/ lunes 20 de julio de 2020

Con el T-Mec Donald Trump busca llevarse a las automotrices

Donald Trump declaró a México, en su campaña como candidato en 2016, enemigo de Estados Unidos, lo golpeó intensamente para hacer crecer su campaña. Voceó la construcción de un “gigantesco, impenetrable, bello” muro fronterizo que detendría a los migrantes mexicanos, que calificó de “delincuentes, narcotraficantes y violadores”. Le impuso una política migratoria dedicada a detener los flujos centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos. Prometió aniquilar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN, que declaró “nefasto” para la economía de Estados Unidos.

Los cuatro años de su gobierno no ha parado de perseguir con saña racista y xenofóbica las corriente migratorias. Fracasó en su intento de construir el muro fronterizo. Sus últimos dos años los dedicó a destruir el TLCAN, impuso a México y Canadá un nuevo tratado en que predominaron los intereses comerciales de Estados Unidos. El 8 de julio convocó a los presidentes de México y Canadá a festejar la entrada en vigor del T-MEC, un tratado acotado, que acaba con el libre comercio. A la cita sólo llegó Andrés Manuel López Obrador.

El TLCAN fue destruido por el magnate porque era lo único bueno que Estados Unidos ha dado a México en su larga historia de invasiones, despojos territoriales, vecindad imperialista. hegemonías económicas y comerciales. Hasta el último año del TLCAN, en 2019, México tenía un intercambio comercial favorable de 75 mil millones de dólares anuales con Estados Unidos.

Trump llegó a la presidencia con el objetivo de poner fin al enorme déficit comercial que Estados Unidos registra desde hace varios lustros. Por esto declaró la guerra comercial a China, segunda potencia económica que es su principal abastecedora de bienes y servicios, y con la cual registra su mayor déficit en su intercambio comercial. China atesora las reservas monetarias más elevadas a nivel mundial (300 mil millones de dólares) por sus gigantescas ventas a Estados Unidos.

Esto explica por qué el magnate, en su campaña, atacó rabiosamente al TLCAN, provocando que se cayeran y retrajeran las nuevas inversiones nacionales y extranjeras a México desde 2018, 2019, 2020, y, seguramente 2021. Los inversionistas esperaron a que se aprobara el T-MEC. La pandemia del coronavirus se agregó como un desestimulante más , pero la razón central de su desplome fue el furioso golpeteo del estadunidense, advirtiendo que las reglas del juego iban a cambiar.

Trump se propone que las grandes inversiones automotrices regresen a Estados Unidos a crear empleos, impuestos y riqueza. Por eso impuso nuevas reglas de origen al sector automovilístico mexicano en el T-MEC. La fabricación de las camionetas Pick Up para su exportación a Estados Unidos deberá contener, en el 40% de sus partes, mano de obra pagada a 16 dólares la hora.

El T-MEC permite que Estados Unidos imponga aranceles punitivos de 25% a los vehículos de exportación que incumplan este requisito. Igualmente establece que 70% del acero que se emplee en el armado de automóviles provenga de América del Norte. Estados Unidos es el más poderoso fabricante de acero, será el más beneficiado.

El T-MEC tendrá una duración de 16 años, un plazo poco atractivo a los inversionistas con proyectos de largo aliento, como los que llegaron hace 40 y 50 años a crear grandes corporaciones para exportar a Estados Unidos, atraídos por el trato preferencial arancelario que le otorgaba ese país a México, trato que queda constreñido a las reglas dictadas en el T-MEC.

Volkswagen de México es un ejemplo. Ha crecido espectacularmente en Puebla por más de 50 años, atraído por el libre comercio a Estados Unidos, que le permiten exportar a ese mercado 80% de los autos que produce.

La mano de obra eficiente y barata es otro de los grandes componentes que han contribuido a su alta competitividad, mano de obra que empezará a encarecerse.

En cuanto al transporte mexicano de carga, éste llegó al T-MEC en desventaja. Las empresas mexicanas no pueden dar el servicio de carga en territorio estadunidense sin que los transportistas mexicanos tengan la oportunidad de recurrir a un panel de controversia, pero las empresas extranjeras en México sí pueden ofrecerlo, como lo hacen desde hace más de 20 años. Existe el peligro que las empresas mexicanas en la frontera trasladen sus domicilios a Estados Unidos para gozar de todos sus beneficios legales y ventajas comerciales.

Conclusión, la industria automovilística es la que contribuye con el mayor volumen de exportaciones a la balanza comercial mexicana, después del petróleo.

A Donald Trump le atraen las automotrices. Por eso les impuso en el T-MEC barreras y candados desalentadores que obligarán a los altos ejecutivos de las empresas asiáticas, europeas y norteamericanas en México, a poner la mirada en Estados Unidos, como el destino más atractivo, ventajoso y estable para sus nuevos proyectos de inversión. NOS ESCUCHAMOS diariamente de 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.

