/ lunes 16 de abril de 2018

De alquimistas electorales (morenovallistas) y candidatas al Congreso de la Unión

Muy a pesar de lo que se diga y escriba acerca de las posibilidades de alzarse con la victoria en el proceso electoral, algunos de los candidatos del PRI que han ingresado a la contienda con ánimos de hacer un buen papel tienen un claro objetivo: neutralizar a Héctor Omar Blancarte Montaño el día de las votaciones.

Hechura de la vieja escuela tricolor, el abogado egresado de la BUAP es reconocido en el priismo estatal como el principal operador electoral del ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Hay otros, afirman, pero el que se encarga de la alquimia política en beneficio del morenovallismo es él, desde que apoyó a Moreno Valle, aun en contra de los intereses de sus anteriores aliados, en los comicios locales de 2010.

Desde entonces y hasta ahora, Blancarte Montaño ha encabezado distintas encomiendas electorales para el ex gobernador, dentro y fuera del estado.

Una de las tesis optimistas que se plantea al seno del priismo tiene que ver con su voto duro.

El razonamiento indica que si el PRI conserva un piso de 600 mil votos para la elección local, el trabajo de cada uno de los candidatos, desde Enrique Doger, en el caso de la gubernatura, hasta los aspirantes a diputados locales, el tricolor puede lograr el resultado que hoy muy pocas personas se atreven a esperar.

Pero para eso requieren de neutralizar la operación del grupo en el poder.

Ahí aparece el nombre Omar Blancarte.

Algunos abanderados del PRI creen que si se le impide hacer el trabajo que acostumbra desplegar, en nada podrá ayudar a los candidatos de la coalición panista.

Por eso ya buscan el respaldo del gobierno federal para conseguir el antídoto.

***

En solo dos semanas, la priista Karina Romero Alcalá ha dado evidencia de lo que es una buena campaña electoral.

La candidata a diputada federal por el distrito 12 ha realizado un buen despliegue de recursos humanos y tecnológicos, por tierra y aire, para tratar de posicionar su nombre entre los electores de esa demarcación.

No la tiene fácil.

De la misma manera que el resto de los candidatos del PRI, la regidora con licencia tiene enfrente a la aplanadora llamada Morena, que lleva como aspirante a Fernando Manzanilla Prieto, y a la coalición del grupo en el poder, que postula a la perredista Roxana Luna Porquillo.

Aun así, Romero Alcalá parece estar dispuesta a dar la batalla hasta el final.

Hasta el momento, a dos semanas de iniciadas las campañas federales, dos detalles han resaltado de su estrategia.

Uno, que abandonó la imagen institucional del PRI.

Karina Romero usa en su propaganda los colores morado y verde claro, en un fondo blanco.

Y dos, que también cortó con el apellido de su madre, candidata a gobernadora en 2016, Blanca Alcalá Ruiz.

Para promover su imagen, la abanderada a diputada federal usa el “Karina Romero”, a secas.

***

Quien no da muchas muestras de vigorosidad es Guadalupe Arrubarrena García, candidata a diputada federal de la coalición Por México al Frente en el distrito 6.

Tanto aliados de Moreno Valle como del ex presidente municipal de Puebla, y nuevamente candidato, Eduardo Rivera Pérez, coinciden en la falta de fuerza en la candidatura de la regidora con licencia, pero unos y otros la atribuyen a distintos factores.

Los morenovallistas aseguran que “Lupita” Arrubarrena no tiene mucha idea de qué hacer en campaña y acusan que tampoco se ha asesorado de nadie para suplir esa carencia de conocimiento y experiencia.

Quiere colgarse de la candidatura de Eduardo Rivera porque piensa que así podrá ganar sin hacer nada, añaden.

Por su parte, colaboradores del aspirante a alcalde acusan que el escaso activismo de la abanderada se debe a la inexistencia de apoyo en el PAN.

Esa acusación agrega que, en realidad, la dirigencia blanquiazul quiere que ese distrito lo gane la priista (y antochista) Soraya Córdova Morán.

