caras.

Ahora bien, si la apuesta de la presidenta municipal es permear en la percepción social como una mujer empoderada, que no se doblega ante el poder que representa el gobernador Miguel Barbosa, me parece que lo va logrando frente a las múltiples afrentas entre ambos equipos.

Ayer no perdió la oportunidad para apelar a la autonomía municipal, al reconocer que ella y el inquilino de Casa Aguayo no son pares “pero tampoco somos inferiores ni subordinados”.

Pero pensar que esta idea de contención y reacción frente a otro poder vendría a subsanar las otras percepciones negativas sobre la administración municipal y por ende rescatar un proyecto político para una nueva candidatura y eventualmente otros tres años de gobierno, puede resultar arriesgado.

Rivera Vivanco también tuvo tiempo para exhibir al Congreso del Estado por meter en la congeladora el tema del retiro de la concesión de agua potable a Agua de Puebla para Todos y de burlarse de sus adversarios internos agrupados en el autodenominado grupo de regidores morenistas G5 a los que nombró el “G tal”.

El asunto es que todos ellos, en su conjunto, diputados y regidores pertenecen al barbosismo, quienes, está visto, son capaces de poner toda clase de trabas y los estados financieros o las cuentas públicas pasarán por sus nichos de poder.

Hasta la próxima.

salvador_rios@elsoldepuebla.com.mx

Twitter: @elsalvadorrios

La presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, utilizó los reflectores que le permiten su segundo informe de gobierno para tundirle parejo a sus detractores internos y externos; para reiterar que no se subordinará frente al gobernador y asegurar que pasará a la historia por otras cosas, pero no por corrupta.

Sin aludirlos directamente calificó a sus críticos en el Partido Acción Nacional, de ser oportunistas, incongruentes y doble moral, e incluso le atizó al hoy por hoy político con mejores números para contender por la alcaldía de Puebla, Eduardo Rivera Pérez, sin nombrarlo, al referir que este “aceptaba todo sin chistar”.

La morenista aludía indirectamente la relación que el panista tenía con el extinto exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas cuya tensión era más que sabida, pero cuando coincidió como edil, optó por nadar de a muertito.

“Nosotros sí defendemos a la Ciudad, a nuestra policía, y a nuestros elementos. No como en el pasado reciente, en que cierto Presidente Municipal aceptaba todo sin chistar, y terminó aceptando dócilmente que privatizaran el agua y que le quitaran a media policía (literal). Algo que, además de indigno, fue irresponsable”, dijo la alcaldesa.

Pudiendo elegir a otro adversario más inmediato, como Luis Banck Serrato de quien le tocó recibir la administración, o de José Antonio Gali Fayad quien inició el pasado gobierno municipal panista, Claudia Rivera prefirió ir más al pasado, tal vez como un intento de lo que ella y sus asesores anticipan como un nuevo escenario electoral donde Eduardo Rivera y ella volvieran verse las caras.

Ahora bien, si la apuesta de la presidenta municipal es permear en la percepción social como una mujer empoderada, que no se doblega ante el poder que representa el gobernador Miguel Barbosa, me parece que lo va logrando frente a las múltiples afrentas entre ambos equipos.

Ayer no perdió la oportunidad para apelar a la autonomía municipal, al reconocer que ella y el inquilino de Casa Aguayo no son pares “pero tampoco somos inferiores ni subordinados”.

Pero pensar que esta idea de contención y reacción frente a otro poder vendría a subsanar las otras percepciones negativas sobre la administración municipal y por ende rescatar un proyecto político para una nueva candidatura y eventualmente otros tres años de gobierno, puede resultar arriesgado.

Rivera Vivanco también tuvo tiempo para exhibir al Congreso del Estado por meter en la congeladora el tema del retiro de la concesión de agua potable a Agua de Puebla para Todos y de burlarse de sus adversarios internos agrupados en el autodenominado grupo de regidores morenistas G5 a los que nombró el “G tal”.

El asunto es que todos ellos, en su conjunto, diputados y regidores pertenecen al barbosismo, quienes, está visto, son capaces de poner toda clase de trabas y los estados financieros o las cuentas públicas pasarán por sus nichos de poder.

Hasta la próxima.

salvador_rios@elsoldepuebla.com.mx

Twitter: @elsalvadorrios