/ sábado 16 de febrero de 2019

Defender las convicciones con el ejemplo merece respeto

En un país lleno de odios y opiniones polarizadas, es necesario hacer un análisis y ver quién verdaderamente respalda su dicho y quién solamente profiere frases ofensivas sin sustento alguno. Si una persona promueve sus valores con congruencia, debe ser objeto de un reconocimiento, más allá de las preferencias que cada quien tenga.

Lamentablemente tenemos una historia de división, en donde los intereses de grupo o personales han dibujado los episodios nacionales en la mayoría de las ocasiones. Obviamente cada quien puede externar una opinión, lo malo es que crea que es la única válida o, peor aún, sea solamente una expresión sin fundamento ni coherencia.

Pienso ahora en quienes, equivocadamente, señalan que México se puede convertir en Venezuela, así como quienes equiparan, igualmente de forma errónea, a la izquierda con el socialismo, solo porque vieron eso en alguna publicidad partidista.

Quiero mencionar algo que me sucedió esta semana, acudí a un curso en materia educativa, impartido por un doctor de origen cubano, quien manifestó diversos puntos en cuanto a la importancia de la lectura. Lo importante del encuentro fue que él me empezó a mencionar los parámetros por los que cree en el socialismo como sistema político, aludiendo a la injusticia que significa la plusvalía, según esa doctrina y otros lineamientos más que son sumamente discutibles. Personalmente yo creo que un capitalismo, con una adecuada política económica por parte del estado, es el sistema que puede funcionar mejor en nuestro país, sin embargo, la opinión del académico mencionado cobró una dimensión diferente cuando me relató una experiencia que tuvo hace años.

El doctor me comentó que había terminado sus estudios y que creía y cree en el régimen institucionalizado por Fidel Castro, después de lo cual se alistó en el ejército cubano para ir a combatir a Angola. Recordemos que esa nación africana vivió un proceso violento, en el cual se libró una de tantas batallas de la Guerra Fría, por un lado, los soviéticos apoyando el movimiento; y por otro, los estadounidenses y sudafricanos oponiéndose a ello. No voy a hacer un juicio histórico, ni caer en maniqueísmos y tratar equivocadamente de señalar un bando bueno o malo, lo cierto es que los cubanos pusieron, en la ex colonia portuguesa, su contribución militar a ese periodo de tensión entre occidente y oriente.

Ante tal relato, felicité al académico, no por ser partidario de la hoz y el martillo, sino porque defendió sus convicciones, aun a costa de arriesgar su vida. De igual manera, podemos encontrar soldados que fueron a defender a los Estados Unidos en Vietnam, muchos de los cuales vieron su existencia segada en esa jungla del sureste asiático.

Estos ejemplos contrastan con quien solo ofende y opina en la red, quien profiere una afirmación en el anonimato y la cobardía. Por todo lo anterior considero que hay que tener respeto por quienes ofrendan sus esfuerzos y hasta su existencia por una causa que consideran justa, claro, sin afectar derechos fundamentales. Hay que defender nuestras convicciones con el ejemplo y asumir que las diferentes doctrinas y formas de pensar, respecto a los asuntos públicos, conforman un crisol en el que todos debemos coexistir en paz.

La tolerancia y la diversidad deben ser valores sobre los cuales debe guiarse toda sociedad que aspire a un progreso, en donde cada quien pueda asumir una postura sin temor a ser censurado. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

En un país lleno de odios y opiniones polarizadas, es necesario hacer un análisis y ver quién verdaderamente respalda su dicho y quién solamente profiere frases ofensivas sin sustento alguno. Si una persona promueve sus valores con congruencia, debe ser objeto de un reconocimiento, más allá de las preferencias que cada quien tenga.

Lamentablemente tenemos una historia de división, en donde los intereses de grupo o personales han dibujado los episodios nacionales en la mayoría de las ocasiones. Obviamente cada quien puede externar una opinión, lo malo es que crea que es la única válida o, peor aún, sea solamente una expresión sin fundamento ni coherencia.

Pienso ahora en quienes, equivocadamente, señalan que México se puede convertir en Venezuela, así como quienes equiparan, igualmente de forma errónea, a la izquierda con el socialismo, solo porque vieron eso en alguna publicidad partidista.

Quiero mencionar algo que me sucedió esta semana, acudí a un curso en materia educativa, impartido por un doctor de origen cubano, quien manifestó diversos puntos en cuanto a la importancia de la lectura. Lo importante del encuentro fue que él me empezó a mencionar los parámetros por los que cree en el socialismo como sistema político, aludiendo a la injusticia que significa la plusvalía, según esa doctrina y otros lineamientos más que son sumamente discutibles. Personalmente yo creo que un capitalismo, con una adecuada política económica por parte del estado, es el sistema que puede funcionar mejor en nuestro país, sin embargo, la opinión del académico mencionado cobró una dimensión diferente cuando me relató una experiencia que tuvo hace años.

El doctor me comentó que había terminado sus estudios y que creía y cree en el régimen institucionalizado por Fidel Castro, después de lo cual se alistó en el ejército cubano para ir a combatir a Angola. Recordemos que esa nación africana vivió un proceso violento, en el cual se libró una de tantas batallas de la Guerra Fría, por un lado, los soviéticos apoyando el movimiento; y por otro, los estadounidenses y sudafricanos oponiéndose a ello. No voy a hacer un juicio histórico, ni caer en maniqueísmos y tratar equivocadamente de señalar un bando bueno o malo, lo cierto es que los cubanos pusieron, en la ex colonia portuguesa, su contribución militar a ese periodo de tensión entre occidente y oriente.

Ante tal relato, felicité al académico, no por ser partidario de la hoz y el martillo, sino porque defendió sus convicciones, aun a costa de arriesgar su vida. De igual manera, podemos encontrar soldados que fueron a defender a los Estados Unidos en Vietnam, muchos de los cuales vieron su existencia segada en esa jungla del sureste asiático.

Estos ejemplos contrastan con quien solo ofende y opina en la red, quien profiere una afirmación en el anonimato y la cobardía. Por todo lo anterior considero que hay que tener respeto por quienes ofrendan sus esfuerzos y hasta su existencia por una causa que consideran justa, claro, sin afectar derechos fundamentales. Hay que defender nuestras convicciones con el ejemplo y asumir que las diferentes doctrinas y formas de pensar, respecto a los asuntos públicos, conforman un crisol en el que todos debemos coexistir en paz.

La tolerancia y la diversidad deben ser valores sobre los cuales debe guiarse toda sociedad que aspire a un progreso, en donde cada quien pueda asumir una postura sin temor a ser censurado. Hasta la próxima semana.


Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.