/ miércoles 11 de abril de 2018

Doger, cuesta arriba en la elección (y mucho)

Si hay tricolores en exceso optimistas que todavía le prenden veladoras a José Antonio Meade, su candidato presidencial, con la esperanza de que la maquinaria gubernamental logre rescatarlo del sótano y lo lleve directo a Los Pinos en una hazaña sin precedente, también los hay quienes miran a Enrique Doger Guerrero conduciéndolos de regreso a Casa Puebla.

El priismo del estado sabe que está en uno de sus peores momentos en términos de preferencia electoral y se reconoce en tercer lugar de las encuestas, pero ni eso es obstáculo para impedir que pueda pensar en una victoria, que genere las más altas expectativas, muy a pesar de Martha Érika Alonso Hidalgo, la candidata del grupo en el poder, y de Luis Miguel Barbosa Huerta, el beneficiario de la popularidad de Morena y Andrés Manuel López Obrador.

La confianza de ese sector del PRI que espera un resultado electoral exitoso parte de una sola hipótesis:

“Al menos siete de cada 10 eventuales electores”, afirman sus integrantes, “rechazan la reelección de Rafael Moreno Valle a través de su esposa Martha Érika, ya sea porque reprobaron su gobierno o porque no están de acuerdo en que repita en el poder por un nuevo periodo de seis años”.

Según la teoría tricolor, esta inconformidad generalizada contra Moreno Valle es la que evitará que el PAN y sus partidos aliados vuelvan a hacerse del triunfo en la entidad e impulsará a los candidatos del PRI, pero principalmente a Enrique Doger, a conseguir el primer lugar en las votaciones del 1 de julio.

Aunque el porcentaje de rechazo a la candidata de la coalición “Por Puebla al Frente” fuese cierto, por sí solo no servirá para definir el resultado electoral en favor del PRI.

Ese mismo argumento fue empleado por los priistas para pronosticar su victoria en los comicios locales de 2013 y 2016.

“Los poblanos ya no quieren a Moreno Valle”, decían, antes de pronunciar una larga lista de argumentos de reprobación en contra del gobierno estatal y el ex mandatario.

La tesis falló, entre otros factores, porque ni Enrique Agüera Ibáñez, candidato a presidente municipal de Puebla en la primera elección, ni Blanca Alcalá Ruiz, abanderada a gobernadora en la segunda, fueron capaces de capitalizar esa supuesta inconformidad en beneficio propio.

Tanto Agüera como Alcalá protagonizaron campañas carentes de pasión que nunca despertaron a esos inconformes.

Incluso antes de llegar a fin de campaña los dos priistas, que tuvieron como rival al hoy gobernador José Antonio Gali Fayad, ya andaban con rostro desencajado, como queriendo terminar la contienda para bajar la cortina e irse a casa.

Por eso es que el PRI no puede ni debe depositar todas las previsiones optimistas en la negativa de los electores a la reelección del inquilino de Las Fuentes.

Para usar ese hipotético rechazo ciudadano en beneficio de su causa, Doger Guerrero tiene que convencer a los votantes de que él, y solo él representa la opción de cambio que los poblanos desean.

Es cierto que el ex rector de la BUAP y ex presidente municipal de Puebla tiene mucho más recursos personales que Agüera y Alcalá para excitar el ánimo del respetable, que su oratoria y el manejo del lenguaje resultan más convincentes que las de aquellos dos, pero aun con eso, le ha tocado combatir en un contexto diferente y, para su desgracia, más complicado.

El candidato a gobernador del PRI tendrá apenas dos meses de campaña para ir en busca de esos electores molestos con Moreno Valle y que ven en la candidatura de Martha Érika Alonso una eventual extensión de su mandato.

El tiempo es muy corto, quizá insuficiente para remontar desde el tercer lugar en las preferencias y conseguir la hazaña.

Si eso se considera un obstáculo difícil, hay que subrayar uno adicional: el efecto López Obrador.

Por razones que poco o nada tienen que ver con Barbosa, Morena estará varios kilómetros antes que el PRI en la alternativa de cambio para los potenciales electores.

Si en verdad existen esas presuntas encuestas que arrojan un 70 por ciento de rechazo a la continuidad del PAN, será más fácil que los ciudadanos de ese porcentaje volteen en primera instancia a los candidatos cobijados por el político tabasqueño y no a los abanderados del PRI.

Ese es un factor de trascendencia que juega en contra de Enrique Doger.

Además, por supuesto, de las ya comentadas traiciones locales que, con el aparente visto bueno de Miguel Ángel Osorio Chong, ejecutaron el Partido Verde y Nueva Alianza.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx

Si hay tricolores en exceso optimistas que todavía le prenden veladoras a José Antonio Meade, su candidato presidencial, con la esperanza de que la maquinaria gubernamental logre rescatarlo del sótano y lo lleve directo a Los Pinos en una hazaña sin precedente, también los hay quienes miran a Enrique Doger Guerrero conduciéndolos de regreso a Casa Puebla.

El priismo del estado sabe que está en uno de sus peores momentos en términos de preferencia electoral y se reconoce en tercer lugar de las encuestas, pero ni eso es obstáculo para impedir que pueda pensar en una victoria, que genere las más altas expectativas, muy a pesar de Martha Érika Alonso Hidalgo, la candidata del grupo en el poder, y de Luis Miguel Barbosa Huerta, el beneficiario de la popularidad de Morena y Andrés Manuel López Obrador.

La confianza de ese sector del PRI que espera un resultado electoral exitoso parte de una sola hipótesis:

“Al menos siete de cada 10 eventuales electores”, afirman sus integrantes, “rechazan la reelección de Rafael Moreno Valle a través de su esposa Martha Érika, ya sea porque reprobaron su gobierno o porque no están de acuerdo en que repita en el poder por un nuevo periodo de seis años”.

Según la teoría tricolor, esta inconformidad generalizada contra Moreno Valle es la que evitará que el PAN y sus partidos aliados vuelvan a hacerse del triunfo en la entidad e impulsará a los candidatos del PRI, pero principalmente a Enrique Doger, a conseguir el primer lugar en las votaciones del 1 de julio.

Aunque el porcentaje de rechazo a la candidata de la coalición “Por Puebla al Frente” fuese cierto, por sí solo no servirá para definir el resultado electoral en favor del PRI.

Ese mismo argumento fue empleado por los priistas para pronosticar su victoria en los comicios locales de 2013 y 2016.

“Los poblanos ya no quieren a Moreno Valle”, decían, antes de pronunciar una larga lista de argumentos de reprobación en contra del gobierno estatal y el ex mandatario.

La tesis falló, entre otros factores, porque ni Enrique Agüera Ibáñez, candidato a presidente municipal de Puebla en la primera elección, ni Blanca Alcalá Ruiz, abanderada a gobernadora en la segunda, fueron capaces de capitalizar esa supuesta inconformidad en beneficio propio.

Tanto Agüera como Alcalá protagonizaron campañas carentes de pasión que nunca despertaron a esos inconformes.

Incluso antes de llegar a fin de campaña los dos priistas, que tuvieron como rival al hoy gobernador José Antonio Gali Fayad, ya andaban con rostro desencajado, como queriendo terminar la contienda para bajar la cortina e irse a casa.

Por eso es que el PRI no puede ni debe depositar todas las previsiones optimistas en la negativa de los electores a la reelección del inquilino de Las Fuentes.

Para usar ese hipotético rechazo ciudadano en beneficio de su causa, Doger Guerrero tiene que convencer a los votantes de que él, y solo él representa la opción de cambio que los poblanos desean.

Es cierto que el ex rector de la BUAP y ex presidente municipal de Puebla tiene mucho más recursos personales que Agüera y Alcalá para excitar el ánimo del respetable, que su oratoria y el manejo del lenguaje resultan más convincentes que las de aquellos dos, pero aun con eso, le ha tocado combatir en un contexto diferente y, para su desgracia, más complicado.

El candidato a gobernador del PRI tendrá apenas dos meses de campaña para ir en busca de esos electores molestos con Moreno Valle y que ven en la candidatura de Martha Érika Alonso una eventual extensión de su mandato.

El tiempo es muy corto, quizá insuficiente para remontar desde el tercer lugar en las preferencias y conseguir la hazaña.

Si eso se considera un obstáculo difícil, hay que subrayar uno adicional: el efecto López Obrador.

Por razones que poco o nada tienen que ver con Barbosa, Morena estará varios kilómetros antes que el PRI en la alternativa de cambio para los potenciales electores.

Si en verdad existen esas presuntas encuestas que arrojan un 70 por ciento de rechazo a la continuidad del PAN, será más fácil que los ciudadanos de ese porcentaje volteen en primera instancia a los candidatos cobijados por el político tabasqueño y no a los abanderados del PRI.

Ese es un factor de trascendencia que juega en contra de Enrique Doger.

Además, por supuesto, de las ya comentadas traiciones locales que, con el aparente visto bueno de Miguel Ángel Osorio Chong, ejecutaron el Partido Verde y Nueva Alianza.


Twitter: @jorgerdzc

Correo: jrodriguez@elsoldepuebla.com.mx