Donald Trump declaró a México, en su campaña como candidato en 2016, enemigo de Estados Unidos, lo golpeó intensamente para hacer crecer su campaña. Voceó la construcción de un “gigantesco, impenetrable, bello” muro fronterizo que detendría a los migrantes mexicanos, que calificó de “delincuentes, narcotraficantes y violadores”. Le impuso una política migratoria dedicada a detener los flujos centroamericanos que se dirigen a Estados Unidos. Prometió aniquilar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte TLCAN, que declaró “nefasto” para la economía de Estados Unidos.

Los cuatro años de su gobierno no ha parado de perseguir con saña racista y xenofóbica las corriente migratorias. Fracasó en su intento de construir el muro fronterizo. Sus últimos dos años los dedicó a destruir el TLCAN, impuso a México y Canadá un nuevo tratado en que predominaron los intereses comerciales de Estados Unidos. El 8 de julio convocó a los presidentes de México y Canadá a festejar la entrada en vigor del T-MEC, un tratado acotado, que acaba con el libre comercio. A la cita sólo llegó Andrés Manuel López Obrador.

El TLCAN fue destruido por el magnate porque era lo único bueno que Estados Unidos ha dado a México en su larga historia de invasiones, despojos territoriales, vecindad imperialista. hegemonías económicas y comerciales. Hasta el último año del TLCAN, en 2019, México tenía un intercambio comercial favorable de 75 mil millones de dólares anuales con Estados Unidos.

Trump llegó a la presidencia con el objetivo de poner fin al enorme déficit comercial que Estados Unidos registra desde hace varios lustros. Por esto declaró la guerra comercial a China, segunda potencia económica que es su principal abastecedora de bienes y servicios, y con la cual registra su mayor déficit en su intercambio comercial. China atesora las reservas monetarias más elevadas a nivel mundial (300 mil millones de dólares) por sus gigantescas ventas a Estados Unidos.

Esto explica por qué el magnate, en su campaña, atacó rabiosamente al TLCAN, provocando que se cayeran y retrajeran las nuevas inversiones nacionales y extranjeras a México desde 2018, 2019, 2020, y, seguramente 2021. Los inversionistas esperaron a que se aprobara el T-MEC. La pandemia del coronavirus se agregó como un desestimulante más , pero la razón central de su desplome fue el furioso golpeteo del estadunidense, advirtiendo que las reglas del juego iban a cambiar.

Trump se propone que las grandes inversiones automotrices regresen a Estados Unidos a crear empleos, impuestos y riqueza. Por eso impuso nuevas reglas de origen al sector automovilístico mexicano en el T-MEC. La fabricación de las camionetas Pick Up para su exportación a Estados Unidos deberá contener, en el 40% de sus partes, mano de obra pagada a 16 dólares la hora.

El T-MEC permite que Estados Unidos imponga aranceles punitivos de 25% a los vehículos de exportación que incumplan este requisito. Igualmente establece que 70% del acero que se emplee en el armado de automóviles provenga de América del Norte. Estados Unidos es el más poderoso fabricante de acero, será el más beneficiado.

El T-MEC tendrá una duración de 16 años, un plazo poco atractivo a los inversionistas con proyectos de largo aliento, como los que llegaron hace 40 y 50 años a crear grandes corporaciones para exportar a Estados Unidos, atraídos por el trato preferencial arancelario que le otorgaba ese país a México, trato que queda constreñido a las reglas dictadas en el T-MEC.

Volkswagen de México es un ejemplo. Ha crecido espectacularmente en Puebla por más de 50 años, atraído por el libre comercio a Estados Unidos, que le permiten exportar a ese mercado 80% de los autos que produce.

La mano de obra eficiente y barata es otro de los grandes componentes que han contribuido a su alta competitividad, mano de obra que empezará a encarecerse.

En cuanto al transporte mexicano de carga, éste llegó al T-MEC en desventaja. Las empresas mexicanas no pueden dar el servicio de carga en territorio estadunidense sin que los transportistas mexicanos tengan la oportunidad de recurrir a un panel de controversia, pero las empresas extranjeras en México sí pueden ofrecerlo, como lo hacen desde hace más de 20 años. Existe el peligro que las empresas mexicanas en la frontera trasladen sus domicilios a Estados Unidos para gozar de todos sus beneficios legales y ventajas comerciales.

Conclusión, la industria automovilística es la que contribuye con el mayor volumen de exportaciones a la balanza comercial mexicana, después del petróleo.

A Donald Trump le atraen las automotrices. Por eso les impuso en el T-MEC barreras y candados desalentadores que obligarán a los altos ejecutivos de las empresas asiáticas, europeas y norteamericanas en México, a poner la mirada en Estados Unidos, como el destino más atractivo, ventajoso y estable para sus nuevos proyectos de inversión. NOS ESCUCHAMOS diariamente de 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.