/ domingo 7 de febrero de 2021

De los adultos mayores

Ahora que mi madre cumplió 90 años, me es posible comprender a quienes tienen adultos mayores en sus hogares. La pandemia, es irremediable decirlo, llegó a complicar en gran medida los cuidados que ameritan, para cobrar su pensión, si llegan a padecer alguna enfermedad -que no necesariamente covid-19- o simplemente para registrarlos para que tengan posibilidad de vacunarse en https://mivacuna.salud.gob.mx.

Los humanos somos así, sólo si vivimos la experiencia podemos comprender, de mejor manera, el padecimiento del otro, desde el nacimiento hasta la muerte. Claro, si también nos disponemos a ser empáticos. En este tenor, creo que también entran los cuidados que requieren los menores, bebés y personas con capacidades diferentes. Sólo que los cuidados son diferentes, por ejemplo para cambiar pañal (si usan), los adultos mayores a veces no ayudan mucho, mientras que un niño o bebé es fácilmente manejable; o para comer, los pequeños no ofrecen mucha resistencia y con un poco de distracción es suficiente, pero un adulto mayor tiene recuerdos de sus preferencias e ideas fijas.

Nunca imaginé la dificultad que hay para tomar una muestra de orina en un adulto que ya no camina ni se sostiene por sí mismo y que hay que asistirlo en todo. Es una odisea, por decir lo menos. Ahora me pregunto por el 20.1% de 60 años y más, el 53.6% de personas en edad de dependencia que hay en Puebla, y el 4.6% con alguna discapacidad, según el último censo del INEGI 2020. Sus necesidades y padecimientos que no pueden postergar atención.

De los 6 millones 583,278 de habitantes que compone al estado, el 5.1% de viviendas con piso de tierra, el 58.6% con lavadora, el 74.6% con refrigerador, 35.4% con automóvil o camioneta, ¿qué población con un familiar en condición de adulto mayor, niños en edad de crianza o personas con alguna capacidad diferente, goza de estos suministros para paliar lo que demanda el cuidado de sus seres queridos? Porque son elementos que no representan un lujo sino una necesidad.

Medicamentos para la diabetes, hipertensión y otros, pañales, alimentos especiales porque no tienen dentadura sana o completa, higiene, y atención, sobre todo; son de las cosas que se nos escapan cuando tenemos 15, 30 o 40 años, tal vez porque no nos imaginamos ancianos. Antes de la pandemia supe de casas para ancianitos, tal vez porque ya estaba prendido el foquito rojo por mi mamá, como que estaban proliferando, y anunciaban cuidados esmerados y especializados, pero con precios prohibitivos para una familia que apenas tiene para la subsistencia diaria. Ahora, no sé cómo estarán esas estancias, si no han cerrado, porque se triplica el cuidado y las condiciones higiénicas.

No sabía que una mujer padece más que un hombre cuando es adulta mayor, su higiene personal es muy importante y padecen más infecciones en vías urinarias; bueno, también porque los ancianitos van perdiendo papilas gustativas y al final sólo les queda la papila que prueba lo amargo, y el agua no les apetece. Es una tarea de titanes que se tomen un vaso de agua.

La demencia senil o Alzheimer y el trastorno del sueño, llega a unos más pronto que a otros, pero se agudiza por falta de agua en el organismo. Si alguien no lo sabe, entonces es factible que haya desesperación y violencia en los cuidadores, y en los ancianitos, depresión; nada facil. Por eso, lo que toca es prepararnos, ejercitar nuestro cuerpo, comer sanamente, tal vez tener un entretenimiento por placer para el tiempo libre que tal vez tengamos. Claro, asegurar nuestro futuro, es de suma importancia. Por lo pronto, ojalá haya factibilidad de vacunarlos.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com

Ahora que mi madre cumplió 90 años, me es posible comprender a quienes tienen adultos mayores en sus hogares. La pandemia, es irremediable decirlo, llegó a complicar en gran medida los cuidados que ameritan, para cobrar su pensión, si llegan a padecer alguna enfermedad -que no necesariamente covid-19- o simplemente para registrarlos para que tengan posibilidad de vacunarse en https://mivacuna.salud.gob.mx.

Los humanos somos así, sólo si vivimos la experiencia podemos comprender, de mejor manera, el padecimiento del otro, desde el nacimiento hasta la muerte. Claro, si también nos disponemos a ser empáticos. En este tenor, creo que también entran los cuidados que requieren los menores, bebés y personas con capacidades diferentes. Sólo que los cuidados son diferentes, por ejemplo para cambiar pañal (si usan), los adultos mayores a veces no ayudan mucho, mientras que un niño o bebé es fácilmente manejable; o para comer, los pequeños no ofrecen mucha resistencia y con un poco de distracción es suficiente, pero un adulto mayor tiene recuerdos de sus preferencias e ideas fijas.

Nunca imaginé la dificultad que hay para tomar una muestra de orina en un adulto que ya no camina ni se sostiene por sí mismo y que hay que asistirlo en todo. Es una odisea, por decir lo menos. Ahora me pregunto por el 20.1% de 60 años y más, el 53.6% de personas en edad de dependencia que hay en Puebla, y el 4.6% con alguna discapacidad, según el último censo del INEGI 2020. Sus necesidades y padecimientos que no pueden postergar atención.

De los 6 millones 583,278 de habitantes que compone al estado, el 5.1% de viviendas con piso de tierra, el 58.6% con lavadora, el 74.6% con refrigerador, 35.4% con automóvil o camioneta, ¿qué población con un familiar en condición de adulto mayor, niños en edad de crianza o personas con alguna capacidad diferente, goza de estos suministros para paliar lo que demanda el cuidado de sus seres queridos? Porque son elementos que no representan un lujo sino una necesidad.

Medicamentos para la diabetes, hipertensión y otros, pañales, alimentos especiales porque no tienen dentadura sana o completa, higiene, y atención, sobre todo; son de las cosas que se nos escapan cuando tenemos 15, 30 o 40 años, tal vez porque no nos imaginamos ancianos. Antes de la pandemia supe de casas para ancianitos, tal vez porque ya estaba prendido el foquito rojo por mi mamá, como que estaban proliferando, y anunciaban cuidados esmerados y especializados, pero con precios prohibitivos para una familia que apenas tiene para la subsistencia diaria. Ahora, no sé cómo estarán esas estancias, si no han cerrado, porque se triplica el cuidado y las condiciones higiénicas.

No sabía que una mujer padece más que un hombre cuando es adulta mayor, su higiene personal es muy importante y padecen más infecciones en vías urinarias; bueno, también porque los ancianitos van perdiendo papilas gustativas y al final sólo les queda la papila que prueba lo amargo, y el agua no les apetece. Es una tarea de titanes que se tomen un vaso de agua.

La demencia senil o Alzheimer y el trastorno del sueño, llega a unos más pronto que a otros, pero se agudiza por falta de agua en el organismo. Si alguien no lo sabe, entonces es factible que haya desesperación y violencia en los cuidadores, y en los ancianitos, depresión; nada facil. Por eso, lo que toca es prepararnos, ejercitar nuestro cuerpo, comer sanamente, tal vez tener un entretenimiento por placer para el tiempo libre que tal vez tengamos. Claro, asegurar nuestro futuro, es de suma importancia. Por lo pronto, ojalá haya factibilidad de vacunarlos.

*Politóloga, profesora-investigadora. Miembro Fundadora de la AMECIP. Mail: margarita_arguelles@hotmail.com