/ lunes 11 de junio de 2018

Consejeros electorales (¿y partidos?), negados a progresar

El antecedente de los dos debates presidenciales realizados hasta el momento pudo haber elevado las expectativas del encuentro que ocurrirá esta noche entre los cuatro candidatos al gobierno de Puebla. Si se cuenta usted entre quienes esperan un ejercicio político al nivel de aquellos dos, olvídelo, no lo verá.

Este lunes lloverán las comparaciones que dejarán muy mal parados a los poblanos por la celebración de una disputa discursiva idéntica a la de procesos electorales anteriores, rígida y carente de recursos para permitir el espontáneo desempeño de los participantes.

Es cierto que las propuestas de gobierno bien fundamentadas deben ser la parte trascendente de cualquier discurso político, incluidos los que se pronuncian en los debates, pero observar la forma y la capacidad de reacción de los candidatos frente a situaciones inesperadas, adversas incluso, aporta a los electores elementos útiles para la definición del voto.

Los textos aprendidos de memoria o llevados por escrito a los debates suelen esconder la verdadera naturaleza de quienes los emiten, sobre todo si, como es práctica común, son elaborados por un equipo de asesores y no por los debatientes.

Luego entonces, sacar a los aspirantes de ese contexto de confort, o de frustración, según el sitio que se ocupe en las tendencias electorales, tendría que ser lo más valioso de este tipo de encuentros.

El Instituto Nacional Electoral lo logró para la contienda presidencial con tres debates que revolucionaron el formato en el país y permitieron no solo una mayor interacción entre los rivales, sino que abrieron la puerta a los moderadores para ser más críticos e intervenir de manera imprevista cuando lo asumieran pertinente.

Los dos debates transcurridos hasta ahora han tenido errores y han sido blanco de críticas serias, por supuesto, pero aun así han significado un brinco kilométrico hacia adelante en comparación con lo que se hizo en el pasado.

Gracias a los nuevos formatos, los mexicanos ahora conocen mucho más de López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade, el Bronco y quizá hasta de Margarita Zavala, que renunció a la candidatura después del primer ejercicio.

Los encontronazos del dueño de Morena con el jefe (provisional) del PAN dejaron al descubierto su formación y sus personalidades.

Ahí está el memorable “Ricky Riquín Canallín”.

Eso quedó grabado en la mente de los espectadores, más que todas sus propuestas de gobierno juntas.

Los poblanos no tendrán oportunidades de ese tipo esta noche.

Martha Erika Alonso, Enrique Doger, Michel Chaín y Luis Miguel Barbosa, todos candidatos al gobierno del estado (¡hasta Chaín!), irán al acartonado encuentro de siempre, con un agregado que jugará en contra para los cuatro y otro que mermará solo a tres.

Quien “agreda” u “ofenda” a su adversario sufrirá el cierre del micrófono y quien cometa violencia política de género recibirá, además, una sanción.

Al margen de la estrategia que cada candidato pretenda desplegar durante el debate, de lo que lleve Alonso para retener los embates de Barbosa y Doger; de lo que diga Barbosa para quitar puntos a Alonso; de lo que haga Doger para escalar o de plano aliarse con Alonso, o de lo que pronuncie Chaín para ratificar su papel de comparsa, la autoridad electoral debió brindar a los ciudadanos una mejor herramienta de escrutinio.

No lo hizo.

El consejero presidente del Instituto Electoral del Estado responsabilizó a los representantes de los partidos y los candidatos.

En entrevista con este diario, Jacinto Herrera Serrallonga afirmó que habían sido ellos quienes decidieron hacer un solo debate y mantener el mismo formato.

Del otro lado aseguran que no fue así, que los culpables fueron los consejeros electorales.

Como sea, usted prepárese para seguir el debate.

Pese al formato, algo bueno sacará de él.

