/ martes 10 de abril de 2018

Debates de verdad

Tras 24 años de intentos frustrados, todo hace indicar que al fin habrá la oportunidad de presenciar debates presidenciales que cumplan cabalmente con su verdadero propósito de contribuir a que los ciudadanos puedan orientar de manera informada el sentido de su voto.

Y es que hasta ahora sólo se han presenciado coloquios en los que se marginan propuestas y se eluden los temas torales para recurrir reiteradamente a lanzar ataques, como si se tratara de una competencia para dilucidar quién de los aspirantes es más capaz de agraviar a los demás.

En esencia, el debate debiera ser una oportunidad para que los electores conozcan no sólo el perfil de los candidatos, sino cuáles son sus propuestas concretas ante los grandes retos del país, para que ello contribuya a una verdadera confrontación de ideas y que ese contraste conlleve a una mejor deliberación del voto.

Bajo esa premisa el Instituto Nacional Electoral cumplió con su ofrecimiento de modificar sustancialmente el formato de los encuentros, -ahora serán tres-, bajo la premisa de que no sólo se garantice el derecho que los candidatos tienen para expresarse libremente, sino que también sean útiles para que la ciudadanía emita un voto informado y razonado, en un ejercicio auténtico de confrontación de ideas y de examen de propuestas.

De esta manera quedó resuelto que el primero de los tres debates presidenciales sea el próximo 22 de abril a las 20:00 horas, en el Palacio de Minería, en la Ciudad de México, moderado por Sergio Sarmiento, Azucena Uresti y Denise Maerker.

Entre las innovaciones, destaca que los moderadores tendrán la libertad de cuestionar e interpelar a los contendientes, a lo que sumarán preguntas ciudadanas definidas por encuestas que nadie sabrá con antelación.

Durante una hora con 54 minutos la discusión se fragmentará en cuatro bloques en los que se abordarán los temas de seguridad, corrupción e impunidad, gobierno, democracia y grupos vulnerables.

Durante la primera parte de cada segmento, los moderadores cuestionarán a los candidatos –con la posibilidad de repreguntar-, y estos tendrán dos minutos y medio para responder, dejando un espacio de hasta cuatro minutos para réplicas de los otros candidatos. A los moderadores se les entregará una serie de encuestas y estudios para respaldar sus participaciones.

En la segunda mitad, cada aspirante formulará un planteamiento sobre el tema en turno durante un minuto, con la posibilidad de ser refutado por sus oponentes hasta por dos minutos, lo que se repetirá en una segunda ronda.

Se cuidará, han advertido, que si bien los moderadores tendrán la oportunidad de interpelar improvisadamente, ellos no adquieran un protagonismo que pueda sesgar las discusiones.

Se sabe ya que en el segundo debate, a realizarse el 20 de mayo en la ciudad de Tijuana, habrá un grupo de ciudadanos como público que podrá cuestionar a los candidatos. Serán al menos 50 personas que tendrán una participación activa y presencial bajo el tema “México en el mundo”, previéndose cuestionamientos sobre asuntos de comercio exterior e inversión, seguridad fronteriza, combate al crimen transnacional y derechos de migrantes.

Los ciudadanos que intervendrán serán seleccionados mediante al menos 400 entrevistas entre propuestas de instituciones educativas, de gobierno y de organizaciones sociales, así como entre migrantes e indígenas, procurando que exista equidad de género.

El tercer y último debate será el 12 de junio en la ciudad de Mérida y se privilegiará la participación ciudadana a través de redes sociales para llegar al segmento joven de la población, que es afín a las nuevas formas de comunicación.

Así las cosas, todo indica que al fin dejaremos atrás los debates huecos y acartonados por otros mucho más flexibles, capaces de generar información precisa a favor de un voto ciudadano más informado y razonado.

Ojala que así sea.

Tras 24 años de intentos frustrados, todo hace indicar que al fin habrá la oportunidad de presenciar debates presidenciales que cumplan cabalmente con su verdadero propósito de contribuir a que los ciudadanos puedan orientar de manera informada el sentido de su voto.

Y es que hasta ahora sólo se han presenciado coloquios en los que se marginan propuestas y se eluden los temas torales para recurrir reiteradamente a lanzar ataques, como si se tratara de una competencia para dilucidar quién de los aspirantes es más capaz de agraviar a los demás.

En esencia, el debate debiera ser una oportunidad para que los electores conozcan no sólo el perfil de los candidatos, sino cuáles son sus propuestas concretas ante los grandes retos del país, para que ello contribuya a una verdadera confrontación de ideas y que ese contraste conlleve a una mejor deliberación del voto.

Bajo esa premisa el Instituto Nacional Electoral cumplió con su ofrecimiento de modificar sustancialmente el formato de los encuentros, -ahora serán tres-, bajo la premisa de que no sólo se garantice el derecho que los candidatos tienen para expresarse libremente, sino que también sean útiles para que la ciudadanía emita un voto informado y razonado, en un ejercicio auténtico de confrontación de ideas y de examen de propuestas.

De esta manera quedó resuelto que el primero de los tres debates presidenciales sea el próximo 22 de abril a las 20:00 horas, en el Palacio de Minería, en la Ciudad de México, moderado por Sergio Sarmiento, Azucena Uresti y Denise Maerker.

Entre las innovaciones, destaca que los moderadores tendrán la libertad de cuestionar e interpelar a los contendientes, a lo que sumarán preguntas ciudadanas definidas por encuestas que nadie sabrá con antelación.

Durante una hora con 54 minutos la discusión se fragmentará en cuatro bloques en los que se abordarán los temas de seguridad, corrupción e impunidad, gobierno, democracia y grupos vulnerables.

Durante la primera parte de cada segmento, los moderadores cuestionarán a los candidatos –con la posibilidad de repreguntar-, y estos tendrán dos minutos y medio para responder, dejando un espacio de hasta cuatro minutos para réplicas de los otros candidatos. A los moderadores se les entregará una serie de encuestas y estudios para respaldar sus participaciones.

En la segunda mitad, cada aspirante formulará un planteamiento sobre el tema en turno durante un minuto, con la posibilidad de ser refutado por sus oponentes hasta por dos minutos, lo que se repetirá en una segunda ronda.

Se cuidará, han advertido, que si bien los moderadores tendrán la oportunidad de interpelar improvisadamente, ellos no adquieran un protagonismo que pueda sesgar las discusiones.

Se sabe ya que en el segundo debate, a realizarse el 20 de mayo en la ciudad de Tijuana, habrá un grupo de ciudadanos como público que podrá cuestionar a los candidatos. Serán al menos 50 personas que tendrán una participación activa y presencial bajo el tema “México en el mundo”, previéndose cuestionamientos sobre asuntos de comercio exterior e inversión, seguridad fronteriza, combate al crimen transnacional y derechos de migrantes.

Los ciudadanos que intervendrán serán seleccionados mediante al menos 400 entrevistas entre propuestas de instituciones educativas, de gobierno y de organizaciones sociales, así como entre migrantes e indígenas, procurando que exista equidad de género.

El tercer y último debate será el 12 de junio en la ciudad de Mérida y se privilegiará la participación ciudadana a través de redes sociales para llegar al segmento joven de la población, que es afín a las nuevas formas de comunicación.

Así las cosas, todo indica que al fin dejaremos atrás los debates huecos y acartonados por otros mucho más flexibles, capaces de generar información precisa a favor de un voto ciudadano más informado y razonado.

Ojala que así sea.