/ miércoles 19 de junio de 2019

El explicable crecimiento del PT y el Partido Verde 

Si el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no ganó por sí solo en las pasadas elecciones del 2 de junio, sus dos aliados jugaron un papel determinante para amalgamar, en conjunto, el triunfo de Miguel Barbosa Huerta a la gubernatura.

Pero ¿Qué fue lo que hicieron el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) para lograr un nivel de votantes superior al de los otros dos institutos que acompañaron a Acción Nacional y a su candidato común Enrique Cárdenas Sánchez, Movimiento Ciudadano (MC y Partido de la Revolución Democrática (PRD)?

En estricto sentido, los cuatro -PT, Verde, MC y PRD- fueron satélites de los otros dos y sus esfuerzos fueron marginales e imperceptibles durante la campaña. En todo caso la injerencia del partido naranja en la campaña de redes sociales de Cárdenas, con todo y su desliz tuitero del gobierno de Zapopan, Jalisco, promocionando un evento del exrector de la UDLAP, fue los más notorio en cuanto a proselitismo se refiere de la llamada chiquillada.

Es de destacar el aporte del Partido del Trabajo al triunfo de Miguel Barbosa que fue del 10.7 por ciento del total de los votos; hace un año su porcentaje de votos fue de solo el 4.2 por ciento. Esto quiere decir que, guardando las proporciones de participación del electorado, tuvo un incremento del 6.5 por ciento.

El Partido Verde fue otro caso pues de los 5.0 puntos que valía en el 2018, tuvo un incremento al 8.4% de los sufragios contabilizados este año.

La explicación a estos números alegres no tiene que ver con liderazgos o estrategias que surgieran desde los propios institutos políticos. En realidad, fueron un instrumento para diferenciar los votos de los que apoyaron desde fuera.

Presidentes municipales priistas, por ejemplo, pidieron que la movilización que hicieran fuera en favor de PT o Verde pues no estaban convencidos de sumarle en automático a Morena.

La misma indicación fue bajada por Jorge Estefan Chidiac, Maritza Marín, Javier López Zavala o Leobardo Soto Martínez a sus respectivas estructuras o zonas de influencia.

De fondo, el propósito fue encontrar una protección entre los externos a Morena y quienes velaban por la campaña de Barbosa. Los primeros para que se pudiera auditar el nivel de su suma al triunfo y los segundos para evitar simulaciones.

Cuentan que otro que también brindó su apoyo vía esos partidos fue el exgobernador José Antonio Gali Fayad quien estaría interesado por volver a la presidencia municipal de Puebla Capital y prendería una velita para serlo desde el partido de moda.

Claro que primero debería existir una vacante que parece que ya está ocupada por quien será ratificado como titular de la Secretaría General de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto.

Y hasta la próxima.

salvador_rios@elsoldepuebla.com.mx

Twitter: @elsalvadorrios

Si el partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no ganó por sí solo en las pasadas elecciones del 2 de junio, sus dos aliados jugaron un papel determinante para amalgamar, en conjunto, el triunfo de Miguel Barbosa Huerta a la gubernatura.

Pero ¿Qué fue lo que hicieron el Partido del Trabajo (PT) y el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) para lograr un nivel de votantes superior al de los otros dos institutos que acompañaron a Acción Nacional y a su candidato común Enrique Cárdenas Sánchez, Movimiento Ciudadano (MC y Partido de la Revolución Democrática (PRD)?

En estricto sentido, los cuatro -PT, Verde, MC y PRD- fueron satélites de los otros dos y sus esfuerzos fueron marginales e imperceptibles durante la campaña. En todo caso la injerencia del partido naranja en la campaña de redes sociales de Cárdenas, con todo y su desliz tuitero del gobierno de Zapopan, Jalisco, promocionando un evento del exrector de la UDLAP, fue los más notorio en cuanto a proselitismo se refiere de la llamada chiquillada.

Es de destacar el aporte del Partido del Trabajo al triunfo de Miguel Barbosa que fue del 10.7 por ciento del total de los votos; hace un año su porcentaje de votos fue de solo el 4.2 por ciento. Esto quiere decir que, guardando las proporciones de participación del electorado, tuvo un incremento del 6.5 por ciento.

El Partido Verde fue otro caso pues de los 5.0 puntos que valía en el 2018, tuvo un incremento al 8.4% de los sufragios contabilizados este año.

La explicación a estos números alegres no tiene que ver con liderazgos o estrategias que surgieran desde los propios institutos políticos. En realidad, fueron un instrumento para diferenciar los votos de los que apoyaron desde fuera.

Presidentes municipales priistas, por ejemplo, pidieron que la movilización que hicieran fuera en favor de PT o Verde pues no estaban convencidos de sumarle en automático a Morena.

La misma indicación fue bajada por Jorge Estefan Chidiac, Maritza Marín, Javier López Zavala o Leobardo Soto Martínez a sus respectivas estructuras o zonas de influencia.

De fondo, el propósito fue encontrar una protección entre los externos a Morena y quienes velaban por la campaña de Barbosa. Los primeros para que se pudiera auditar el nivel de su suma al triunfo y los segundos para evitar simulaciones.

Cuentan que otro que también brindó su apoyo vía esos partidos fue el exgobernador José Antonio Gali Fayad quien estaría interesado por volver a la presidencia municipal de Puebla Capital y prendería una velita para serlo desde el partido de moda.

Claro que primero debería existir una vacante que parece que ya está ocupada por quien será ratificado como titular de la Secretaría General de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto.

Y hasta la próxima.

salvador_rios@elsoldepuebla.com.mx

Twitter: @elsalvadorrios