/ miércoles 26 de mayo de 2021

Disonancias económicas e ideológicas de Banxico y gobierno de López Obrador

Luego de 40 años de orgánico, vigente neoliberalismo en México, no debiera despertar ninguna novedad que el actual gobernador del Banco de México (Banxico), Alejandro Díaz de León, nombrado por un presidente neoliberal, Enrique Peña Nieto, sea acusado de beneficiar y servir con sus políticas monetarias y altas tasas de interés al sector financiero, en vez de contribuir al desarrollo económico y creación de empleo.

Esta es una de las razones por las cuales, el presidente Andrés Manuel López Obrador, anunció con tanta anticipación -de nueve meses- que Díaz de León no será reelecto otros cuatro años, y en su lugar propondrá a “un economista con dimensión social, muy partidario de la economía moral”.

El malestar del presidente se deriva de que hasta en plena crisis sanitaria y económica no ha existido compatibilidad, consonancia en el manejo de la política fiscal que le corresponde al gobierno, y la monetaria, que compete al Banco Central, entidad autónoma que siempre ha colaborado de manos con el gobierno en decisiones trascendentales para el mejoramiento de la economía nacional.

Un ejemplo de disonancia con las políticas económicas del gobierno federal es que, cuando consultaron al consejo de gobernadores del Banco de México si estaba de acuerdo en la elevación del salario mínimo, su negativa fue rotunda, cayó como agua hirviente a los empeños del presidente por mejorar las condiciones salariales de los trabajadores mexicanos que habían estado congeladas, contenidas durante 40 años de neoliberalismo.

López Obrador finalmente consiguió el incremento salarial con el apoyo de los empresarios. Para los clásicos neoliberales del Banco de México si elevas los salarios, elevas la inflación. El Banxico tiene como objetivo controlar la inflación, y una de sus medidas clásicas es sacrificar las percepciones salariales de los trabajadores para lograrlo.

Otra incompatibilidad de estrategias fiscal y monetaria que causó airada protesto del Ejecutivo federal en pleno debate nacional, cuando López Obrador se negaba sistemáticamente a adquirir deuda pública para rescatar fiscal y crediticiamente a millones de empresas quebradas por la crisis sanitaria y económica, el director de Banxico hizo todo lo contrario, sacó de las reservas internacionales de México 700 mil millones de pesos para darle liquidez al sistema financiero y facilitar créditos a la pequeña, mediana y gran industria.

Molesto, el tabasqueño le reprochó por qué tomaban recursos de las reservas internacionales que son de los mexicanos, y si ya no regresan deberán ser pagadas por los mexicanos. “Vamos a estar muy atentos y vigilantes que esos recursos” se utilicen en favor de la micro, pequeña, mediana, no de la gran industria y los banqueros, sentenció el presidente.

López Obrador sostiene que en tiempos de bonanza los grandes capitales financieros se benefician y acumulan ganancias, no es justo que cada 8 o 10 años, en tiempos de crisis económicas, exijan que el gobierno se endeude para rescatarlos. La deuda la tienen que pagar los mexicanos. El pago de deuda significa sacrificio del bienestar de los más necesitados.Esa es la diferencia ideológica y económica fundamental entre el presidente y el director del Banco de México.

Un tercer tema de confrontación ya había impulsado al presidente a lanzar dura crítica contra el dirigente del banco central en una de las mañaneras de la semana pasada: los remanentes que su gobierno esperaba recibir del Banco de México en abril de este año, como establece la ley, nunca llegaron. Tampoco ha mediado ninguna explicación directa ni información pública sobre el manejo de estos recursos.

Los remanentes son las ganancias que Banxico obtiene por operaciones en el mercado de cambios cuando el peso se deprecia, como sucedió el año pasado, en que tuvo que salir al mercado a vender miles de millones de dólares para detener la depreciación del peso. El Banco Central le entregó al gobierno de Enrique Peña Nieto 239 mil 93 millones de pesos por concepto de remanente de operación.

Por los remanentes que esperaba para ayudar a la compra de vacunas, y no llegaron, López Obrador salió a decirle a Alejandro Díaz que la “autonomía del Banco de México no debe confundirse con la opacidad de una casta divina”, y le pidió transparencia en los recursos que maneja, que le informe al pueblo de México. ESCUCHANOS DIARIAMENTE DE 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.

Luego de 40 años de orgánico, vigente neoliberalismo en México, no debiera despertar ninguna novedad que el actual gobernador del Banco de México (Banxico), Alejandro Díaz de León, nombrado por un presidente neoliberal, Enrique Peña Nieto, sea acusado de beneficiar y servir con sus políticas monetarias y altas tasas de interés al sector financiero, en vez de contribuir al desarrollo económico y creación de empleo.

Esta es una de las razones por las cuales, el presidente Andrés Manuel López Obrador, anunció con tanta anticipación -de nueve meses- que Díaz de León no será reelecto otros cuatro años, y en su lugar propondrá a “un economista con dimensión social, muy partidario de la economía moral”.

El malestar del presidente se deriva de que hasta en plena crisis sanitaria y económica no ha existido compatibilidad, consonancia en el manejo de la política fiscal que le corresponde al gobierno, y la monetaria, que compete al Banco Central, entidad autónoma que siempre ha colaborado de manos con el gobierno en decisiones trascendentales para el mejoramiento de la economía nacional.

Un ejemplo de disonancia con las políticas económicas del gobierno federal es que, cuando consultaron al consejo de gobernadores del Banco de México si estaba de acuerdo en la elevación del salario mínimo, su negativa fue rotunda, cayó como agua hirviente a los empeños del presidente por mejorar las condiciones salariales de los trabajadores mexicanos que habían estado congeladas, contenidas durante 40 años de neoliberalismo.

López Obrador finalmente consiguió el incremento salarial con el apoyo de los empresarios. Para los clásicos neoliberales del Banco de México si elevas los salarios, elevas la inflación. El Banxico tiene como objetivo controlar la inflación, y una de sus medidas clásicas es sacrificar las percepciones salariales de los trabajadores para lograrlo.

Otra incompatibilidad de estrategias fiscal y monetaria que causó airada protesto del Ejecutivo federal en pleno debate nacional, cuando López Obrador se negaba sistemáticamente a adquirir deuda pública para rescatar fiscal y crediticiamente a millones de empresas quebradas por la crisis sanitaria y económica, el director de Banxico hizo todo lo contrario, sacó de las reservas internacionales de México 700 mil millones de pesos para darle liquidez al sistema financiero y facilitar créditos a la pequeña, mediana y gran industria.

Molesto, el tabasqueño le reprochó por qué tomaban recursos de las reservas internacionales que son de los mexicanos, y si ya no regresan deberán ser pagadas por los mexicanos. “Vamos a estar muy atentos y vigilantes que esos recursos” se utilicen en favor de la micro, pequeña, mediana, no de la gran industria y los banqueros, sentenció el presidente.

López Obrador sostiene que en tiempos de bonanza los grandes capitales financieros se benefician y acumulan ganancias, no es justo que cada 8 o 10 años, en tiempos de crisis económicas, exijan que el gobierno se endeude para rescatarlos. La deuda la tienen que pagar los mexicanos. El pago de deuda significa sacrificio del bienestar de los más necesitados.Esa es la diferencia ideológica y económica fundamental entre el presidente y el director del Banco de México.

Un tercer tema de confrontación ya había impulsado al presidente a lanzar dura crítica contra el dirigente del banco central en una de las mañaneras de la semana pasada: los remanentes que su gobierno esperaba recibir del Banco de México en abril de este año, como establece la ley, nunca llegaron. Tampoco ha mediado ninguna explicación directa ni información pública sobre el manejo de estos recursos.

Los remanentes son las ganancias que Banxico obtiene por operaciones en el mercado de cambios cuando el peso se deprecia, como sucedió el año pasado, en que tuvo que salir al mercado a vender miles de millones de dólares para detener la depreciación del peso. El Banco Central le entregó al gobierno de Enrique Peña Nieto 239 mil 93 millones de pesos por concepto de remanente de operación.

Por los remanentes que esperaba para ayudar a la compra de vacunas, y no llegaron, López Obrador salió a decirle a Alejandro Díaz que la “autonomía del Banco de México no debe confundirse con la opacidad de una casta divina”, y le pidió transparencia en los recursos que maneja, que le informe al pueblo de México. ESCUCHANOS DIARIAMENTE DE 13 a 14 horas en ABC Radio 1280 de AM.