/ viernes 17 de enero de 2020

El cambio de paradigma

Cuando Platón hablaba del cambio se basaba en su amplia experiencia personal. Su ciudad-estado Atenas libró una guerra con Esparta y jamás recupero su anterior esplendor. Vivió la condena de su Maestro Sócrates y su muerte por introducir ideas filosóficas en el ambiente político y público. Su propia Academia se corrompió, y produjo tiranos en vez de reyes y filósofos. La respuesta personal de Platón a estos cambios fue proponer un sistema político inmune al cambio: ¡su legendaria República! Basada en lo ideal.

El propósito Platónico del cambio es la mejora y empieza por el entendimiento, ya que las formas puras solo pueden apreciarse a través de la mente y su capacidad de entender. Esto incluye los ideales de la verdad, la belleza y la justicia. Y todo esto indudablemente se logra a través de la educación. La educación no solo nos enseña los hechos del mundo, sino que despierta nuestro entendimiento filosófico.

Así entendido, Platón fue enemigo del cambio que procede de la ceguera y la ignorancia de las formas porque tal cambio conlleva siempre que las cosas vayan peor. El cambio que procede de la conciencia y el entendimiento siempre hará que las cosas vayan mejor.

Y esta es precisamente mi preocupación con el cambio de paradigma que el Presidente de la República está efectuando: La Cuarta Transformación basada en una Constitución Moral y una Economía Moral es indudablemente un fundamento extraordinario para lograrla. La Moral es la fuente primordial de una convivencia armónica, respetuosa, pacífica y justa.

Y hablar del combate a la delincuencia y a la inseguridad, que es el flagelo más perverso que nos está perjudicando, combatiendo sus causas que son: la ignorancia y la pobreza, no admiten controversia, pero…

Las formas están fallando: La educación está “secuestrada” por dos sindicatos. El promedio educativo del mexicano es de cuarto año de primaria. La llamada reforma educativa se encuentra incierta y nebulosa; y las evaluaciones siguen privilegiando la memoria por encima de la inteligencia.

Y por lo que hace a la pobreza, no es con dádivas clientelares como vamos a combatirla al contrario, con ello se está fomentando. “La institucionalidad” de la pobreza que ha dejado millonarias cantidades a “la clase política”; y no vemos una transformación radical para combatirla, solo advertimos un cambio de nombre en los programas.

El futuro inmediato no contempla halagadoras perspectivas en cuanto al combate a la delincuencia. La llamada educación en México en todos los niveles, que en realidad solo es instrucción de conocimientos pero no de valores, en todo caso da medianas herramientas para el trabajo, pero de ninguna manera como está conformada, conducirá a la felicidad humana de las nuevas generaciones.

En realidad, es en el hogar y la familia en donde radica la fuente de valores y principios; el Maestro instruye, pero la familia es quien educa. La descomposición social en que vivimos actualmente tiene su origen en la desintegración de los hogares, en la carencia de valores y en la permisividad de las conductas, “educadas” por la televisión, el cine y la publicidad.

Por lo tanto, considero que no es tan solo con políticas públicas como lograremos erradicar las causas de la delincuencia. Creo que urge que el Gobierno gobierne para todos, que no siembre la división y la discordia y que “su clase política”, con una verdadera y no “maquillada” conducta moral, de un claro ejemplo de transformación y cambio. Que la educación sea la base de una revolución moral, en donde padres de familia y Maestros, no solo propugnen por los conocimientos, sino también por los valores; y que el estudiante se prepare no tan solo para ser exitoso en el trabajo, sino para ser feliz en la vida.

El fin último de un Estado, es lograr la felicidad de sus habitantes.

Cuando Platón hablaba del cambio se basaba en su amplia experiencia personal. Su ciudad-estado Atenas libró una guerra con Esparta y jamás recupero su anterior esplendor. Vivió la condena de su Maestro Sócrates y su muerte por introducir ideas filosóficas en el ambiente político y público. Su propia Academia se corrompió, y produjo tiranos en vez de reyes y filósofos. La respuesta personal de Platón a estos cambios fue proponer un sistema político inmune al cambio: ¡su legendaria República! Basada en lo ideal.

El propósito Platónico del cambio es la mejora y empieza por el entendimiento, ya que las formas puras solo pueden apreciarse a través de la mente y su capacidad de entender. Esto incluye los ideales de la verdad, la belleza y la justicia. Y todo esto indudablemente se logra a través de la educación. La educación no solo nos enseña los hechos del mundo, sino que despierta nuestro entendimiento filosófico.

Así entendido, Platón fue enemigo del cambio que procede de la ceguera y la ignorancia de las formas porque tal cambio conlleva siempre que las cosas vayan peor. El cambio que procede de la conciencia y el entendimiento siempre hará que las cosas vayan mejor.

Y esta es precisamente mi preocupación con el cambio de paradigma que el Presidente de la República está efectuando: La Cuarta Transformación basada en una Constitución Moral y una Economía Moral es indudablemente un fundamento extraordinario para lograrla. La Moral es la fuente primordial de una convivencia armónica, respetuosa, pacífica y justa.

Y hablar del combate a la delincuencia y a la inseguridad, que es el flagelo más perverso que nos está perjudicando, combatiendo sus causas que son: la ignorancia y la pobreza, no admiten controversia, pero…

Las formas están fallando: La educación está “secuestrada” por dos sindicatos. El promedio educativo del mexicano es de cuarto año de primaria. La llamada reforma educativa se encuentra incierta y nebulosa; y las evaluaciones siguen privilegiando la memoria por encima de la inteligencia.

Y por lo que hace a la pobreza, no es con dádivas clientelares como vamos a combatirla al contrario, con ello se está fomentando. “La institucionalidad” de la pobreza que ha dejado millonarias cantidades a “la clase política”; y no vemos una transformación radical para combatirla, solo advertimos un cambio de nombre en los programas.

El futuro inmediato no contempla halagadoras perspectivas en cuanto al combate a la delincuencia. La llamada educación en México en todos los niveles, que en realidad solo es instrucción de conocimientos pero no de valores, en todo caso da medianas herramientas para el trabajo, pero de ninguna manera como está conformada, conducirá a la felicidad humana de las nuevas generaciones.

En realidad, es en el hogar y la familia en donde radica la fuente de valores y principios; el Maestro instruye, pero la familia es quien educa. La descomposición social en que vivimos actualmente tiene su origen en la desintegración de los hogares, en la carencia de valores y en la permisividad de las conductas, “educadas” por la televisión, el cine y la publicidad.

Por lo tanto, considero que no es tan solo con políticas públicas como lograremos erradicar las causas de la delincuencia. Creo que urge que el Gobierno gobierne para todos, que no siembre la división y la discordia y que “su clase política”, con una verdadera y no “maquillada” conducta moral, de un claro ejemplo de transformación y cambio. Que la educación sea la base de una revolución moral, en donde padres de familia y Maestros, no solo propugnen por los conocimientos, sino también por los valores; y que el estudiante se prepare no tan solo para ser exitoso en el trabajo, sino para ser feliz en la vida.

El fin último de un Estado, es lograr la felicidad de sus habitantes.