Faltan 20 días para los comicios y toda información que sirva para normar criterio sobre los candidatos y definir el sentido del voto es bienvenida.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

El antecedente de los dos debates presidenciales realizados hasta el momento pudo haber elevado las expectativas del encuentro que ocurrirá esta noche entre los cuatro candidatos al gobierno de Puebla. Si se cuenta usted entre quienes esperan un ejercicio político al nivel de aquellos dos, olvídelo, no lo verá.

Este lunes lloverán las comparaciones que dejarán muy mal parados a los poblanos por la celebración de una disputa discursiva idéntica a la de procesos electorales anteriores, rígida y carente de recursos para permitir el espontáneo desempeño de los participantes.

Es cierto que las propuestas de gobierno bien fundamentadas deben ser la parte trascendente de cualquier discurso político, incluidos los que se pronuncian en los debates, pero observar la forma y la capacidad de reacción de los candidatos frente a situaciones inesperadas, adversas incluso, aporta a los electores elementos útiles para la definición del voto.

Los textos aprendidos de memoria o llevados por escrito a los debates suelen esconder la verdadera naturaleza de quienes los emiten, sobre todo si, como es práctica común, son elaborados por un equipo de asesores y no por los debatientes.

Luego entonces, sacar a los aspirantes de ese contexto de confort, o de frustración, según el sitio que se ocupe en las tendencias electorales, tendría que ser lo más valioso de este tipo de encuentros.

El Instituto Nacional Electoral lo logró para la contienda presidencial con tres debates que revolucionaron el formato en el país y permitieron no solo una mayor interacción entre los rivales, sino que abrieron la puerta a los moderadores para ser más críticos e intervenir de manera imprevista cuando lo asumieran pertinente.

Los dos debates transcurridos hasta ahora han tenido errores y han sido blanco de críticas serias, por supuesto, pero aun así han significado un brinco kilométrico hacia adelante en comparación con lo que se hizo en el pasado.

Gracias a los nuevos formatos, los mexicanos ahora conocen mucho más de López Obrador, Ricardo Anaya, José Antonio Meade, el Bronco y quizá hasta de Margarita Zavala, que renunció a la candidatura después del primer ejercicio.

Los encontronazos del dueño de Morena con el jefe (provisional) del PAN dejaron al descubierto su formación y sus personalidades.

Ahí está el memorable “Ricky Riquín Canallín”.

Eso quedó grabado en la mente de los espectadores, más que todas sus propuestas de gobierno juntas.

Los poblanos no tendrán oportunidades de ese tipo esta noche.

Martha Erika Alonso, Enrique Doger, Michel Chaín y Luis Miguel Barbosa, todos candidatos al gobierno del estado (¡hasta Chaín!), irán al acartonado encuentro de siempre, con un agregado que jugará en contra para los cuatro y otro que mermará solo a tres.

Quien “agreda” u “ofenda” a su adversario sufrirá el cierre del micrófono y quien cometa violencia política de género recibirá, además, una sanción.

Al margen de la estrategia que cada candidato pretenda desplegar durante el debate, de lo que lleve Alonso para retener los embates de Barbosa y Doger; de lo que diga Barbosa para quitar puntos a Alonso; de lo que haga Doger para escalar o de plano aliarse con Alonso, o de lo que pronuncie Chaín para ratificar su papel de comparsa, la autoridad electoral debió brindar a los ciudadanos una mejor herramienta de escrutinio.

No lo hizo.

El consejero presidente del Instituto Electoral del Estado responsabilizó a los representantes de los partidos y los candidatos.

En entrevista con este diario, Jacinto Herrera Serrallonga afirmó que habían sido ellos quienes decidieron hacer un solo debate y mantener el mismo formato.

Del otro lado aseguran que no fue así, que los culpables fueron los consejeros electorales.

Como sea, usted prepárese para seguir el debate.

Pese al formato, algo bueno sacará de él.

Faltan 20 días para los comicios y toda información que sirva para normar criterio sobre los candidatos y definir el sentido del voto es bienvenida.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx