/ domingo 3 de marzo de 2019

Clave del Mundo

a Alfredo Romero Díaz


"No creo en la fórmula del hormiguero humano, en la colmena humana, no creo en la république démocratique, sociale et universelle, no creo que la Humanidad esté destinada a la ‘dicha’ y ni siquiera que desee la felicidad.” Thomas Mann, Consideraciones de un apolítico.


No existe el libro solitario, es decir, en soledad, sin relación orgánica y genealógica con otros libros. Luego entonces, lo que existe son genealogías librescas o familias de libros. Esas genealogías son esferas semiológicas, semiosferas del sentido, son mundos en los que el lector puede vivir todos los años de su existencia.


También es posible, claro es, viajar de mundo en mundo, como Camille Flammarion, aunque tal vez al final no tenga valor alguno practicar esta suerte de turismo planetario semiológico.


Uno mismo, quiero decir el lector, debe optar, debe elegir el mundo que desea habitar y construir su casa. Porque si el Demiurgo, Dios, la Divina Providencia o simplemente el absurdo Azar (de los engreídos positivistas) nos ha traído a este páramo, en un acto de soberanía intelectual el lector, el hombre ilustrado, elige de entre las genealogías bibliográficas que existen, el mundo de su vida; o construye un orbe nuevo con sus propios recursos bibliofílicos.


Efectivamente, como ya se percibe, este movimiento del alma humana entraña una crítica, una valoración negativa de la realidad que tal vez podría llamarse 'orbifobia'; 'urbifobia'; 'polisclastia'; 'misantropía'; o, simple y contundentemente, 'apoliticismo'.


Ahora describiré el mundo, la genealogía, descubierto por mi hace 6 días. En las páginas del 'Borges Esencial', publicado por la RAE y Alfaguara, en 1995, me encontré (las palabras pro- vienen de un topos ignoto):


"En tiempos de auge la conjetura de que la existencia del hombre es una cantidad constante, invariable, puede entristecer o irritar; en tiempos que declinan -como éstos- es la promesa de que ningún oprobio, ninguna calamidad, ningún político o dictador podrá empobrecernos. Repite Marco Aurelio: 'Quien ha mirado lo presente, ha mirado todas las cosas: las que ocurrieron en el insondable pasado y las que ocurrirán en lo porvenir."


Comienza la construcción (¿de la Torre): del ensayo 'El tiempo circular' de Borges, a las 'Meditaciones' de Marco Aurelio. Busco el libro y lo leo otra vez y descubro que la antigua sabiduría del estoico se ha renovado, en cada relectura el libro es otro; es un río inagotable que seguirá fluyendo por los siglos después de que yo haya desaparecido de la tierra.


Leo y selecciono estos pasajes para tejer la urdimbre del horizonte de mi mundo:


"Contempla el curso de los astros, como si tú evolucionaras con ellos, y considera sin cesar las transformaciones mutuas de los elementos. Porque estas imaginaciones purifican la suciedad de la vida a ras de suelo."


"¿Qué es la maldad? Es lo que has visto muchas veces. Y a propósito de todo lo que acontece, ten presente que eso es lo que has visto muchas veces. En suma, de arriba abajo, encontrarás las mismas cosas, de las que están llenas las historias, las antiguas, las medias y las contemporáneas, de las cuales están llenas ahora las ciudades y las casas. Nada nuevo; todo es habitual y efímero."


"Amóldate a las cosas que te han tocado en suerte; y a los hombres con los que te ha tocado en suerte vivir, ámalos, pero de verdad."


"Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento: 'Despierto para cumplir una tarea propia de hombre. ¿Voy, pues, a seguir disgustado, si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído al mundo? ¿O es que he sido formado para calentarme, reclinado entre pequeños cobertores?' ¿Has nacido para deleitarte? Y, en suma, ¿has nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los arbustos, los pajarillos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su función propia, contribuyendo por su cuenta al orden del mundo? Y tú entonces, ¿rehúsas hacer lo que es propio del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu naturaleza? Sin embargo, es necesario también reposar. Cierto, lo es. Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo, como también ha fijado límites en la comida y en la bebida, y a pesar de eso, ¿no superas, excedes, rebasas siempre la medida? Y en tus acciones no sólo no cumples lo suficiente, sino que te quedas por debajo de tus posibilidades. Por consiguiente, no te amas a ti mismo, porque ciertamente en aquel caso amarías tu naturaleza y su propósito. Otros, que aman su profesión, se consumen en el ejercicio del trabajo idóneo, sin lavarse y sin comer. Pero tú estimas menos tu propia naturaleza que el cincelador su cincel, el danzarín su danza, el avaro su dinero, el presuntuoso su vanagloria. Estos, sin embargo, cuando sienten pasión por algo, ni comer ni dormir quieren antes de haber contribuido al progreso de aquellos objetivos a los que se entregan. Y a ti, ¿te parecen las actividades comunitarias desprovistas de valor y merecedoras de menor atención?"


En este punto suspenderé provisionalmente la descripción de la obra de construcción del símbolo.


Dejo para un día futuro otro descubrimiento: en el 'Borges Esencial' escribe el Maestro: '¿Qué poeta no es un poeta menor comparado con Shakespeare?


De esta frase, surgieron insólitas conexiones con el 'Coriolano' y con el 'Timón de Atenas', de Shakespeare.


Escuchemos al noble Timón proferir sus últimas palabras:


"¡Labios, dejad salir esta palabras amargas y que se extinga después para siempre mi voz! ¡Que la peste y la muerte destruyan este mundo maligno! ¡Los sepulcros sean los únicos destinos de los hombres y la tierra vil su único salario eterno! ¡Sol, apaga tu lampara refulgente; el reino de Timón ha fracasado!"


Por supuesto; Borges es la clave del Mundo.

a Alfredo Romero Díaz


"No creo en la fórmula del hormiguero humano, en la colmena humana, no creo en la république démocratique, sociale et universelle, no creo que la Humanidad esté destinada a la ‘dicha’ y ni siquiera que desee la felicidad.” Thomas Mann, Consideraciones de un apolítico.


No existe el libro solitario, es decir, en soledad, sin relación orgánica y genealógica con otros libros. Luego entonces, lo que existe son genealogías librescas o familias de libros. Esas genealogías son esferas semiológicas, semiosferas del sentido, son mundos en los que el lector puede vivir todos los años de su existencia.


También es posible, claro es, viajar de mundo en mundo, como Camille Flammarion, aunque tal vez al final no tenga valor alguno practicar esta suerte de turismo planetario semiológico.


Uno mismo, quiero decir el lector, debe optar, debe elegir el mundo que desea habitar y construir su casa. Porque si el Demiurgo, Dios, la Divina Providencia o simplemente el absurdo Azar (de los engreídos positivistas) nos ha traído a este páramo, en un acto de soberanía intelectual el lector, el hombre ilustrado, elige de entre las genealogías bibliográficas que existen, el mundo de su vida; o construye un orbe nuevo con sus propios recursos bibliofílicos.


Efectivamente, como ya se percibe, este movimiento del alma humana entraña una crítica, una valoración negativa de la realidad que tal vez podría llamarse 'orbifobia'; 'urbifobia'; 'polisclastia'; 'misantropía'; o, simple y contundentemente, 'apoliticismo'.


Ahora describiré el mundo, la genealogía, descubierto por mi hace 6 días. En las páginas del 'Borges Esencial', publicado por la RAE y Alfaguara, en 1995, me encontré (las palabras pro- vienen de un topos ignoto):


"En tiempos de auge la conjetura de que la existencia del hombre es una cantidad constante, invariable, puede entristecer o irritar; en tiempos que declinan -como éstos- es la promesa de que ningún oprobio, ninguna calamidad, ningún político o dictador podrá empobrecernos. Repite Marco Aurelio: 'Quien ha mirado lo presente, ha mirado todas las cosas: las que ocurrieron en el insondable pasado y las que ocurrirán en lo porvenir."


Comienza la construcción (¿de la Torre): del ensayo 'El tiempo circular' de Borges, a las 'Meditaciones' de Marco Aurelio. Busco el libro y lo leo otra vez y descubro que la antigua sabiduría del estoico se ha renovado, en cada relectura el libro es otro; es un río inagotable que seguirá fluyendo por los siglos después de que yo haya desaparecido de la tierra.


Leo y selecciono estos pasajes para tejer la urdimbre del horizonte de mi mundo:


"Contempla el curso de los astros, como si tú evolucionaras con ellos, y considera sin cesar las transformaciones mutuas de los elementos. Porque estas imaginaciones purifican la suciedad de la vida a ras de suelo."


"¿Qué es la maldad? Es lo que has visto muchas veces. Y a propósito de todo lo que acontece, ten presente que eso es lo que has visto muchas veces. En suma, de arriba abajo, encontrarás las mismas cosas, de las que están llenas las historias, las antiguas, las medias y las contemporáneas, de las cuales están llenas ahora las ciudades y las casas. Nada nuevo; todo es habitual y efímero."


"Amóldate a las cosas que te han tocado en suerte; y a los hombres con los que te ha tocado en suerte vivir, ámalos, pero de verdad."


"Al amanecer, cuando de mala gana y perezosamente despiertes, acuda puntual a ti este pensamiento: 'Despierto para cumplir una tarea propia de hombre. ¿Voy, pues, a seguir disgustado, si me encamino a hacer aquella tarea que justifica mi existencia y para la cual he sido traído al mundo? ¿O es que he sido formado para calentarme, reclinado entre pequeños cobertores?' ¿Has nacido para deleitarte? Y, en suma, ¿has nacido para la pasividad o para la actividad? ¿No ves que los arbustos, los pajarillos, las hormigas, las arañas, las abejas, cumplen su función propia, contribuyendo por su cuenta al orden del mundo? Y tú entonces, ¿rehúsas hacer lo que es propio del hombre? ¿No persigues con ahínco lo que está de acuerdo con tu naturaleza? Sin embargo, es necesario también reposar. Cierto, lo es. Pero también la naturaleza ha marcado límites al reposo, como también ha fijado límites en la comida y en la bebida, y a pesar de eso, ¿no superas, excedes, rebasas siempre la medida? Y en tus acciones no sólo no cumples lo suficiente, sino que te quedas por debajo de tus posibilidades. Por consiguiente, no te amas a ti mismo, porque ciertamente en aquel caso amarías tu naturaleza y su propósito. Otros, que aman su profesión, se consumen en el ejercicio del trabajo idóneo, sin lavarse y sin comer. Pero tú estimas menos tu propia naturaleza que el cincelador su cincel, el danzarín su danza, el avaro su dinero, el presuntuoso su vanagloria. Estos, sin embargo, cuando sienten pasión por algo, ni comer ni dormir quieren antes de haber contribuido al progreso de aquellos objetivos a los que se entregan. Y a ti, ¿te parecen las actividades comunitarias desprovistas de valor y merecedoras de menor atención?"


En este punto suspenderé provisionalmente la descripción de la obra de construcción del símbolo.


Dejo para un día futuro otro descubrimiento: en el 'Borges Esencial' escribe el Maestro: '¿Qué poeta no es un poeta menor comparado con Shakespeare?


De esta frase, surgieron insólitas conexiones con el 'Coriolano' y con el 'Timón de Atenas', de Shakespeare.


Escuchemos al noble Timón proferir sus últimas palabras:


"¡Labios, dejad salir esta palabras amargas y que se extinga después para siempre mi voz! ¡Que la peste y la muerte destruyan este mundo maligno! ¡Los sepulcros sean los únicos destinos de los hombres y la tierra vil su único salario eterno! ¡Sol, apaga tu lampara refulgente; el reino de Timón ha fracasado!"


Por supuesto; Borges es la clave del Mundo.