/ sábado 26 de diciembre de 2020

El alcohol: entre el vicio y lo sagrado

En nuestro país, como en muchos otros, pueden faltar medicamentos, servicios básicos o electricidad, pero hay algo que resulta más que indispensable, especialmente en estas fechas: un buen trago, así que es pertinente hablar del tema, especialmente en el marco de la ley seca decretada en Puebla.

La responsabilidad no es la virtud principal de los mexicanos ni de los habitantes de este bello estado, quizá de ninguna nación en la actualidad, así que cualquier medida que vaya en función de preservar la salud debe tomarse como positiva. En alusión a esto, no sé si prohibir la venta de bebidas alcohólicas incida significativamente en la disminución de la pandemia, lo que sí es evidente es la gran reacción que tuvieron los ciudadanos ante esta disposición.

Hablar del vino y el licor es algo tan antiguo como el hombre mismo, quizá este líquido sea el más misterioso y fascinante que se hay descubierto, así que hay que analizarlo desde una perspectiva filosófica e histórica.

La embriaguez puede verse desde distintas perspectivas, en nuestro país tenemos que remitir a la adicción que tienen muchos y que resulta sumamente perjudicial, sabemos que el alcoholismo puede acabar vidas exitosas y es factor en la comisión de distintos delitos, es decir, auténticamente una persona puede llegar a la autodestrucción por no saber moderar la bebida, pero qué sucede cuando alguien logra controlar su ingesta y hace de unos buenos tragos todo un placer, inclusive parte de la sofisticación al comer.

Tenemos que partir de la inteligencia y cultura de un sujeto para saber disfrutar de los diferentes placeres, entre ellos el licor, esto sin que exista la posibilidad de que un hombre educado pueda portarse como un dipsómano que vive en la indigencia.

En este sentido hay diferentes autores que explican qué es lo que sucede con el alcohol, es más, buena parte de los intelectuales han sido muy afectos a la bebida, inclusive les resulta estimulante para sus creaciones. Dudo si Darío o Hemingway hubieran sido buenos escritores de haber sido abstemios, tal vez no, esto no quiere decir que la embriaguez afina el intelecto, todo depende del sujeto en cuestión, porque hay quien se convierte en una bestia que quiere sacar sus complejos y frustraciones; y hay quien puede emanar las mejores pinceladas de arte.

En cuanto a lo religioso o sagrado, podemos tomar la obra “la filosofía del vino” de Béla Hamvas, en donde se habla del carácter divino de ese líquido, en el sentido de considerarlo el único vehículo a lo sagrado que tienen los ateos.

Sin teorizar tanto, pienso en esta situación: un día de calor, 3 de la tarde, después de haber trabajado toda la mañana y con hambre. En ese contexto, algo que resulta maravilloso es un par de escoceses con agua mineral, como aperitivo, para luego comer un corte grueso, acompañado de vino tinto y cerrar con anís como digestivo, eso es auténticamente estar en el cielo, metafóricamente hablando. Es más, una simple cerveza en el estadio, en un domingo de futbol da una satisfacción enorme, quizá incomparable.

Sea para el hombre culto o vulgar, la sensación de beber causa un placer muy significativo, al alcance de todos, por ello resulta tan popular. Es cierto que no todos tienen la capacidad de apreciar el valor y el trasfondo que tiene el alcohol, antropológicamente hablando, pero no por eso le restan importancia al hecho de deleitarse con un buen trago, por eso la inconformidad ante la limitación reciente, además de las grandes aglomeraciones que se suscitaron antes de cerrar la venta de destilados, cervezas y vinos.

Disfrutemos estos días de calma, tomando unas copas con moderación y en casa, y así quizá encontrar algo de paz y seguridad que tanto ha faltado este 2020. Les agradezco el favor de su atención este año y espero poder contar con su lectura este 2021. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.

En nuestro país, como en muchos otros, pueden faltar medicamentos, servicios básicos o electricidad, pero hay algo que resulta más que indispensable, especialmente en estas fechas: un buen trago, así que es pertinente hablar del tema, especialmente en el marco de la ley seca decretada en Puebla.

La responsabilidad no es la virtud principal de los mexicanos ni de los habitantes de este bello estado, quizá de ninguna nación en la actualidad, así que cualquier medida que vaya en función de preservar la salud debe tomarse como positiva. En alusión a esto, no sé si prohibir la venta de bebidas alcohólicas incida significativamente en la disminución de la pandemia, lo que sí es evidente es la gran reacción que tuvieron los ciudadanos ante esta disposición.

Hablar del vino y el licor es algo tan antiguo como el hombre mismo, quizá este líquido sea el más misterioso y fascinante que se hay descubierto, así que hay que analizarlo desde una perspectiva filosófica e histórica.

La embriaguez puede verse desde distintas perspectivas, en nuestro país tenemos que remitir a la adicción que tienen muchos y que resulta sumamente perjudicial, sabemos que el alcoholismo puede acabar vidas exitosas y es factor en la comisión de distintos delitos, es decir, auténticamente una persona puede llegar a la autodestrucción por no saber moderar la bebida, pero qué sucede cuando alguien logra controlar su ingesta y hace de unos buenos tragos todo un placer, inclusive parte de la sofisticación al comer.

Tenemos que partir de la inteligencia y cultura de un sujeto para saber disfrutar de los diferentes placeres, entre ellos el licor, esto sin que exista la posibilidad de que un hombre educado pueda portarse como un dipsómano que vive en la indigencia.

En este sentido hay diferentes autores que explican qué es lo que sucede con el alcohol, es más, buena parte de los intelectuales han sido muy afectos a la bebida, inclusive les resulta estimulante para sus creaciones. Dudo si Darío o Hemingway hubieran sido buenos escritores de haber sido abstemios, tal vez no, esto no quiere decir que la embriaguez afina el intelecto, todo depende del sujeto en cuestión, porque hay quien se convierte en una bestia que quiere sacar sus complejos y frustraciones; y hay quien puede emanar las mejores pinceladas de arte.

En cuanto a lo religioso o sagrado, podemos tomar la obra “la filosofía del vino” de Béla Hamvas, en donde se habla del carácter divino de ese líquido, en el sentido de considerarlo el único vehículo a lo sagrado que tienen los ateos.

Sin teorizar tanto, pienso en esta situación: un día de calor, 3 de la tarde, después de haber trabajado toda la mañana y con hambre. En ese contexto, algo que resulta maravilloso es un par de escoceses con agua mineral, como aperitivo, para luego comer un corte grueso, acompañado de vino tinto y cerrar con anís como digestivo, eso es auténticamente estar en el cielo, metafóricamente hablando. Es más, una simple cerveza en el estadio, en un domingo de futbol da una satisfacción enorme, quizá incomparable.

Sea para el hombre culto o vulgar, la sensación de beber causa un placer muy significativo, al alcance de todos, por ello resulta tan popular. Es cierto que no todos tienen la capacidad de apreciar el valor y el trasfondo que tiene el alcohol, antropológicamente hablando, pero no por eso le restan importancia al hecho de deleitarse con un buen trago, por eso la inconformidad ante la limitación reciente, además de las grandes aglomeraciones que se suscitaron antes de cerrar la venta de destilados, cervezas y vinos.

Disfrutemos estos días de calma, tomando unas copas con moderación y en casa, y así quizá encontrar algo de paz y seguridad que tanto ha faltado este 2020. Les agradezco el favor de su atención este año y espero poder contar con su lectura este 2021. Hasta la próxima.

Dudas o comentarios: 22 25 64 75 05; vicente_leopoldo@hotmail.com; síganme en facebook por mi nombre y en twitter: @vicente_aven.