/ jueves 30 de septiembre de 2021

Diógenes el Cínico | Si no hiciera esto… AMLO sería infeliz

Ay, viene Andrés Manuel. La primera en anunciarlo fue la diputada Tonantzin Fernández lo que quiere decir que es mujer bien informada. Luego, lo confirmaría el gobernador Barbosa.

Y claro que da gusto que venga, visitará Huauchinango y Puebla capital el fin de semana para evaluar los apoyos que ordenó entregar a los damnificados del huracán Grace.

Que un Presidente pise tierras poblanas siempre será gratificante por las implicaciones que tiene. Es termómetro de cercanía y querencia por esta tierra y los poblanos. Se traduce en interés y preocupación por lo que aquí pasa o deja de pasar.

Más menos López Obrador destinó 700 millones de pesos para atenuar el dolor y las heridas que ocasionó Grace a su paso por la sierra norte. El fenómeno meteorológico destrozó casas y cosechas con furia inusitada.

De ese episodio ya pasó más de un mes, verificar que su instrucción se hubiese cumplido al pie de la letra demuestra que las políticas públicas del Presidente, con él por delante, son cercanas a las personas y no al revés.

Las giras de López Obrador al interior del país son anécdotas tenues o luminosas, dependiendo de las filias o fobias, de las barras de analistas de los grandes medios nacionales.

Algunos sentencian como jueces que sólo le quitan tiempo. Que si se quedara en Palacio Nacional administraría con mejor eficiencia la nación. No lo creo. Que un Presidente sea cercano a su pueblo le fortalece y le nutre, le colma de simpatías, quizá se encuentre ahí en mayor medida la respuesta a la alta calificación que tiene.

López Obrador posee niveles de aceptación increíbles. Ninguno de los que le antecedieron en el cargo en los últimos 30 años se le acerca un ápice en ese renglón. La gente compró su narrativa populista y le ve bastante bien a excepción de cierta franja de la clase media. Creen en lo que dice y promete.

Un Presidente encerrado, que poco sale a visitar a sus gobernados, que desde la comodidad de su escritorio dicta órdenes, frías y burocráticas, y que su pueblo rara vez comprueba su calidez y condición humana, no será bien visto.

López Obrador comprobará a ras de tierra si los 700 millones que envió a Puebla para los damnificados de Grace en efecto llegaron o se atoraron en el embudo de la burocracia y los políticos abusivos.

En suma, AMLO es un Presidente que inspecciona, verifica y comprueba el cumplimiento de sus órdenes, y que lejos está de creer todo lo que le dicen. Yo le veo feliz, disfrutando su mandato, algo que no habría podido lograr distanciado de su pueblo.


Ay, viene Andrés Manuel. La primera en anunciarlo fue la diputada Tonantzin Fernández lo que quiere decir que es mujer bien informada. Luego, lo confirmaría el gobernador Barbosa.

Y claro que da gusto que venga, visitará Huauchinango y Puebla capital el fin de semana para evaluar los apoyos que ordenó entregar a los damnificados del huracán Grace.

Que un Presidente pise tierras poblanas siempre será gratificante por las implicaciones que tiene. Es termómetro de cercanía y querencia por esta tierra y los poblanos. Se traduce en interés y preocupación por lo que aquí pasa o deja de pasar.

Más menos López Obrador destinó 700 millones de pesos para atenuar el dolor y las heridas que ocasionó Grace a su paso por la sierra norte. El fenómeno meteorológico destrozó casas y cosechas con furia inusitada.

De ese episodio ya pasó más de un mes, verificar que su instrucción se hubiese cumplido al pie de la letra demuestra que las políticas públicas del Presidente, con él por delante, son cercanas a las personas y no al revés.

Las giras de López Obrador al interior del país son anécdotas tenues o luminosas, dependiendo de las filias o fobias, de las barras de analistas de los grandes medios nacionales.

Algunos sentencian como jueces que sólo le quitan tiempo. Que si se quedara en Palacio Nacional administraría con mejor eficiencia la nación. No lo creo. Que un Presidente sea cercano a su pueblo le fortalece y le nutre, le colma de simpatías, quizá se encuentre ahí en mayor medida la respuesta a la alta calificación que tiene.

López Obrador posee niveles de aceptación increíbles. Ninguno de los que le antecedieron en el cargo en los últimos 30 años se le acerca un ápice en ese renglón. La gente compró su narrativa populista y le ve bastante bien a excepción de cierta franja de la clase media. Creen en lo que dice y promete.

Un Presidente encerrado, que poco sale a visitar a sus gobernados, que desde la comodidad de su escritorio dicta órdenes, frías y burocráticas, y que su pueblo rara vez comprueba su calidez y condición humana, no será bien visto.

López Obrador comprobará a ras de tierra si los 700 millones que envió a Puebla para los damnificados de Grace en efecto llegaron o se atoraron en el embudo de la burocracia y los políticos abusivos.

En suma, AMLO es un Presidente que inspecciona, verifica y comprueba el cumplimiento de sus órdenes, y que lejos está de creer todo lo que le dicen. Yo le veo feliz, disfrutando su mandato, algo que no habría podido lograr distanciado de su pueblo.