/ domingo 16 de diciembre de 2018

De cómo desalentar el interés ciudadano por la actividad política, o alentar su encono

La elección del pasado 1 de julio está marcando un antes y un después en la vida política de nuestro país. Si bien la población pudo constatar el poder de su voto, incluso la judicialización de los procesos, debiera dar -al final de cuentas- cierta certeza, como es el caso de la elección para gobernador en Puebla.

¿Por qué debiera dar y no dan certeza las elecciones que llegan al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación? Considero que no es precisamente por el trabajo de los ministros sino por el tipo de estrategias que adoptan los partidos políticos en pugna. Me refiero en este caso a la postura que adoptan los actores políticos que se desviven por denostar a los responsables de impartir justicia electoral.

El acusar a las autoridades de acciones corruptas está muy bien, denunciarlos estaría mejor. Pero si se adopta solo un discurso, he ahí que al final resulta deprimente el mensaje que deja un político. Es decir, sin pruebas, sin constancias, solo con dichos es lo que descompone el hacer del político.

Según Jaqueline Peschard, en el cuaderno de divulgación de la Cultura democrática que publicó el entonces IFE en los 90´s: “La política es el ámbito de la sociedad relativo a la organización del poder. Es el espacio donde se adoptan las decisiones que tienen proyección social, es decir, donde se define cómo se distribuyen los bienes de una sociedad, o sea, que le toca a cada quién, cómo y cuándo”, en ese ámbito entonces aparecen los partidos políticos, los árbitros de las elecciones, los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y otras instituciones, pero representados en las personas que se ostentan como autoridad.

Después, la misma autora, define a la cultura política como “Los valores, concepciones y actitudes que se orientan hacia el ámbito específicamente político, es decir, el conjunto de elementos que configuran la percepción subjetiva que tiene una población respecto del poder”.

Así que, todo lo que los ciudadanos vemos, como espectadores de una pantalla imax, no queda en el olvido, queda en el inconsciente colectivo, sumando para que en un próximo proceso muchos decidan no participar o participar ya con encono, con violencia. Sí, también tienen que ver los medios de comunicación y la veracidad con la que se conduzcan.

Circula en las redes un video en el que constatan (el 13 de diciembre) cómo agreden manifestantes a vehículos al salir de la Suprema Corte, después de que el Ministro Alberto Pérez Dayán de la SCJN admitió la acción de inconstitucionalidad contra la Ley Federal de Remuneraciones y prohibió que se utilice para fijar los salarios de los funcionarios que tendrán en 2019. De hecho, sin que alcancen a comprender la independencia de los poderes.

La situación es grave. De hecho, el que la ya gobernadora electa y refrendada por el fallo del TEPJF, no haya podido tomar posesión ante el Congreso local también habla de un encono que huele a linchamiento político. Este es el juego perverso que ha desatado sí la corrupción de muchos políticos, pero también la irresponsabilidad de otros que manipulan el sentimiento popular y la ignorancia. Como si no hubiera suficientes ejemplos en la historia de cómo son rebasados esos límites y después es imposible dar marcha atrás. Nos hace falta mucho para llegar a una madurez en nuestra cultura política, y ya lo estamos padeciendo.



*Politóloga. Doctora en Gobierno, Gestión y Democracia. Miembro Fundadora de la AMECIP.

La elección del pasado 1 de julio está marcando un antes y un después en la vida política de nuestro país. Si bien la población pudo constatar el poder de su voto, incluso la judicialización de los procesos, debiera dar -al final de cuentas- cierta certeza, como es el caso de la elección para gobernador en Puebla.

¿Por qué debiera dar y no dan certeza las elecciones que llegan al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación? Considero que no es precisamente por el trabajo de los ministros sino por el tipo de estrategias que adoptan los partidos políticos en pugna. Me refiero en este caso a la postura que adoptan los actores políticos que se desviven por denostar a los responsables de impartir justicia electoral.

El acusar a las autoridades de acciones corruptas está muy bien, denunciarlos estaría mejor. Pero si se adopta solo un discurso, he ahí que al final resulta deprimente el mensaje que deja un político. Es decir, sin pruebas, sin constancias, solo con dichos es lo que descompone el hacer del político.

Según Jaqueline Peschard, en el cuaderno de divulgación de la Cultura democrática que publicó el entonces IFE en los 90´s: “La política es el ámbito de la sociedad relativo a la organización del poder. Es el espacio donde se adoptan las decisiones que tienen proyección social, es decir, donde se define cómo se distribuyen los bienes de una sociedad, o sea, que le toca a cada quién, cómo y cuándo”, en ese ámbito entonces aparecen los partidos políticos, los árbitros de las elecciones, los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y otras instituciones, pero representados en las personas que se ostentan como autoridad.

Después, la misma autora, define a la cultura política como “Los valores, concepciones y actitudes que se orientan hacia el ámbito específicamente político, es decir, el conjunto de elementos que configuran la percepción subjetiva que tiene una población respecto del poder”.

Así que, todo lo que los ciudadanos vemos, como espectadores de una pantalla imax, no queda en el olvido, queda en el inconsciente colectivo, sumando para que en un próximo proceso muchos decidan no participar o participar ya con encono, con violencia. Sí, también tienen que ver los medios de comunicación y la veracidad con la que se conduzcan.

Circula en las redes un video en el que constatan (el 13 de diciembre) cómo agreden manifestantes a vehículos al salir de la Suprema Corte, después de que el Ministro Alberto Pérez Dayán de la SCJN admitió la acción de inconstitucionalidad contra la Ley Federal de Remuneraciones y prohibió que se utilice para fijar los salarios de los funcionarios que tendrán en 2019. De hecho, sin que alcancen a comprender la independencia de los poderes.

La situación es grave. De hecho, el que la ya gobernadora electa y refrendada por el fallo del TEPJF, no haya podido tomar posesión ante el Congreso local también habla de un encono que huele a linchamiento político. Este es el juego perverso que ha desatado sí la corrupción de muchos políticos, pero también la irresponsabilidad de otros que manipulan el sentimiento popular y la ignorancia. Como si no hubiera suficientes ejemplos en la historia de cómo son rebasados esos límites y después es imposible dar marcha atrás. Nos hace falta mucho para llegar a una madurez en nuestra cultura política, y ya lo estamos padeciendo.



*Politóloga. Doctora en Gobierno, Gestión y Democracia. Miembro Fundadora de la AMECIP.