/ lunes 10 de febrero de 2020

Con Morena, vuelve sindicato del Cobaep a las andadas electorales

Gracias a una publicación del secretario general del PAN, Francisco Fraile García, en la red social Twitter, el pasado fin de semana ha salido a la luz un asunto que había pasado desapercibido para la mayoría de los formadores de opinión publicada: el empleo del sistema Colegio de Bachilleres del Estado de Puebla y de su sindicato como brazo político del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y el barbosismo.

La fotografía que muestra a Eric Cotoñeto Carmona en un acto de campaña del entonces candidato a secretario general del Sindicato de Trabajadores del Colegio de Bachilleres de Puebla (Sitracobp), Moisés Guerrero Gutiérrez, hoy secretario en funciones, ha evidenciado la permanencia de una añeja práctica de complicidad entre esa representación gremial y el poder político, estrenada a finales del siglo pasado por Alberto Guerrero Gutiérrez.

Después de ponerse a las órdenes de los gobiernos de Manuel Bartlett, Melquiades Morales, Mario Marín y Rafael Moreno Valle, en los que ocupó las posiciones de director general y líder del sindicato del Colegio en periodos intermitentes, Alberto Guerrero ha vuelto a repetir el modus operandi a través de su hermano Moisés, a quien utiliza como operador de la representación gremial para favorecer a Morena y hacer acuerdos con el nuevo jefe de la administración estatal, Miguel Barbosa Huerta.

Cotoñeto Carmona está en lo suyo: intenta crear un ejército electoral para los comicios intermedios de 2021, que gane para el gobernador una importante cantidad de presidencias municipales, que incluya las más importantes, y conserve, también para el gobernador, la mayoría de las diputaciones existentes en el Congreso del Estado.

Ante la imposibilidad de incorporarse oficialmente a las filas de Morena, y de convertirse en su dirigente estatal, confrontado además con el delegado Mario Bracamonte González, el operador electoral del barbosismo ha tenido que recurrir a viejas estructuras políticas y a la creación de algunas nuevas para tratar de cumplir con la encomienda de su jefe.

Una de esas viejas estructuras es la que los Guerrero Gutiérrez le han puesto sobre la mesa.

Alberto Guerrero ha prometido más de lo que ha podido dar.

Con Melquiades y Marín no tuvo problemas.

Los dos fueron candidatos a gobernador cuando el PRI no tenía oponentes enfrente y por tanto ganaron sin complicaciones.

En la transición de Marín a Moreno Valle, en cambio, el sindicato, que apoyó a Javier López Zavala, quedó evidenciado.

No aportó para el entonces abanderado del marinismo los votos que ofreció, y no lo hizo por una sencilla razón, el fastidio de los trabajadores con ese juego de manipulación que Alberto Guerrero ejercía sobre ellos.

La realidad le quitó peso en el gobierno de Moreno Valle.

Tuvo cierta influencia en un principio, pero después la perdió, hasta que regresó por sus fueros en el interinato de Guillermo Pacheco Pulido.

La elección de secretario general del sindicato coincidió en tiempos con la extraordinaria de gobernador.

Ese fue un momento oportuno para retornar a la vida sindical a través de un tercero.

Si Cotoñeto descansa su esperanza en el sindicato, en la manipulación de académicos y administrativos de ese sistema educativo para apuntalar los objetivos electorales de Barbosa, podría llevarse una decepción.

Lo mismo que el diputado Gabriel Biestro Medinilla, que, en paralelo, y con idénticos aliados, construye su precandidatura a la presidencia municipal de Puebla.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Gracias a una publicación del secretario general del PAN, Francisco Fraile García, en la red social Twitter, el pasado fin de semana ha salido a la luz un asunto que había pasado desapercibido para la mayoría de los formadores de opinión publicada: el empleo del sistema Colegio de Bachilleres del Estado de Puebla y de su sindicato como brazo político del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y el barbosismo.

La fotografía que muestra a Eric Cotoñeto Carmona en un acto de campaña del entonces candidato a secretario general del Sindicato de Trabajadores del Colegio de Bachilleres de Puebla (Sitracobp), Moisés Guerrero Gutiérrez, hoy secretario en funciones, ha evidenciado la permanencia de una añeja práctica de complicidad entre esa representación gremial y el poder político, estrenada a finales del siglo pasado por Alberto Guerrero Gutiérrez.

Después de ponerse a las órdenes de los gobiernos de Manuel Bartlett, Melquiades Morales, Mario Marín y Rafael Moreno Valle, en los que ocupó las posiciones de director general y líder del sindicato del Colegio en periodos intermitentes, Alberto Guerrero ha vuelto a repetir el modus operandi a través de su hermano Moisés, a quien utiliza como operador de la representación gremial para favorecer a Morena y hacer acuerdos con el nuevo jefe de la administración estatal, Miguel Barbosa Huerta.

Cotoñeto Carmona está en lo suyo: intenta crear un ejército electoral para los comicios intermedios de 2021, que gane para el gobernador una importante cantidad de presidencias municipales, que incluya las más importantes, y conserve, también para el gobernador, la mayoría de las diputaciones existentes en el Congreso del Estado.

Ante la imposibilidad de incorporarse oficialmente a las filas de Morena, y de convertirse en su dirigente estatal, confrontado además con el delegado Mario Bracamonte González, el operador electoral del barbosismo ha tenido que recurrir a viejas estructuras políticas y a la creación de algunas nuevas para tratar de cumplir con la encomienda de su jefe.

Una de esas viejas estructuras es la que los Guerrero Gutiérrez le han puesto sobre la mesa.

Alberto Guerrero ha prometido más de lo que ha podido dar.

Con Melquiades y Marín no tuvo problemas.

Los dos fueron candidatos a gobernador cuando el PRI no tenía oponentes enfrente y por tanto ganaron sin complicaciones.

En la transición de Marín a Moreno Valle, en cambio, el sindicato, que apoyó a Javier López Zavala, quedó evidenciado.

No aportó para el entonces abanderado del marinismo los votos que ofreció, y no lo hizo por una sencilla razón, el fastidio de los trabajadores con ese juego de manipulación que Alberto Guerrero ejercía sobre ellos.

La realidad le quitó peso en el gobierno de Moreno Valle.

Tuvo cierta influencia en un principio, pero después la perdió, hasta que regresó por sus fueros en el interinato de Guillermo Pacheco Pulido.

La elección de secretario general del sindicato coincidió en tiempos con la extraordinaria de gobernador.

Ese fue un momento oportuno para retornar a la vida sindical a través de un tercero.

Si Cotoñeto descansa su esperanza en el sindicato, en la manipulación de académicos y administrativos de ese sistema educativo para apuntalar los objetivos electorales de Barbosa, podría llevarse una decepción.

Lo mismo que el diputado Gabriel Biestro Medinilla, que, en paralelo, y con idénticos aliados, construye su precandidatura a la presidencia municipal de Puebla.


Twitter: @jorgerdzc

jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx