/ viernes 23 de febrero de 2018

De temblores a temblores

Ahora sabemos los poblanos que vivimos en una zona altamente sísmica, en el llamado “cinturón de fuego”, sobre cinco placas tectónicas: la Norteamericana, la de Cocos, la del Caribe, la del Pacífico y la de Rivera, por lo que la liberación de la energía de la tierra es algo a lo que deberemos estar habituados; pero sobre todo entender que nuestra actitud y comportamiento interno serán determinantes para las circunstancias venideras, toda vez que de conformidad con el principio hermético “lo que es adentro es afuera”, son nuestros miedos, nuestras agresiones, nuestra ira y nuestras guerras lo que determina a su vez la convulsión exterior que tanto nos daña. Además, de acuerdo con el principio energético de que “lo positivo atrae lo positivo y lo negativo atrae lo negativo”, en cada simulacro estamos liberando energía negativa y apremiando, sin quererlo conscientemente, nuevos eventos catastróficos… es bastante coincidente y demostrativo el hecho de que el 19 de septiembre, a poco tiempo de haber concluido el “simulacro” y precisamente en esa fecha, aniversario 32 del terrible terremoto de 1985, nos vino el dantesco escenario verdadero, cuyas lamentables consecuencias aún nos siguen lacerando en lo psicológico y en lo material.

Considero que nos falta mucho por aprender, o más bien, por recordar lo que nuestros ancestros prehispánicos hacían a diario: honrar y venerar a la Madre Tierra. Nosotros por lo contrario, la hemos dañado, la hemos perjudicado, la hemos destrozado. Hemos acabado con ecosistemas, demostrando a cada paso que la civilización no destruye la barbarie, tan solo la perfecciona.

Hoy los movimientos sísmicos se siguen sucediendo y la mayoría son imperceptibles; solo nuestro retorno a la espiritualidad, entendiendo en ella la mano de Dios en todo, hará que abramos nuestra conciencia y empecemos por obedecer y amar a nuestra Madre Naturaleza, de la que formamos parte integral. De lo contrario estamos condenados a movimientos mayormente catastróficos, que indudablemente nos llevarán, por desgracia, al desastre y a la extinción.

Pero existen otros temblores que también estamos propiciando, que sí son previsibles y evitables, y me refiero a los políticos que se avecinan en las próximas elecciones para nosotros los poblanos, (aunque también para todo México, pero eso será materia de otra “Conversación”).

No tengo nada personal ni mucho menos por razón de género en contra de la señora Martha Erika Alonso de Moreno Valle. Considero que esta es la era de las mujeres y que ya es tiempo de que tomen su lugar en el escenario político y aporten la fuerza espiritual y las cualidades que las hacen únicas, para darle un giro verdaderamente moral y humano a la política; por ello, bienvenida su participación y competencia. Sin embargo, en este caso especial, lamento profundamente una maquinación maquiavélica orquestada por “ya sabes quién”, que desea perpetuarse en un nuevo “maximato” que siga privilegiando la fastuosidad y el ornato por encima de la justicia social de nuestro pueblo. Sé que todo está implementado a modo para que la señora gobierne, con una Fiscalía a modo, con ayuntamientos coptados, con privilegios y posiciones previamente otorgadas a la llamada “Iniciativa Privada”, avalado todo ello por un partido que tiene como postulado el bien común, pero que en la práctica ha demostrado solo el bien para unos cuantos.

¿Qué experiencia política y administrativa tiene la señora Alonso? El DIF no es el Estado, y conocerlo como lo pregona no es administrarlo y conjugar y resolver sus necesidades y carencias. Es obvio, que quien “mecerá la cuna”, es “ya sabes quién”, ahora desde el Senado y quien lamentablemente demostró un franco desprecio a los poblanos y a su gente valiosa y culta. Bástenos recordar que quien preside la Fiscalía, pese a su honorabilidad y prosapia, no es poblano; que quien presidió el Tribunal Superior de Justicia hasta hace unos meses no era poblano; que los Registradores Públicos de la Propiedad, en su mayoría, no son poblanos, y que las empresas constructoras de las mayores obras de su gobierno no fueron poblanas… y me pregunto, ¿Eso es querer a Puebla?

