/ domingo 11 de julio de 2021

El arte en la educación básica

Se dice que en cada alumno hay un artista oculto, sólo falta que encuentre las condiciones y elementos necesarios para que surja, es bueno que en estas vacaciones escolares y en casa por la pandemia, dibuje, pinte, cante, escuche música o aprenda a tocar un instrumento musical.

Desde sus orígenes, el ser humano siempre ha plasmado vivencias, inquietudes, anhelos y sueños, en expresiones formales cuya finalidad pretende compartir sensaciones de carácter conmovedor entre quien las crea y quien las recibe recreándolas de acuerdo con su mundo de significaciones.

Si el arte, se ha asegurado, nace al impulso de las experiencias sensibles acumuladas en el suceder de la vida y constituye un intenso medio productivo y de catarsis, así como refracción de la vida, el alumno requiere de formas semejantes al arte para la ebullición confusa de sus estadios anímicos que la realidad sociocultural le hace generar. Así, las manifestaciones artísticas, ofrecen un panorama sin fin para conducirlo y educarlo.

A través de la emoción estética expresada en creación o en recreación se le da oportunidad al escolar, de verter angustias y alegrías que de otro modo producirían, cual se ve con frecuencia, estados neuróticos y aun psicóticos.

Afortunadamente, por simple intuición, “trama estética” el estudiante sabe, sin que nadie se lo diga, encauzar y proyectar sus pensamientos, sentimientos y emociones en sencillas expresiones afectivas orales, escritas o mímicas. Así, cuando baila, canta, bromea, habla, declama; cuando hace un poema o una redacción o hasta una expresión fuerte, lanza lo intenso de su interior espiritual.

Por esto es que el arte, como fuente particular del conocimiento de la realidad, se convierte para un gran número de educandos en una verdadera “guía de la vida”. El arte, sea el baile, la música, las canciones, el cine, la pintura de graffitis o las teatralerías entre manifestaciones, ofrece un medio de educación espontaneo, sin didactismos ni preceptos y permite al alumno describir la realidad del ser humano, de la sociedad, de las ideologías, de la historia y de la cultura.

Es un espejo incomparable de todo lo contemporáneo a su creación desde todos los espacios. Por eso la juventud busca en las diversas manifestaciones artísticas, descubrir desde un instante de plenitud sensible hasta una filosofía de la vida.

Al presentar los problemas eternos o actuales, fáciles o difíciles, el arte no los pregona ni como moralización ni como enajenación, sino promoviendo descargas afectivas e intelectuales que influyen en la propia concepción del mundo que el alumnado o el sistema en general, pueda tener.

Así, en lugar de despilfarrar su tiempo, su hipersensibilidad en varias conductas negativas, el educando puede ser propulsado al goce estético que es esencia del arte y si es posibles, a la creación más formalizada de él, que sería la mejor muestra del aprendizaje.

La energía del estudiante encuentra causas distintas y diversas para proyectarse en el arte. Lo que puede pasar inadvertido y dañar su mente, se convierte en creatividad espontánea y proyección inmediata de sus inquietas formas de ser.

Cuando el alumno descubre en el arte la manera de manifestar sus anhelos sensibles, se entrega a las actividades de goce estético por propio motivo, sin importarle sacrificar tiempo y algunos de sus intereses materiales.

De esta manera los estudiantes en vacaciones y en casa por la pandemia, encuentran las actividades artísticas un medio para descargar sus inquietudes y sus angustias.

*Doctor en Educación.

Se dice que en cada alumno hay un artista oculto, sólo falta que encuentre las condiciones y elementos necesarios para que surja, es bueno que en estas vacaciones escolares y en casa por la pandemia, dibuje, pinte, cante, escuche música o aprenda a tocar un instrumento musical.

Desde sus orígenes, el ser humano siempre ha plasmado vivencias, inquietudes, anhelos y sueños, en expresiones formales cuya finalidad pretende compartir sensaciones de carácter conmovedor entre quien las crea y quien las recibe recreándolas de acuerdo con su mundo de significaciones.

Si el arte, se ha asegurado, nace al impulso de las experiencias sensibles acumuladas en el suceder de la vida y constituye un intenso medio productivo y de catarsis, así como refracción de la vida, el alumno requiere de formas semejantes al arte para la ebullición confusa de sus estadios anímicos que la realidad sociocultural le hace generar. Así, las manifestaciones artísticas, ofrecen un panorama sin fin para conducirlo y educarlo.

A través de la emoción estética expresada en creación o en recreación se le da oportunidad al escolar, de verter angustias y alegrías que de otro modo producirían, cual se ve con frecuencia, estados neuróticos y aun psicóticos.

Afortunadamente, por simple intuición, “trama estética” el estudiante sabe, sin que nadie se lo diga, encauzar y proyectar sus pensamientos, sentimientos y emociones en sencillas expresiones afectivas orales, escritas o mímicas. Así, cuando baila, canta, bromea, habla, declama; cuando hace un poema o una redacción o hasta una expresión fuerte, lanza lo intenso de su interior espiritual.

Por esto es que el arte, como fuente particular del conocimiento de la realidad, se convierte para un gran número de educandos en una verdadera “guía de la vida”. El arte, sea el baile, la música, las canciones, el cine, la pintura de graffitis o las teatralerías entre manifestaciones, ofrece un medio de educación espontaneo, sin didactismos ni preceptos y permite al alumno describir la realidad del ser humano, de la sociedad, de las ideologías, de la historia y de la cultura.

Es un espejo incomparable de todo lo contemporáneo a su creación desde todos los espacios. Por eso la juventud busca en las diversas manifestaciones artísticas, descubrir desde un instante de plenitud sensible hasta una filosofía de la vida.

Al presentar los problemas eternos o actuales, fáciles o difíciles, el arte no los pregona ni como moralización ni como enajenación, sino promoviendo descargas afectivas e intelectuales que influyen en la propia concepción del mundo que el alumnado o el sistema en general, pueda tener.

Así, en lugar de despilfarrar su tiempo, su hipersensibilidad en varias conductas negativas, el educando puede ser propulsado al goce estético que es esencia del arte y si es posibles, a la creación más formalizada de él, que sería la mejor muestra del aprendizaje.

La energía del estudiante encuentra causas distintas y diversas para proyectarse en el arte. Lo que puede pasar inadvertido y dañar su mente, se convierte en creatividad espontánea y proyección inmediata de sus inquietas formas de ser.

Cuando el alumno descubre en el arte la manera de manifestar sus anhelos sensibles, se entrega a las actividades de goce estético por propio motivo, sin importarle sacrificar tiempo y algunos de sus intereses materiales.

De esta manera los estudiantes en vacaciones y en casa por la pandemia, encuentran las actividades artísticas un medio para descargar sus inquietudes y sus angustias.

*Doctor en Educación.