Como sea, en ninguno de los bandos hay buenos pronósticos para la panista.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Muy a pesar de lo que se diga y escriba acerca de las posibilidades de alzarse con la victoria en el proceso electoral, algunos de los candidatos del PRI que han ingresado a la contienda con ánimos de hacer un buen papel tienen un claro objetivo: neutralizar a Héctor Omar Blancarte Montaño el día de las votaciones.

Hechura de la vieja escuela tricolor, el abogado egresado de la BUAP es reconocido en el priismo estatal como el principal operador electoral del ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Hay otros, afirman, pero el que se encarga de la alquimia política en beneficio del morenovallismo es él, desde que apoyó a Moreno Valle, aun en contra de los intereses de sus anteriores aliados, en los comicios locales de 2010.

Desde entonces y hasta ahora, Blancarte Montaño ha encabezado distintas encomiendas electorales para el ex gobernador, dentro y fuera del estado.

Una de las tesis optimistas que se plantea al seno del priismo tiene que ver con su voto duro.

El razonamiento indica que si el PRI conserva un piso de 600 mil votos para la elección local, el trabajo de cada uno de los candidatos, desde Enrique Doger, en el caso de la gubernatura, hasta los aspirantes a diputados locales, el tricolor puede lograr el resultado que hoy muy pocas personas se atreven a esperar.

Pero para eso requieren de neutralizar la operación del grupo en el poder.

Ahí aparece el nombre Omar Blancarte.

Algunos abanderados del PRI creen que si se le impide hacer el trabajo que acostumbra desplegar, en nada podrá ayudar a los candidatos de la coalición panista.

Por eso ya buscan el respaldo del gobierno federal para conseguir el antídoto.

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En solo dos semanas, la priista Karina Romero Alcalá ha dado evidencia de lo que es una buena campaña electoral.

La candidata a diputada federal por el distrito 12 ha realizado un buen despliegue de recursos humanos y tecnológicos, por tierra y aire, para tratar de posicionar su nombre entre los electores de esa demarcación.

No la tiene fácil.

De la misma manera que el resto de los candidatos del PRI, la regidora con licencia tiene enfrente a la aplanadora llamada Morena, que lleva como aspirante a Fernando Manzanilla Prieto, y a la coalición del grupo en el poder, que postula a la perredista Roxana Luna Porquillo.

Aun así, Romero Alcalá parece estar dispuesta a dar la batalla hasta el final.

Hasta el momento, a dos semanas de iniciadas las campañas federales, dos detalles han resaltado de su estrategia.

Uno, que abandonó la imagen institucional del PRI.

Karina Romero usa en su propaganda los colores morado y verde claro, en un fondo blanco.

Y dos, que también cortó con el apellido de su madre, candidata a gobernadora en 2016, Blanca Alcalá Ruiz.

Para promover su imagen, la abanderada a diputada federal usa el “Karina Romero”, a secas.

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Quien no da muchas muestras de vigorosidad es Guadalupe Arrubarrena García, candidata a diputada federal de la coalición Por México al Frente en el distrito 6.

Tanto aliados de Moreno Valle como del ex presidente municipal de Puebla, y nuevamente candidato, Eduardo Rivera Pérez, coinciden en la falta de fuerza en la candidatura de la regidora con licencia, pero unos y otros la atribuyen a distintos factores.

Los morenovallistas aseguran que “Lupita” Arrubarrena no tiene mucha idea de qué hacer en campaña y acusan que tampoco se ha asesorado de nadie para suplir esa carencia de conocimiento y experiencia.

Quiere colgarse de la candidatura de Eduardo Rivera porque piensa que así podrá ganar sin hacer nada, añaden.

Por su parte, colaboradores del aspirante a alcalde acusan que el escaso activismo de la abanderada se debe a la inexistencia de apoyo en el PAN.

Esa acusación agrega que, en realidad, la dirigencia blanquiazul quiere que ese distrito lo gane la priista (y antochista) Soraya Córdova Morán.

Como sea, en ninguno de los bandos hay buenos pronósticos para la panista.

Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx