/ martes 21 de agosto de 2018

Con los medios: ¿amor y paz?

Referíamos apenas la semana pasada sobre las expectativas que prevalecen respecto a la relación que habrá de imperar entre el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los medios de comunicación, particularmente en lo que se refiere al tema toral de la publicidad oficial, en cuyo ámbito históricamente han prevalecido, por igual, discrecionalidad y opacidad.

En ese sentido coincidíamos junto con otros especialistas en la necesidad de eliminar el uso político y proselitista en el manejo de los recursos, así como en la relevancia de que, además de hacer prevalecer la tolerancia, el Estado garantice, sin restricciones, la libertad de expresión, de prensa y de información.

En complemento queda la duda en cuanto a cuál será la actitud del nuevo gobierno y del propio presidente electo ante la prensa en el día a día, especialmente con aquella que reiteradamente se ha mostrado crítica y hasta contraria a sus formas de actuar y de decir.

La referencia cabe justo ahora que el gobierno de los Estados Unidos enfrenta una dura embestida por parte de un amplio segmento de los medios de comunicación.

La relación del presidente Donald Trump con los medios nunca ha sido tersa, pero la situación de crisis llegó al extremo luego de que el jueves pasado más de 300 periódicos estadounidenses publicaron editoriales en defensa de la libertad de prensa.

Eso ocurrió luego de que Trump afirmara en un mensaje de Twitter que la prensa era “enemiga del pueblo”. “Los medios de comunicación falsos son el partido de la oposición. Es muy malo para nuestro gran país”.

Tras vetar a una periodista de CNN para acceder a la Casa Blanca, Trump acusó a los medios de minimizar intencionadamente sus logros y de ser deshonestos.

“No hay nada que quisiera más para nuestro país que una verdadera libertad de prensa. Es un hecho que la prensa es libre de escribir y decir lo que quiera, pero mucho de lo que dice son noticias falsas, impulsando una agenda política o simplemente tratando de dañar a la gente. ¡La honestidad gana!”, escribió también en redes sociales.

El periodista mexicano Jorge Ramos, quien conduce exitosamente desde hace varios años el noticiero Univisión que se transmite en Estados Unidos y en 16 países de Latinoamérica, y quien ya tuvo un enfrentamiento con Trump en una conferencia de prensa, explica que el problema que tiene el mandatario del país vecino con la prensa es muy sencillo: “no le gusta que le digan la verdad. Y como no le gusta el mensaje se ha lanzado contra el mensajero. Todo lo que le haga ruido o cuestione su verdad interior es desechado, atacado, denigrado. No importa si se trata de la intervención rusa en las pasadas elecciones o el rechazo de México a pagar por su muro en la frontera. Para Trump eso es fake news”.

¿Podría ocurrir aquí algo similar?

Habría que recordar que en plena campaña electoral Andrés Manuel López Obrador llamó “prensa fifí”, alquilada y deshonesta a un medio de comunicación que publicó una encuesta que no le favorecía.

Otras veces dijo de algunos medios que estaban coludidos con la “mafia del poder”; llamó a otro medio impreso “pasquín” y “calumniador” a un conductor de radio, además de cuestionar a intelectuales que disintieron con algunas de sus propuestas y de precipitar la renuncia de un columnista por sus comentarios siempre adversos.

Trump se enfrentó duramente a la prensa desde su campaña electoral y desde entonces la discordia se ha mantenido, incluso se ha agravado de manera ostensible.

Los roces de López Obrador se dieron también desde los tiempos de campaña, aún antes en muchos casos, pero no hay visos de que la disputa continúe. La analogía parece ahora no aplicar, al menos por ahora.

En nuestro caso el amor y paz, la reconciliación y el perdón, aunque no haya olvido, como ha pregonado el presidente electo en la víspera del inicio de su mandato… ¿aplican también para la prensa?

Referíamos apenas la semana pasada sobre las expectativas que prevalecen respecto a la relación que habrá de imperar entre el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los medios de comunicación, particularmente en lo que se refiere al tema toral de la publicidad oficial, en cuyo ámbito históricamente han prevalecido, por igual, discrecionalidad y opacidad.

En ese sentido coincidíamos junto con otros especialistas en la necesidad de eliminar el uso político y proselitista en el manejo de los recursos, así como en la relevancia de que, además de hacer prevalecer la tolerancia, el Estado garantice, sin restricciones, la libertad de expresión, de prensa y de información.

En complemento queda la duda en cuanto a cuál será la actitud del nuevo gobierno y del propio presidente electo ante la prensa en el día a día, especialmente con aquella que reiteradamente se ha mostrado crítica y hasta contraria a sus formas de actuar y de decir.

La referencia cabe justo ahora que el gobierno de los Estados Unidos enfrenta una dura embestida por parte de un amplio segmento de los medios de comunicación.

La relación del presidente Donald Trump con los medios nunca ha sido tersa, pero la situación de crisis llegó al extremo luego de que el jueves pasado más de 300 periódicos estadounidenses publicaron editoriales en defensa de la libertad de prensa.

Eso ocurrió luego de que Trump afirmara en un mensaje de Twitter que la prensa era “enemiga del pueblo”. “Los medios de comunicación falsos son el partido de la oposición. Es muy malo para nuestro gran país”.

Tras vetar a una periodista de CNN para acceder a la Casa Blanca, Trump acusó a los medios de minimizar intencionadamente sus logros y de ser deshonestos.

“No hay nada que quisiera más para nuestro país que una verdadera libertad de prensa. Es un hecho que la prensa es libre de escribir y decir lo que quiera, pero mucho de lo que dice son noticias falsas, impulsando una agenda política o simplemente tratando de dañar a la gente. ¡La honestidad gana!”, escribió también en redes sociales.

El periodista mexicano Jorge Ramos, quien conduce exitosamente desde hace varios años el noticiero Univisión que se transmite en Estados Unidos y en 16 países de Latinoamérica, y quien ya tuvo un enfrentamiento con Trump en una conferencia de prensa, explica que el problema que tiene el mandatario del país vecino con la prensa es muy sencillo: “no le gusta que le digan la verdad. Y como no le gusta el mensaje se ha lanzado contra el mensajero. Todo lo que le haga ruido o cuestione su verdad interior es desechado, atacado, denigrado. No importa si se trata de la intervención rusa en las pasadas elecciones o el rechazo de México a pagar por su muro en la frontera. Para Trump eso es fake news”.

¿Podría ocurrir aquí algo similar?

Habría que recordar que en plena campaña electoral Andrés Manuel López Obrador llamó “prensa fifí”, alquilada y deshonesta a un medio de comunicación que publicó una encuesta que no le favorecía.

Otras veces dijo de algunos medios que estaban coludidos con la “mafia del poder”; llamó a otro medio impreso “pasquín” y “calumniador” a un conductor de radio, además de cuestionar a intelectuales que disintieron con algunas de sus propuestas y de precipitar la renuncia de un columnista por sus comentarios siempre adversos.

Trump se enfrentó duramente a la prensa desde su campaña electoral y desde entonces la discordia se ha mantenido, incluso se ha agravado de manera ostensible.

Los roces de López Obrador se dieron también desde los tiempos de campaña, aún antes en muchos casos, pero no hay visos de que la disputa continúe. La analogía parece ahora no aplicar, al menos por ahora.

En nuestro caso el amor y paz, la reconciliación y el perdón, aunque no haya olvido, como ha pregonado el presidente electo en la víspera del inicio de su mandato… ¿aplican también para la prensa?