/ miércoles 23 de mayo de 2018

Del “El que se ríe, se lleva…”, al “No voy a dejar pasar ni una”; así la guerra por la gubernatura

Del ya comentado “el que se ríe, se lleva; y el que se lleva, se aguanta”, al “no voy a dejar pasar ni una sola”, la contienda por la gubernatura se ha convertido en una lucha de dos gigantes políticos que se han mostrado dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para hacerse del máximo cargo de elección popular en el estado.

Antes de arrancar la contienda formal, que dio inicio el 29 de abril, ya era explícito el enfado de los morenovallistas con Luis Miguel Barbosa Huerta por desafiar su continuidad a partir de una candidatura soportada en el más peligroso de sus rivales: el partido Movimiento Regeneración Nacional.

Después de una fructífera alianza que les había rendido valiosos frutos en el pasado, de manera sobresaliente en el proceso electoral local de 2010, esos morenovallistas no acababan de digerir que Barbosa Huerta se hubiese pasado al bando contrario para disputarles, de a de veras, la posesión sexenal de Casa Puebla.

Una vez asumida la nueva posición del senador con licencia, confirmado que abanderaría una causa política –de la mano de Andrés Manuel López Obrador—para tratar de arribar al Poder Ejecutivo, el grupo en el poder se preparó para encarar la batalla sin contemplaciones.

En ese contexto se pronunció aquella expresión, proveniente de un influyente operador morenovallista, que anticipaba la intensidad de la competencia que se habría de librar y que hacía referencia al nivel de encono que ya existía con el candidato ex perredista: “El que se ríe, se lleva; y el que se lleva, se aguanta”.

En 24 días de campaña ha quedado claro el valor de esa frase.

La coalición Por Puebla al Frente, que lleva a Martha Érika Alonso Hidalgo como candidata a gobernadora, no ha descansado un solo día en la guerra que mantiene contra el abanderado de la alianza Juntos Haremos Historia, Luis Miguel Barbosa.

Mientras la candidata hace una campaña de propuestas, todo un equipo alterno, comandado por el partido blanquiazul, es el encargado de liarse a golpes (políticos) con el senador.

Así han surgido escándalos encaminados a demoler la credibilidad de Barbosa en asuntos de aparente falta de transparencia y corrupción, en los que, además, ha participado el candidato del PRI, Enrique Doger Guerrero, atizándole el fuego.

Casi al mismo tiempo que los morenovallistas lanzaban aquel grito de lucha contra su oponente, Barbosa, este respondía, en otras mesas, con una arenga similar: “no voy a dejar pasar ni una sola”.

Así ha sido.

El candidato del partido de López Obrador ha respondido con igual o mayor virulencia que sus oponentes ante los señalamientos que se han vertido en su contra desde el inicio de la campaña.

Unas veces atinado y otras no, en todas las ocasiones ha señalado como responsable de las críticas al ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Eso es lo que significa para él “no dejar pasar ni una sola”.

El punto es que el aspirante de Morena no ha sido un actor pasivo y eso ha llevado la competencia electoral a un nivel de confrontación inesperado.

Unas horas después de que los consejeros del Instituto Electoral del Estado protegieran a Alonso de los comentarios de Barbosa relacionados con Moreno Valle, por considerarlos violencia política de género, Nancy de la Sierra apareció en escena.

Frente al impedimento establecido en contra del nacido en Zinacatepec, tocó el turno de ponerse los guantes a la candidata a senadora, que lo hizo a través de las redes sociales, en contra de la ex secretaria general del PAN.

De esa manera la confrontación quedó entre mujeres y no hubo lugar para ninguna tregua.

¡Uf!

La contienda por la gubernatura se encuentra en un momento crítico, colmado de descalificaciones.

Y eso que aún no llega ni a la mitad de los dos meses que tendrá de duración.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Del ya comentado “el que se ríe, se lleva; y el que se lleva, se aguanta”, al “no voy a dejar pasar ni una sola”, la contienda por la gubernatura se ha convertido en una lucha de dos gigantes políticos que se han mostrado dispuestos a llegar hasta las últimas consecuencias para hacerse del máximo cargo de elección popular en el estado.

Antes de arrancar la contienda formal, que dio inicio el 29 de abril, ya era explícito el enfado de los morenovallistas con Luis Miguel Barbosa Huerta por desafiar su continuidad a partir de una candidatura soportada en el más peligroso de sus rivales: el partido Movimiento Regeneración Nacional.

Después de una fructífera alianza que les había rendido valiosos frutos en el pasado, de manera sobresaliente en el proceso electoral local de 2010, esos morenovallistas no acababan de digerir que Barbosa Huerta se hubiese pasado al bando contrario para disputarles, de a de veras, la posesión sexenal de Casa Puebla.

Una vez asumida la nueva posición del senador con licencia, confirmado que abanderaría una causa política –de la mano de Andrés Manuel López Obrador—para tratar de arribar al Poder Ejecutivo, el grupo en el poder se preparó para encarar la batalla sin contemplaciones.

En ese contexto se pronunció aquella expresión, proveniente de un influyente operador morenovallista, que anticipaba la intensidad de la competencia que se habría de librar y que hacía referencia al nivel de encono que ya existía con el candidato ex perredista: “El que se ríe, se lleva; y el que se lleva, se aguanta”.

En 24 días de campaña ha quedado claro el valor de esa frase.

La coalición Por Puebla al Frente, que lleva a Martha Érika Alonso Hidalgo como candidata a gobernadora, no ha descansado un solo día en la guerra que mantiene contra el abanderado de la alianza Juntos Haremos Historia, Luis Miguel Barbosa.

Mientras la candidata hace una campaña de propuestas, todo un equipo alterno, comandado por el partido blanquiazul, es el encargado de liarse a golpes (políticos) con el senador.

Así han surgido escándalos encaminados a demoler la credibilidad de Barbosa en asuntos de aparente falta de transparencia y corrupción, en los que, además, ha participado el candidato del PRI, Enrique Doger Guerrero, atizándole el fuego.

Casi al mismo tiempo que los morenovallistas lanzaban aquel grito de lucha contra su oponente, Barbosa, este respondía, en otras mesas, con una arenga similar: “no voy a dejar pasar ni una sola”.

Así ha sido.

El candidato del partido de López Obrador ha respondido con igual o mayor virulencia que sus oponentes ante los señalamientos que se han vertido en su contra desde el inicio de la campaña.

Unas veces atinado y otras no, en todas las ocasiones ha señalado como responsable de las críticas al ex gobernador Rafael Moreno Valle.

Eso es lo que significa para él “no dejar pasar ni una sola”.

El punto es que el aspirante de Morena no ha sido un actor pasivo y eso ha llevado la competencia electoral a un nivel de confrontación inesperado.

Unas horas después de que los consejeros del Instituto Electoral del Estado protegieran a Alonso de los comentarios de Barbosa relacionados con Moreno Valle, por considerarlos violencia política de género, Nancy de la Sierra apareció en escena.

Frente al impedimento establecido en contra del nacido en Zinacatepec, tocó el turno de ponerse los guantes a la candidata a senadora, que lo hizo a través de las redes sociales, en contra de la ex secretaria general del PAN.

De esa manera la confrontación quedó entre mujeres y no hubo lugar para ninguna tregua.

¡Uf!

La contienda por la gubernatura se encuentra en un momento crítico, colmado de descalificaciones.

Y eso que aún no llega ni a la mitad de los dos meses que tendrá de duración.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx