/ martes 28 de noviembre de 2023

Cúpula | Samuel y Mariana: la banalización de la política

En los años sesenta una politizada juventud se sacudía ante dos símbolos: Ernesto “El Che” Guevara y la revolución cubana. Aquella insurrección alimentó la ideología de toda una generación de jóvenes latinoamericanos y en particular mexicanos.

De entonces a la fecha es claro que presenciamos una involución.

En su momento Enrique Peña Nieto fue el producto fabricado por una televisora. En aquel 2012 así fue señalado como un candidato de telenovela. Un fatuo galán de las lides políticas.

La empresa se encargó de todo, hasta de la novia, posteriormente esposa. La boda fue propia de una historia del “canal de las estrellas”. Todo ese montaje escenográfico en la pantalla chica lo llevó hasta la residencia oficial de Los Pinos.

Eso fue apenas en 2012, a once años de distancia estamos en la era de las “benditas redes sociales” que están creando una nueva forma de pensamiento colectivo.

Hoy estamos ante una generación enajenada con los ‘smartphones’, las plataformas de ‘streaming’ y por consiguiente provocando la muerte paulatina del libro.

Somos testigos de una juventud que jamás leerá ‘La región más transparente’ o ‘Cien años de soledad’ porque está absorta con la música de Bad Bunny, Daddy Yankee, Peso Pluma, entre otros. Esperamos que el resurgimiento de Luis Miguel pueda contener un poco la embestida del reguetón.

En este contexto generacional aparece un remedo de político que habla mucho, pero piensa poco. Que tiene una novia – esposa símbolo de la red social Instagram; guapa, pero sin idea de lo que representa el quehacer público. Es la misma que en algún momento reveló como uno de “los obstáculos” en su vida, perder las chanclas.

Samuel García Sepúlveda es el candidato ideal para estos tiempos de las redes sociales. No tiene proyectos de gobierno; no tiene idea de qué hacer con el estado de Nuevo León; la Seguridad Pública poco le importa; los grandes negocios de la administración ni siquiera los conduce él, sino allegados a su familia.

La planta de Tesla en Nuevo León no fue logro del gobernador, sino del entonces Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard.

García es el candidato idóneo en la era que importa más la envoltura que el contenido; cuando no interesa hacer ejercicio, ni dominar una pelota, lo que vale es usar tenis naranja “fosfo fosfo”.

Samuel también es símbolo del contubernio entre Dante Delgado Rannauro y el presidente López Obrador. Movimiento Ciudadano es el partido “comodín”; una carta que se puede colocar en cualquier juego de la forma que más convenga.

Por eso no apoya a la alianza opositora. En el fondo es un partido patiño; juega conforme lo indique el mandatario federal. Podría abonar puntos al bloque discrepante, pero Dante pasará a la historia como un falso opositor, un esquirol al servicio del régimen.

La candidatura de Samuel García representa un fracaso social. Exhibe una generación vacía, que no piensa. Que solo busca consumir productos chatarra, incluso en la política. Es comprar la goma de mascar con la envoltura más llamativa.

Estamos ante mentes envueltas en la mercadotecnia más simplista. No basta con escuchar música y letras basura; tampoco con adquirir “gadgets” de última generación solo para presumir a los amigos.

Ahora la moda es apoyar a candidatos chistosos, pero vacíos. Samuel y Mariana representan la banalización de la política; la frivolidad del ejercicio público.

De aquellos jóvenes que admiraban al “Che” a los actuales que adoran a Mariana hay una evidente involución social.

cupula99@yahoo.com


En los años sesenta una politizada juventud se sacudía ante dos símbolos: Ernesto “El Che” Guevara y la revolución cubana. Aquella insurrección alimentó la ideología de toda una generación de jóvenes latinoamericanos y en particular mexicanos.

De entonces a la fecha es claro que presenciamos una involución.

En su momento Enrique Peña Nieto fue el producto fabricado por una televisora. En aquel 2012 así fue señalado como un candidato de telenovela. Un fatuo galán de las lides políticas.

La empresa se encargó de todo, hasta de la novia, posteriormente esposa. La boda fue propia de una historia del “canal de las estrellas”. Todo ese montaje escenográfico en la pantalla chica lo llevó hasta la residencia oficial de Los Pinos.

Eso fue apenas en 2012, a once años de distancia estamos en la era de las “benditas redes sociales” que están creando una nueva forma de pensamiento colectivo.

Hoy estamos ante una generación enajenada con los ‘smartphones’, las plataformas de ‘streaming’ y por consiguiente provocando la muerte paulatina del libro.

Somos testigos de una juventud que jamás leerá ‘La región más transparente’ o ‘Cien años de soledad’ porque está absorta con la música de Bad Bunny, Daddy Yankee, Peso Pluma, entre otros. Esperamos que el resurgimiento de Luis Miguel pueda contener un poco la embestida del reguetón.

En este contexto generacional aparece un remedo de político que habla mucho, pero piensa poco. Que tiene una novia – esposa símbolo de la red social Instagram; guapa, pero sin idea de lo que representa el quehacer público. Es la misma que en algún momento reveló como uno de “los obstáculos” en su vida, perder las chanclas.

Samuel García Sepúlveda es el candidato ideal para estos tiempos de las redes sociales. No tiene proyectos de gobierno; no tiene idea de qué hacer con el estado de Nuevo León; la Seguridad Pública poco le importa; los grandes negocios de la administración ni siquiera los conduce él, sino allegados a su familia.

La planta de Tesla en Nuevo León no fue logro del gobernador, sino del entonces Secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard.

García es el candidato idóneo en la era que importa más la envoltura que el contenido; cuando no interesa hacer ejercicio, ni dominar una pelota, lo que vale es usar tenis naranja “fosfo fosfo”.

Samuel también es símbolo del contubernio entre Dante Delgado Rannauro y el presidente López Obrador. Movimiento Ciudadano es el partido “comodín”; una carta que se puede colocar en cualquier juego de la forma que más convenga.

Por eso no apoya a la alianza opositora. En el fondo es un partido patiño; juega conforme lo indique el mandatario federal. Podría abonar puntos al bloque discrepante, pero Dante pasará a la historia como un falso opositor, un esquirol al servicio del régimen.

La candidatura de Samuel García representa un fracaso social. Exhibe una generación vacía, que no piensa. Que solo busca consumir productos chatarra, incluso en la política. Es comprar la goma de mascar con la envoltura más llamativa.

Estamos ante mentes envueltas en la mercadotecnia más simplista. No basta con escuchar música y letras basura; tampoco con adquirir “gadgets” de última generación solo para presumir a los amigos.

Ahora la moda es apoyar a candidatos chistosos, pero vacíos. Samuel y Mariana representan la banalización de la política; la frivolidad del ejercicio público.

De aquellos jóvenes que admiraban al “Che” a los actuales que adoran a Mariana hay una evidente involución social.

cupula99@yahoo.com