Gracias Puebla, y te recuerdo: “Lo que cuesta dinero vale poco”

Ahora sabemos los poblanos que vivimos en una zona altamente sísmica, en el llamado “cinturón de fuego”, sobre cinco placas tectónicas: la Norteamericana, la de Cocos, la del Caribe, la del Pacífico y la de Rivera, por lo que la liberación de la energía de la tierra es algo a lo que deberemos estar habituados; pero sobre todo entender que nuestra actitud y comportamiento interno serán determinantes para las circunstancias venideras, toda vez que de conformidad con el principio hermético “lo que es adentro es afuera”, son nuestros miedos, nuestras agresiones, nuestra ira y nuestras guerras lo que determina a su vez la convulsión exterior que tanto nos daña. Además, de acuerdo con el principio energético de que “lo positivo atrae lo positivo y lo negativo atrae lo negativo”, en cada simulacro estamos liberando energía negativa y apremiando, sin quererlo conscientemente, nuevos eventos catastróficos… es bastante coincidente y demostrativo el hecho de que el 19 de septiembre, a poco tiempo de haber concluido el “simulacro” y precisamente en esa fecha, aniversario 32 del terrible terremoto de 1985, nos vino el dantesco escenario verdadero, cuyas lamentables consecuencias aún nos siguen lacerando en lo psicológico y en lo material.

Considero que nos falta mucho por aprender, o más bien, por recordar lo que nuestros ancestros prehispánicos hacían a diario: honrar y venerar a la Madre Tierra. Nosotros por lo contrario, la hemos dañado, la hemos perjudicado, la hemos destrozado. Hemos acabado con ecosistemas, demostrando a cada paso que la civilización no destruye la barbarie, tan solo la perfecciona.

Hoy los movimientos sísmicos se siguen sucediendo y la mayoría son imperceptibles; solo nuestro retorno a la espiritualidad, entendiendo en ella la mano de Dios en todo, hará que abramos nuestra conciencia y empecemos por obedecer y amar a nuestra Madre Naturaleza, de la que formamos parte integral. De lo contrario estamos condenados a movimientos mayormente catastróficos, que indudablemente nos llevarán, por desgracia, al desastre y a la extinción.

Pero existen otros temblores que también estamos propiciando, que sí son previsibles y evitables, y me refiero a los políticos que se avecinan en las próximas elecciones para nosotros los poblanos, (aunque también para todo México, pero eso será materia de otra “Conversación”).

No tengo nada personal ni mucho menos por razón de género en contra de la señora Martha Erika Alonso de Moreno Valle. Considero que esta es la era de las mujeres y que ya es tiempo de que tomen su lugar en el escenario político y aporten la fuerza espiritual y las cualidades que las hacen únicas, para darle un giro verdaderamente moral y humano a la política; por ello, bienvenida su participación y competencia. Sin embargo, en este caso especial, lamento profundamente una maquinación maquiavélica orquestada por “ya sabes quién”, que desea perpetuarse en un nuevo “maximato” que siga privilegiando la fastuosidad y el ornato por encima de la justicia social de nuestro pueblo. Sé que todo está implementado a modo para que la señora gobierne, con una Fiscalía a modo, con ayuntamientos coptados, con privilegios y posiciones previamente otorgadas a la llamada “Iniciativa Privada”, avalado todo ello por un partido que tiene como postulado el bien común, pero que en la práctica ha demostrado solo el bien para unos cuantos.

¿Qué experiencia política y administrativa tiene la señora Alonso? El DIF no es el Estado, y conocerlo como lo pregona no es administrarlo y conjugar y resolver sus necesidades y carencias. Es obvio, que quien “mecerá la cuna”, es “ya sabes quién”, ahora desde el Senado y quien lamentablemente demostró un franco desprecio a los poblanos y a su gente valiosa y culta. Bástenos recordar que quien preside la Fiscalía, pese a su honorabilidad y prosapia, no es poblano; que quien presidió el Tribunal Superior de Justicia hasta hace unos meses no era poblano; que los Registradores Públicos de la Propiedad, en su mayoría, no son poblanos, y que las empresas constructoras de las mayores obras de su gobierno no fueron poblanas… y me pregunto, ¿Eso es querer a Puebla?

Gracias Puebla, y te recuerdo: “Lo que cuesta dinero vale poco”